Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Una reacción que conmueve

   De manera inesperada, la vecina localidad de Villa Iris, situada a 113 kilómetros de nuestra ciudad, alcanzó proyección nacional, mencionada por decenas de medios de comunicación por un hecho que conmociona a propios y extraños.

   Ubicada en el partido de Puan y con 1.800 habitantes, una vivienda del lugar ha sido aceptada por el juez Claudio Brun para que cumpla con el arresto domiciliario -dispuesto por el mencionado magistrado-, Gustavo Ravainera, condenado a cadena perpetua por asesinato y ahora beneficiado por esa situación en virtud de su complicado estado de salud, a raíz de “un cáncer pulmonar avanzado”.

   Una hermana de Ravainera, quien es oriunda de Coronel Suárez, reside en Villa Iris y accedió a alojar a su hermano, quien a partir de ahora es controlado mediante una tobillera electrónica, la que alerta sobre cualquier movimiento del condenado fuera del radio de esa vivienda.

   Conocida la novedad, los habitantes de Villa Iris quebraron su tranquilidad habitual y organizaron diferentes marchas para protestar y manifestar su repudio a esa decisión, al tiempo de manifestar “el terror” que les genera esa inesperada presencia en la localidad.

   La mayoría manifestó a viva voz su temor, por tener en el pueblo a una persona de las características de Ravainera, “cerca de hijos y nietos, a poco metros del jardín de infantes y de la escuela primaria”.

   Es que con personas de esta calaña resulta entendible que reine la intranquilidad. Porque además hay demasiadas historias de detenidos que se las ingenian para burlar el control a través de las tobilleras y que pueden dejar su lugar de encierro con demasiada facilidad.

   Ravainera, a quien apodan “El Lagarto”, fue encontrado autor material del asesinato, en agosto de 2000, de María Victoria Chiaradía y Horacio Iglesia Baun. 

   No se estableció el detonante de esas muertes, pero lo cierto es que Ravainera los mató de dos balazos en la nuca, sin que mediara situación alguna por parte de los dos chicos, de 19 años de edad.

   Sin dudas es también atendible el planteo realizado por los vecinos de Villa Iris, que no quieren tener tan cerca a una persona que con frialdad y sin sentimientos mató sin piedad.