Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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La idiotez y el lenguaje

Por Carlos R. Baeza (*)

   La idiotez como definitoria de la ignorancia es altamente peligrosa para las sociedades pues su ejercicio revela las carencias intelectuales de sus habitantes. Y en esa senda, se inscribe lamentablemente la promoción del denominado lenguaje inclusivo bajo cuyo manto se pretende cobijar inexistentes diferencias de sexo.

   1) Al comienzo se instaló la idea de feminizar ciertas expresiones agregando una “a” y así, la presidente del Consejo Provincial de Educación de Santa Cruz, María Cecilia Vázquez, en su presentación en sociedad, se dirigió a los “jóvenes y jóvenas”, tras lo cual aclaró “si esa palabra existe, o con una arroba para ponerle perspectiva de género”. 

   Así, a la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner, solía tratársela en los medios como “presidenta”, sin advertir que según la RAE, el participio es la parte de la oración en la que el verbo interviene en la formación y significación del nombre y de allí que los participios activos derivados de los verbos de 2ª. y 3ª. Conjugación acaban en “ente”, que significa “el que tiene entidad”; por ejemplo, de cantar “cantante”, de servir “sirviente” o de escribir “escribiente”. 

   En consecuencia, cuando se debe nombrar a una persona que ejerce la acción a la que el verbo se refiere, se le añade “ente” y por tanto a quien estudia se le dice “estudiante” y no “estudianta”;  al que dirige se lo menciona como dirigente y no “dirigenta” y a quien preside se le llama “presidente” y no “presidenta”, con prescindencia que se trate de un hombre o una mujer.

   2) Igualmente la RAE destaca que es errónea la utilización redundante del masculino y del femenino ya que el criterio básico de cualquier lengua es la economía y la simplificación, es decir, obtener la máxima comunicación con el menor esfuerzo posible, no diciendo con cuatro palabras lo que puede resumirse en dos. Por ello concluye en que el empleo de circunloquios y sustitución inadecuados, como “diputados” y “diputadas”, “todos y todas” o “niños y niñas” es “una estúpida incorrección lingüística y resulta empobrecedora, artificiosa y ridícula y destroza la economía del lenguaje”. 

   Lo contrario supondría que en lugar de “habitantes” (art. 14 C.N) debería decirse “habitantas”; o también agregar a las “extranjeras” junto a los “extranjeros” (art.20 C.N) e igualmente a las “ciudadanas” a la par de los “ciudadanos” (art. 21 C.N), o “las consumidoras y usuarias” junto a “consumidores y usuarios” (art. 42 C.N). Como se advierte, un auténtico dislate que ni quita ni pone significado alguno.

   3) Otra frecuente anomalía -siempre según la RAE- la constituye la utilización de la expresión “género” y así se habla por ejemplo, de “violencia de género”, no obstante que el género es una propiedad de los nombres y de los pronombres que tiene carácter inherente y produce efectos en la concordancia con los determinantes, los adjetivos, pero que no guarda necesariamente relación con el sexo. 

   Por tanto, las personas no tenemos “género” sino “sexo” y de tal forma la expresión “violencia de género” es incorrecta porque la violencia la ejercen las personas y no las palabras debiendo denominársela “violencia sexual” o “violencia doméstica”.

   4) En este momento, grupos de estudiantes secundarios pretenden la utilización de la letra “e” en lugar del masculino “o” o del femenino “a”. Ya con anterioridad se había pretendido recurrir a la arroba (@) para expresar al mismo tiempo el masculino y el femenino; y así se expresaba “niñ@” como abarcativo de “niños” y “niñas”. 

   Dejando de lado lo ya señalado precedentemente en torno al uso simultáneo del masculino y el femenino, es evidente que la arroba no es una letra ni signo lingüístico similar y por tanto su uso en tal forma resulta inadmisible, a lo cual se agrega la imposibilidad de aplicar esta supuesta fórmula integradora -tal como lo señala la RAE- sin dar lugar a graves inconsistencias, como puede ocurrir con el “Día del niñ@” donde la contracción “del” sólo es válida para el masculino “niño”. Pero ahora, directamente se pretende la igualdad mediante la utilización de la letra “e” y así estos estudiantes al graduarse pretenden ser “egresades”.

   Precisamente en el ámbito educativo es donde se han detectado las mayores falencias de nuestro sistema, como lo revelan distintas pruebas, tales como la PISA, la PIRLS o la Aprender. En tal sentido en el área de Lengua en 5° y 6° año, el 46,4% de los alumnos están por debajo de lo aceptable; la mitad de ellos no comprenden un texto muy sencillo y el otro 50% demostró competencias muy básicas; en tanto el 70% no puede resolver problemas matemáticos sencillos; y en el área de naturales, el 36,3% tuvo el rendimiento más bajo. 

   En 10 años, solo el 29% de los que comenzaron la primaria terminaron el secundario, siendo que más del 50% de quienes cursan esta etapa, no completan el ciclo en tanto solo se gradúan en las universidades estatales el 23% de los inscriptos. Al respecto la RAE sostiene que el uso de la letra “e”, “es ajeno al sistema morfológico del español, además de ser innecesario, pues el masculino gramatical funciona como término inclusivo en referencia a colectivos mixtos, o en contextos genéricos o inespecíficos” Caso contrario, deberíamos hablar de “diputades”; “ministres” o “magistrades”, realmente una auténtique burrade.

    La idiotez en el sentido señalado, es evidente que no tiene límites y pretende ser erigida en regla gramatical por quienes ni siquiera son capaces de interpretar un sencillo texto literario. Por ello, como decía Discépolo, en el país de la anomia, es “lo mismo un burro que un gran profesor”.

(*) Carlos R. Baeza es abogado constitucionalista.