Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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La historia alrededor de Mohamed, el polizón africano que no pudo quedarse

Apenas se enteró, Vanesa comenzó a unir los eslabones de la solidaridad para tenderle una mano.

Foto: Archivo-La Nueva.

Por Gustavo Pereyra

 

   Fue una cadena de buenas voluntades. Vanesa le pidió angustiada una mano a Cecilia:

   —Vos, que tenés contactos en la gente de mar...

   Cecilia mensajeó a su hermano:

   —Escuchame, Federico Francisco Raúl. Ya sé que estás ocupado entrando un pedazo de buque, pero me tenés que ayudar a ayudar a Vanesa...

   Federico se comunicó con Matías, que trabaja en el puerto:

   —Mirá, hay un polizón africano en un buque y hay alguien que lo quiere salvar ¿Con quién hay que hablar antes de que lo deporten?

   Matías respondió:

   —Me voy hasta la Prefectura a ver cómo está y qué se puede hacer...

   Mientras, Vanesa pidió la ayuda de otras manos amigas.

   —Andá a la peatonal y tratá de ubicar a Nar, un senegalés que vende bijouterie.

   Así comenzó la odisea de Vanesa y Nar para tratar de rescatar al polizón de las manos de la burocracia migratoria.

 


(Foto: Vanesa Dapsich y Nar Dieng)

   El polizón se llama Mohamed, tiene 19 años, es de Sierra Leona y llegó al puerto bahiense de forma ilegal en un buque granelero que zarpó de su país el 8 de marzo y tardó 14 días en llegar acá.

   "Yo quería ayudarlo. Conozco muy de cerca la realidad que se vive en África, la viví en carne propia y es muy dura. Si yo estuviera en su lugar, esperaría una mano de alguien",  dice Vanesa Dapsich, bahiense y autora del libro "Despertar en el corazón de África" en el que relata su experiencia de adopción de un nene africano.

   Así fue que se encontró con Nar en la peatonal y le dijo: "Llevame al puerto".

   "Ella no me conocía, pero me di cuenta de que su interés por ayudar a Mohamed era genuino. Desde el centro hasta el puerto que fuimos en mi auto se la pasó llorando", cuenta Nar Dieng, que emigró a la Argentina hace más de 15 años y eligió Bahía para quedarse, trabajar y formar una familia. Además de su actividad comercial, cuando puede ayuda a los africanos que buscan asentarse legalmente en Bahía.

   En el puerto no pudieron ver a Mohamed porque ya se había iniciado el proceso para deportarlo a su país. Es que, según las autoridades migratorias, el polizón al final no quiso quedarse en la Argentina.

   Para Nar y Vanesa, el chico estuvo mal asesorado o tuvo miedo: "¿Acaso alguien le explicó que si hacía una petición de refugio se podía quedar?", se preguntan ambos.

   "Nosotros queríamos decirle que tenía opciones —dice Vanesa—; incluso ya había hablado con una familia puntaltense que estaba dispuesta a darle albergue, que es otra de las cosas que se exigen."

 

—¿Cómo logró Mohamed subirse a un barco sin que lo detecten?

   "En África es muy fácil. Y el que lo hace sabe a qué se arriesga, pero los sueños de llegar a un lugar mejor son mucho más fuertes. La realidad allá es muy cruel", cuenta Nar.

   "Yo estoy en contra de la inmigración ilegal, pero ¿por qué no ayudarlo si ya estaba acá? Si yo no hubiera tenido la suerte de salir de mi país con una visa, hubiera salido ilegal. Nadie comprende lo que se vive en países como Senegal, Sierra Leona o Guinea Bissau. Los niños salen a trabajar de muy chicos, no hay viviendas dignas, no hay asistencia sanitaria y no hay cómo hacer dinero", agrega.

   Tanto Nar como Vanesa sienten que no todos los implicados pusieron voluntad para que Mohamed se quedara a vivir en Bahía.

   “Si es cierto que no quería quedarse acá, ¿para qué vino? Podría haber estado 2 años, obtener la residencia y después irse a Europa, donde dicen que buscaba llegar”, se lamenta Vanesa.

 

   —¿Y qué pasa si llega otro chico de polizón?

   "Espero enterarme antes, tener más tiempo para luchar y poder salvarlo. No tuve tiempo, fue todo muy rápido", se queja Vanesa.

   Nar y otras personas formaron en Bahía la Asociación de Resortizantes y Simpatizantes de África para apoyar a los inmigrantes que llegan de forma legal.

   Entre otras cosas, les alquila una casa y los ayuda a salir adelante vendiendo bijouterie. Nar sabe que esos chicos van a esforzarse por devolverle la mano.

   Ahora, Vanesa y Nar quieren unir buenas voluntades para ayudar a más chicos como Mohamed.

   "En Bahía hubo casos peores a este. No es algo que pasa seguido, pero es un fenómeno común en Europa, que cada vez se pone más estricta. La alternativa es América Latina y pronto el problema va a llegar acá. Hay que estar preparados", advierte Nar. (La Nueva.)