Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Hasta la vista Iñaki: tres funciones de una despedida intensa en Bahía Blanca

El gran bailarín Urlezaga concluyó anoche la segunda función en el marco de su retiro de los escenarios. Esta noche es la tercera y última junto al Ballet del Sur y la Orquesta Sinfónica.

Stella Maris Salomón / Especial para "La Nueva."

   Iñaki se aleja de los escenarios, al menos en su rol de intérprete. Es habitual que los artistas de la danza, al igual que los deportistas, se retiren tempranamente. Es que el instrumento, tanto en el ballet como en el deporte, lo constituye el propio cuerpo  y  el tiempo y la naturaleza son los encargados de poner el límite.

   Las rusas Galina Ulanova, Maia Plisetzkaya y la cubana Alicia Alonso, figuras destacadas del ballet del pasado siglo, danzaron hasta los 54, 65 y 75 años, respectivamente. Su permanencia fue sostenida por el  magnético  talento que poseían y especialmente por el fervor del público. 

   El retiro supone un alivio físico a la vez que una dolorosa decisión y lo cierto es que, después de ese hito en la carrera de un bailarín destacado, comienza un camino - coreografía, docencia, dirección - que abre un nuevo horizonte. 

   Con tres funciones (10,11 y 12 de agosto en el Teatro Municipal), la tercera de las cuales tendrá lugar esta noche a las 20, Iñaki Urlezaga se despide de Bahía Blanca. Vino acompañado por la primera bailarina Gabriela Alberti, formada como él en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón.

   Nuestro Ballet del Sur, dirigido por Ricardo Alfonso,  ha ofrecido su digno marco en las  tres presentaciones, programadas por el Ministerio de Gestión Cultural de la Provincia de Buenos Aires. 

   Precisamente, la actuación del viernes - que comentaremos en la presente nota – contó con la presencia de autoridades: el ministro de Gestión Cultural, Alejandro Gómez; el coordinador de los Organismos Artísticos del Sur, José González Casali; el intendente de Bahía Blanca, Héctor Gay y el  director del Instituto Cultural, Ricardo Margo.

   El programa estuvo conformado por  el segundo acto (el denominado “blanco”) de un ballet romántico tradicional, “Giselle” y “Siempre Buenos Aires”, una coreografía que aborda el “tango escenario o escénico”, como se denomina a la fusión de la danza clásica con  el tango de salón, que sustituye algunos cortes por acrobacias y remarca enfáticamente el espíritu de nuestro “dos por cuatro”.

   El pasado viernes, a teatro colmado - (“localidades agotadas” los tres días) - apreciamos en primer término el  Acto II de “Giselle”, obra en dos actos estrenada en la segunda mitad del siglo XVIII,  con música de Adolph Adam y coreografía de Jean Coralli, Jules Perrot y Marius Petipa en reposición de Bernard Courtot de Boutellier.

   Los requerimientos para la primera figura –Albrecht - son especialmente expresividad y resistencia, puesto que la consigna del argumento es “condenado a bailar hasta morir”. Y en esta situación permanece por largo tiempo, hasta el amanecer el Príncipe acosado por las perversas Wilis. Pero Giselle con la ofrenda de su inmenso amor   logra vencer el designio que impone la maléfica Reina de Wilis.

   Gabriela Alberti elaboró una ingrávida Giselle, muy segura  en los momentos de compromiso técnico, cuando en los “solos” se le exigen vertiginosos enlaces o equilibrios sostenidos.

   Iñaki Urlezaga aportó a su Albrecht el sentimiento  de una  pena profunda y culpable y sorteó sin dificultad las demandas de tal rol protagónico.

   Característica a destacar es la evidencia de su pura escuela en cada evolución. Un aporte local significativo fue la presencia de Carolina Basualdo en  Myrtha, Reina de las Wilis. En las antípodas de la frágil y dolida Giselle aparece  esta airosa contrafigura  compuesta por Basualdo, liviana en su vuelo y fuerte desde una postura majestuosa. Solistas y Cuerpo de Baile en desempeño apropiado.

   En cuanto a la labor de la luminotecnia de este acto, diremos que apareció muy logrado el ambiente brumoso - propio de las leyendas de la época en que transcurre la trama - aunque se torna imprescindible reclamar la iluminación mediante el foco seguidor que destaca las primeras figuras.

   Escenografía acorde y bien realizada. Mención especial para nuestra Orquesta Sinfónica Provincial cuyo director invitado - Luis Belforte - supo adaptar su batuta a los ritmos coreográficos y corporales, conditio sine qua non para ser buen director musical de ballet.

La segunda parte

   En la segunda parte “Siempre Buenos Aires” de Mora Godoy sobre música de varios autores: A. Piazzolla, E. Alessio, R. Tuegols, C. Gardel - A. Le Pera. Un despliegue de color, tanto en luces como en vestuario. Realmente, una obra muy lograda porque dosifica muy bien los grupos, lo que la torna muy variada.

   En zapato de tacón o zapatilla de punta las bailarinas fusionaron eficazmente su danza clásica madre con la esencia del tango. Las figuras masculinas dúctiles y definidas. Los momentos culminantes: el muy aplaudido pas de deux de “Los pájaros perdidos” interpretado por Carolina Basualdo y Manuel Martínez, un deleite, y el lírico pas de deux “El dia que me quieras” que supieron danzar estética y expresivamente Gabriela Alberti e Iñaki Urlezaga.

   El brindar goce estético y recibir a cambio el aplauso agradecido del público justifica con creces el esfuerzo que se realiza allende el telón.