Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Mejora el clima, pese a los desafíos

Hay satisfacción en el Gobierno por una constatación de la que se hizo eco el ministro Luis Caputo durante la reciente incursión por Nueva York.
Mejora el clima, pese a los desafíos. Crónicas de la república La Nueva. Bahía Blanca

Evidentemente hay un mejor clima político para el oficialismo. Para empezar, las nuevas expectativas que genera la Argentina en el exterior. Es evidente que observadores e inversores tomaron nota del resultado electoral. Que consolida el poder de Macri. La idea de que no es un presidente sólo de transición. Que el espaldarazo en las urnas aleja el fantasma de un regreso de Cristina o del progresismo kirchnerista.

Hay satisfacción en el Gobierno por una constatación de la que se hizo eco el ministro Luis Caputo durante la reciente incursión por Nueva York. Sostiene que es la primera vez, desde que el presidente sale de viaje, que no le expresan temor por una vuelta al pasado. O no le preguntan puntualmente si hay alguna posibilidad de que el kirchnerismo vuelva a gobernar.

Los menos entusiastas también esgrimen sus dudas pese a reconocer que hay otro clima, aunque sean más precavidos. Son los que también estuvieron en Manhattan acompañando la delegación. "Siempre nos corren un poco el arco. Antes era el temor a regresar al pasado populista. Ahora quieren ver en el terreno que se cumplan las reformas que promete el Gobierno. Es cierto que hay promesas de inversiones, pero son cautos a ultranza. En criollo, siempre les faltan cinco para el peso", mascullan.

Aquel mejor clima también se ha puesto de manifiesto en el frente interno, tras la reunión con los gobernadores. Hubo apoyo casi unánime al plan de reformas, aunque casi todos desplegaron un clásico de la política argentina que a veces hace todo tan poco previsible, justamente lo que se reclama siempre desde afuera.

En la reunión del jueves dijeron a todo que sí, pero pusieron luces rojas sobre la mesa por algunas reformas, en especial la previsional. Y dijeron que quieren ver escrito y firmado que no serán perjudicados por la reparación a Vidal con el Fondo del Conurbano. No quieren tampoco que una reforma que termine perjudicando a los jubilados se meta con sus propios pasivos. Todos coinciden en que es necesario trabajar juntos por las reformas que se requieren para sacar el país adelante. Loable, si se mira de dónde venimos. Igual no firmaron nada, abrieron un paréntesis de una semana y, en ese lapso, Frigerio va a esperar, lapicera en mano, los reclamos sectoriales.

La necesidad de preservar ese clima de acuerdo para alcanzar un punto de inflexión -que el presidente ha dicho que es ahora o nunca- hizo que el Gobierno, o sus ministros, cayeran en la vieja práctica del error no forzado que tanto daño le hizo a la imagen del gobierno en sus comienzos, en especial durante la saga por el tarifazo. Pasó con la marcha atrás en la aplicación de impuestos al vino, los espumantes y la cerveza después de reclamos sectoriales puntuales. ¿No hubo análisis previos que permitiesen evitar esa voltereta? Si el presidente sabia que se le vendrían al humo gobernadores como Cornejo, un aliado, y Uñac, por el vino. De un plumazo eliminó el gravamen del proyecto. Entonces, ¿para qué exponerlo a un error? Queda la impresión otra vez que el Gobierno "va viendo" sobre el terreno.

Con todo, ese buen clima puede observarse desde otros dos costados. El primero, vinculado a las negociaciones por las reformas, fue aportado por los gobernadores, que se perfilan en esta nueva etapa del peronismo como los responsables de los apoyos que el Gobierno necesitará en el Congreso. De Schiaretti a Urtubey, han dejado su sello en esa dirección. El cordobés mereció incluso un encendido elogio de Macri luego del largo párrafo en favor de la necesidad de apoyar al oficialismo para que el país salga adelante que pronunció en Nueva York delante del influyente Consejo de las Américas.

Por el costado político, no es una novedad que el Gobierno podría seguir festejando no solo el abrumador espectáculo de kirchneristas y aliados recorriendo cada semana los despachos de los jueces, algunos de ellos con destino posterior en una celda como De Vido y Boudou.

Atesora también que el propio Pichetto haya reconocido que el PJ debe reorganizarse para ser opción en 2019, pero que no será rápido ni fácil por la cerril oposición del cristinismo residual. Y, para más datos, ha expresado su convicción de que para alcanzar esa renovación es preciso parir un peronismo de centro, que haga una oposición constructiva, porque es lo que le demanda la sociedad. Música para los oídos de Cambiemos. Y del presidente, a quien urge mostrar en el exterior que ese nuevo clima alejado de autoritarismos y falsos progresismos llegó para quedarse.

El mayor de los interrogantes de ese nuevo clima, más allá de aquella buena onda de superficie de los gobernadores y el influyente senador rionegrino, es el destino de la amplia reforma previsional que se pone en marcha. Nadie lo dirá públicamente, pero el plan de asistencia a Vidal sin que los gobernadores sufran quitas en sus propios ingresos, no cierra sino con los fondos de la ANSES. Otra vez con la plata de los jubilados, que además, de prosperar la nueva fórmula de ajuste por inflación, está probado que perderán algunos puntos en el porcentaje de aumento de sus haberes. Los gobernadores ya se lo advirtieron al Gobierno en la reunión del jueves. En la Casa Rosada la orden es no hablar.