Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Mejorar la comunicación, el desafío del gobierno

   La conferencia de prensa abierta que ofrecerá mañana Mauricio Macri forma parte del mismo combo. Que en despachos del primer piso de la Casa Rosada llaman "la nueva comunicación". Algunos se animan a calificarla de "verdadera nueva era" en los métodos y sistemas, no siempre efectivos y muchas veces verdaderos pelotazos en contra, que ha tenido hasta la gestión del gobierno en su forma de comunicar.

   Ni tanto ni tampoco. Lo que se termina en la administración macrista, que el presidente buscará mañana ponerle el moño para dar señales concretas de ese cambio, es la era duranbarbista de dar siempre buenas noticias y de disimular las malas. Para evitar, creían los adoradores del ecuatoriano hasta ahora que empezaron a darse cuenta del error, llenarle la cara de pálidas a la gente. Madre de esa batalla ahora con pruebas a la vista claramente perdida fue aquella recomendación del consultor de barrer bajo la alfombra la pesada herencia recibida de manos de Cristina Fernández, y arrancar mejor con las inacabadas promesas siempre incumplidas del primer trimestre o del segundo semestre, que el ciudadano de a pie todavía sigue esperando.

   El gobierno le pone fin de alguna manera con esta nueva etapa, también hay que decirlo, al "nopasanadismo" que tuvo en el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, a su más ferviente cultor. También ya ha dado señales el macrismo de no insistir con su discurso según lo cual la gestión de Cambiemos "está haciendo lo que hay que hacer", y menos todavía  --ese latiguillo ya fue sepultado por Nicolás Dujovne--  pretender que "lo peor ya pasó".

   Más bien, si hay que escuchar el discurso del superministro de Economía, también de la poderosa gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, lo peor en materia de ajuste de cinturones está por venir. El ministro ha dicho que nos espera un segundo semestre muy duro porque hay que cumplir con las metas del Fondo, y Mariú agarró la tijera para recortar las grandes obras públicas en territorio provincial.

   Peña, a quien le cuesta horrores colgarse de ese nuevo tren, de todos modos y aunque muy tibiamente en las últimas semanas ha entrado en la variante y ya no promete espejitos de colores. Aunque ratifica, como lo hizo el domingo, que el de Cambiemos es "un proyecto de poder político" para lo cual tiene que estar listo "para ganar elecciones".

   Es que justamente el cono de sombras en el que ingreso desde abril pasado la reelección de Macri en 2019, un trámite que hasta los peronistas más pintados en ese entonces daban por descontado, ahora ha encendido todas las luces de alarma en el gabinete del presidente y entre sus socios de la coalición. De hecho, tanto Elisa Carrió como el radicalismo, con Alfredo Cornejo a la cabeza, se quejaron puertas adentro en los últimos tiempos por esa "irrealidad" de prometer lo que no se puede cumplir en la que incurren algunos funcionarios. Faltó que le apuntaran con el dedo a Peña y Durán Barba, pero no fue necesario. Se entendió.

   Que exista una nueva etapa en la comunicación oficial en la que ahora se va a reconocer lo que está mal y ya no se harán promesas de tiempos mejores, aunque en la Casa Rosada dicen que si se hace bien los deberes en marzo o abril del año que viene debería verse alguna recuperación, no significa que el gobierno "se cristinice" para llenar como hacía la doctora de El Calafate horas y horas de cadenas nacionales, o en el caso de Macri, de una conferencia de prensa semanal como se sugirió entre los estrategas del poder, aunque sin éxito por negativa del propio mandatario.

   "Vamos a intentar algo muy simple, no estamos inventando nada, se trata de comunicar lo mejor posible los actos de gobierno, que la gente entienda el momento que atravesamos, pero que a la vez vea que somos un gobierno que entiende los problemas, que asume los errores, que conoce las necesidades de la gente, pero que por encima de todo tiene claro el rumbo, hacia dónde vamos". Largo párrafo y sin aliento de un secretario de Estado que ha trabajado junto al resto de los estrategas en el montaje de la nueva etapa.

   Macri, dicen los confidentes del primer piso de Balcarce 50, asume este nuevo rol sin demasiado entusiasmo. No es partidario de las conferencias de prensa y muchísimo menos de las tediosas cadenas nacionales, salvo cuando tenga algo muy importante que comunicar, como fue el caso de los anuncios sobre Vaca Muerta. Pero a regañadientes, no le quedó más remedio que subirse al nuevo tren, en momentos en que necesita repechar las encuetas sobre imagen e intención de voto.