Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Sumas y restas, de cara a 2018

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa de Gobierno.

Fotos: Archivo La Nueva.

   Algunos hechos políticos y económicos que jalonan el cierre del año le otorgan al gobierno de Mauricio Macri algunas ventajas como para mirar con algo de esperanza el devenir de un año no electoral, con todo lo que eso implica en un país altamente politizado y chicanero cuando están en juego las urnas.

   Hay sumas y restas en el balance que hacían algunos funcionarios del gobierno antes de sumarse al breve descanso de año nuevo, en consonancia con el que disfruta por estas horas el presidente en Villa La Angostura. 

   En el primer caso, la definición de algunos aspectos claves del manejo de la política económica que le estaban provocando más de un disgusto al presidente, quedaron zanjadas. La foto de Marcos Peña, flanqueado por Nicolás Dujovne, Luis Caputo y el petardeado titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, entregó un mensaje clarísimo en términos políticos más allá del recálculo de las metas inflacionarias de aquí a 2020. 

   El mensaje dice que, desde ahora, la autonomía de la autoridad monetaria que tanto defendía el banquero no lo será tanto. Y que las decisiones serán de tono político y se tomarán en la Casa Rosada. "Ganó Peña", recitaban a coro los voceros de los malos humores que el tema le venía generando a Macri.

   Otro espaldarazo al Gobierno ha sido la sanción sobre el cierre del año parlamentario de todo el paquete de reformas, y el Presupuesto para el año que viene. 

   No es un dato menor. Para empezar, porque el Gobierno consiguió las leyes en minoría y con un cristinismo residual decidido a bombardear cualquier iniciativa del Ejecutivo, con gravísimos excesos como los que ocurrieron durante el tratamiento de la ley previsional. En el segundo caso, la administración contará con las herramientas para no recurrir a los odiosos decretos de toma de nuevas partidas del Tesoro para cubrir desfasajes no previstos. Lo que, a la vez, implica un buen grado de tranquilidad para los gobernadores que firmaron el Pacto Fiscal. Y que, por vía paralela, se beneficiarán de los mayores fondos que recibirá el año que comienza y el 2019 la gobernadora María Eugenia Vidal. 

   Nadie disimula en la Casa Rosada que por el lado estricto de la política, las mejores y peores noticias dejan un saldo favorable que permite aquella mirada optimista sobre lo que vendrá en los próximos 12 meses. Macri no sólo tiene el consenso de los gobernadores peronistas que abandonaron a Cristina Fernández, que  son los que manejan el quórum en Diputados. Aunque no debería confiarse. Al margen de la alianza estratégica con el peronismo en el Senado que comanda Miguel Pichetto. Ahora sumó vía Rogelio Frigerio a buena parte de los intendentes del conurbano bonaerense  -salvo los ultras del cristinismo que siempre y antes que ninguna otra cosa buscarán romper todo-  con promesas de beneficios directos hacia los municipios traducidos en obras que provendrán del ahora abultado Fondo del Conurbano que tendrá la gobernadora para repartir, y convencer algunas voluntades remisas. 

   La reunión del jueves entre el ministro del Interior y varios de esos caciques peronistas, entre ellos el propio presidente del PJ bonaerense, Gustavo Menéndez, y  el diputado Diego Bossio, tuvo todo el sentido político que quiso darle Macri: mostrar que el Gobierno va a abrir el dialogo a todo el espectro peronista que no tenga nada que ver con el pasado kirchnerista. Es un toma y daca: el Gobierno tiende puentes a la luz del día para incordiar al cristinismo, y los intendentes se aseguran plata fresca para sus distritos. "A pedir de boca", lo resaltaban aquellos voceros.

   En la otra vereda, el macrismo lo asume y hasta puede decirse que en la intimidad de los despachos se considera advertido. Allí esta Cristina y su intención de petardear todo el tiempo y por cualquier tema al gobierno de Macri. Con el declarado propósito de debilitarlo de cara a una posible reelección en 2019, o directamente para que no termine su mandato y se vaya antes de tiempo de la Casa Rosada. 

   La doctora lo dejó en claro delante de su escuálido bloque de siete miembros, incluida ella misma, durante una arenga en el Instituto Patria, y lo probó después en su primera y sonora participación como senadora durante el tratamiento de las reformas y el Presupuesto. Les dijo en aquella reunión a solas a sus compañeros de bancada en el bunker de Rodríguez Peña: "Nos vamos a oponer a todo y vamos a votar todo en contra de este Gobierno porque para eso nos ha elegido la gente". Más claro, agua. "Es la oposición que esperamos que haga, pero no nos mueve un milímetro del objetivo", analizan en este caso los voceros.

   Macri, con oportunismo, decidió no darle más pasto a las fieras y mandó la reforma laboral, el ultimo gran primer paso en el marco del reformismo permanente que ha proclamado, directamente a las sesiones ordinarias de marzo. En rigor de verdad el grueso del paquete de reformas que trae en su seno el proyecto ya ha sido consensuado con la CGT y los caciques sindicales. En especial dos temas que interesan a los gremios como el blanqueo laboral y el pago de indemnizaciones. Pero el presidente prefirió curarse en salud y no agitar el avispero.