Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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La batalla municipio - sindicato

   Hay frases que de tanto repetirlas parecen tomar fuerza de verdad incuestionable cuando, en realidad, son discutibles. Tiempo atrás, durante una de las clásicas polémicas en torno a la calidad de los jefes policiales en Bahía Blanca, se insistía con que lo ideal era tener comisarios y policías oriundos de la ciudad porque eso garantizaba un mayor compromiso. En rigor, se necesitan comisarios y policías con compromiso. Punto. Luego, sin son de la ciudad, quizás sea mejor, pero ese no es el problema central.
   Una frase actual de ese estilo, no solo en Bahía pero también aquí, es que una mayor eficiencia en la gestión pública se logra achicando plantas de empleados, recortando horas adicionales o agrupando trámites en pocas áreas cuando antes pasaban por muchas. El objetivo, muy noble por cierto, es brindar los mismos servicios con una administración más ágil y menos costosa.
   A nadie escapa que la burocracia estatal es un monstruo con el que nadie quiere lidiar. El argentino promedio se ha quejado históricamente de la administración y los empleados públicos. Ahora bien, ¿de eso se sigue que menos gente o menos pasos implican mayor eficiencia? Discutible.
   La intendencia entró en una guerra de desgaste con el Sindicato de Trabajadores Municipales que era tan previsible, como son imprevisibles sus consecuencias. Muchos trabajadores perderán una parte de sus sueldos con estos ahorros y el fantasma de las medidas de fuerza continuadas va tomando cuerpo.
   De hecho, a días del caso Galo Ochoa, este fin de semana hubo una reducción en los controles de alcoholemia por un reclamo de extras adeudadas a los inspectores de tránsito.
   Todo indica que el intendente Héctor Gay y su jefe de Gabinete, César Tommasi, no van a aflojar con el plan de racionalización a la hora de administrar la plata de los bahienses. De la vereda de enfrente, se habla lisa y llanamente de un brutal ajuste.
   En el medio, están los vecinos de una ciudad que necesita servicios. O al menos que no se corten servicios esenciales. No aumentar el control del tránsito los días de mayor actividad nocturna, luego de la tragedia en la autovía Alfonsín, es un mensaje demasiado peligroso. Esa sí es una verdad incuestionable.