Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Independiente recuperó su identidad

   Después de siete años sin títulos y de atravesar la etapa más oscura de su vida deportiva e institucional con el descenso a la B Nacional, Independiente recuperó la identidad futbolística y revivió sus tiempos de gloria. Con la obtención de la Copa Sudamericana en el legendario estadio Maracaná, de Río de Janeiro, se alzó con su 17° trofeo internacional, igualó la línea de Barcelona y quedó a uno solo de Boca en esa rivalidad tan particular que sostienen básicamente desde comienzos de este siglo.

   En esa puja, el Rojo podría extender su festejo y ampliar su cosecha en 2018 cuando dispute las finales de la Suruga Bank frente a Cerezo Osaka, en Japón, y de la Recopa Sudamericana ante Gremio de Porto Alegre. Además se aseguró su retorno a la próxima edición de la Libertadores, el gran anhelo de su gente. A propósito de series definitorias, los números del equipo de Avellaneda impactan: perdió apenas 8 de las 25 que jugó a lo largo de su prolífica trayectoria copera.

   Aquella mística que nació en 1964 contra el Santos, también en Brasil, sigue intacta y fortalecida. La resurrección de Independiente fue posible a partir de la llegada a la dirección técnica de Ariel Holan, un hombre desconocido en el ambiente por su vínculo con el hockey. Denostado por el uso de drones en las prácticas, el entrenador demostró su capacidad e inculcó su idea inspirado en los mejores pasajes de la historia de la entidad. Fanático del club desde la infancia, Holan tenía como objetivo principal recobrar la esencia de juego que caracterizó a Independiente y deleitó a sus hinchas de paladar negro. El DT logró ese sueño que tenía desde chico. Con trabajo y audacia, armó una estructura sólida y de gran personalidad. No necesitó de figuras extraordinarias para encontrar un funcionamiento adecuado que le permitiera exponer dentro del campo un fútbol atildado, dinámico, ofensivo y vertical.

  También estimuló el talento en jugadores que lo tenían escondido y les dio lugar a los jóvenes de las divisiones inferiores que respondieron a muy alto nivel. Incluso transmitió a sus dirigidos un compromiso sentimental con la camiseta que resultó un eslabón clave en la cadena del éxito.

   La experiencia de su capitán Nicolás Taglafico; el oficio de Emmanuel Gigliotti; la regularidad de Maximiliano Meza, Juan Manuel Sánchez Miño, Nicolás Domingo y Diego Rodríguez; la seguridad de su arquero Martín Campaña y el enorme potencial de Fabricio Bustos, Alan Franco o Ezequiel Barco contribuyeron a robustecer una alineación que realizó los méritos necesarios para alcanzar la esperada consagración.

   Independiente fue un campeón indiscutible. Ganó 10 de los 12 partidos de esta edición de la Copa Sudamericana, respetó un estilo y ofreció una exhibición de carácter en el doble enfrentamiento con Flamengo para coronar su notable momento y afirmar nuevamente su protagonismo en el continente. Cerca de los primeros puestos en la tabla de la Superliga y con varios desafíos por delante, Independiente está dispuesto a continuar por el camino que consolide un despertar definitivo.