Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Los inversores serán más exigentes con el Gobierno

El optimismo de los mercados es fundamental para el plan que tiene por delante el Gobierno, que básicamente consiste en seguir con el gradualismo.

La elección encuentra a la economía en su mejor momento. Aunque todavía no se conocen los datos finales, el tercer trimestre habría terminado con una expansión cercana al 5% en términos interanuales, contra 2,7% del período anterior. Prácticamente todos los sectores están creciendo aunque a distintos ritmos: la construcción y el sector financiero vuelan, la industria viene firme luego de un muy pobre 2016 y el consumo masivo empezó a mostrar signos de vitalidad. El campo mantiene el buen tono que ya mostró el año pasado y proyecta también un 2018 positivo. Entre los sectores más rezagados se encuentran la producción de petróleo y gas, aunque con buena expectativa de repunte.

La euforia financiera está relacionada con este cuadro. Un Gobierno promercado, que salió del default, dejó el cepo cambiario atrás y está en vías de normalizar tarifas está alineado con los inversores. Pero si a eso se suma que luego de la caída del año pasado sobrevino una importante recuperación, dejando bien atrás la recesión, el combo es completo. La caída del riesgo país que ya roza los 350 puntos básicos y se acerca al de Brasil es el mejor síntoma de esta tendencia favorable. Tanto el precio de las acciones y de los bonos marcan récords casi a diario, reflejo del interés que hoy muestran los inversores por comprar activos argentinos.

Este optimismo de los mercados es fundamental para el plan que tiene por delante el Gobierno, que básicamente consiste en seguir con el gradualismo. Como la propuesta es que el déficit fiscal baje de a poco, la única manera de financiarlo es tomando deuda tanto en el mercado local como en el exterior. El año que viene serán por lo menos USD 30.000 millones. La buena noticia es que como las tasas se encuentran en pleno descenso, los intereses derivados de las futuras colocaciones de bonos no tendrán un peso tan importante.

Los mercados continúan de “luna de miel” con el Gobierno. El romance se tomó un descanso hacia mediados de año, por dos causas: la decisión del comité del índice elaborado por Morgan Stanley de no incluir este año a la Argentina como mercado emergente (continúa en la categoría de fronterizo al menos hasta el año que viene) y la decisión de Cristina Kirchner de presentarse como candidata a senadora. Pero las dudas duraron apenas un par meses y luego los activos financieros retomaron su rally alcista.

Pero no todas son apuestas especulativas. La inversión está creciendo a un ritmo de 10%, más del doble que el consumo, y para el año que viene se espera que se expanda al 12%. El éxito que obtenga el Gobierno para captar interés del sector público en las obras de infraestructura que se vienen será clave para ese objetivo.

Pero aún en medio de la euforia, las elecciones marcarán una nueva etapa de la relación de la Argentina con los mercados financieros. Con tasas bastante más bajas que hace un par de años y valores de los activos mucho más altos, las exigencias serán mayores. Dejará de pesar el contraste con el gobierno populista de Cristina Kirchner y estará más pendiente de los futuros pasos que den Mauricio Macri y su gabinete para consolidar la reactivación.

No habrá mayoría en el Congreso, pero el oficialismo tendrá mayor peso para votar leyes claves. La reforma tributaria y una reducción del peso de impuestos distorsivos, cambios en el mercado laboral, avanzar en mejoras de la competitividad y la nueva ley de mercado de capitales son sólo algunos de los temás más relevantes que aparecen en la agenda inmediata.

No será la primera ni la última vez que un Gobierno consigue un par de años buenos como serán 2017 y 2018. También los tuvieron Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Néstor Kirchner. Pero luego de períodos de bonanza llegaron las crisis que finalmente generaron más desocupación y pobreza.

El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, se mostró convencido de que el país evitará esos típicos péndulos. Pero las bases son aún endebles, empezando por un elevado déficit fiscal que este año llegará a casi 7 puntos del PBI (incluyendo pago de intereses y provincias), mientras que el rojo comercial superaría los USD 6.000 millones. Estos déficit gemelos ya han ocurrido en otras épocas y el final de la historia nunca fue bueno.

Pero hay tiempo para corregir lo que todavía no funciona bien para evitar que esta reactivación no dure un suspiro. No hacer nada por la confianza que genera un resultado electoral favorable podría ser la peor decisión.