Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Una trompada a una agenda disociada de la realidad

La columna semanal de nuestro corresponsal en la capital de la provincia.

El asesinato días atrás de un colectivero en La Matanza, gravisímo y doloroso, no sólo se sumó a la larga lista de crímenes sangrientos que ocurren a bordo de ese transporte público desde hace décadas en el Gran Buenos Aires, sino que volvió a instalar la inseguridad en primera plana de la agenda nacional.

En líneas generales y más allá del malhumor de la sociedad por la estructural crisis de seguridad en el conurbano, el fenómeno delictivo no se soluciona golpeando al ministro Sergio Berni o a quien sea.   

La violencia no es una opción para resolver una crisis estructural de inseguridad que es una realidad, no una sensación, ni una construcción mediática. 

El episodio vivido el pasado lunes a un costado de la General Paz en medio de un intento de negociación entre Berni y los compañeros del colectivero asesinado fue, para muchos analistas, una trompada a una agenda política que parece disociada de una realidad social que viene acumulando una larga serie de “promesas incumplidas”. 

La cuestión merece alguna autocrítica institucional, al igual que el desalentador contexto económico y la inflación. Incluso en este contexto, cuando la agenda de prioridades de la plana mayor de la política, se la pasa discutiendo con frivolidad por sus candidaturas.  

Claramente, la inseguridad se trata de un flagelo sobre el que el Estado debe trabajar para ponerle remedio. Pero también es necesario que antes, en el oficialismo –tanto el nacional como el bonaerense- deben dejar de lado sus diferencias domésticas y apaciguar el nivel de enfrentamiento verbal que desde ambas áreas a cargo de  Seguridad vienen sosteniendo a todo volumen.

Fue el propio Berni quién denunció haber sido víctima de una “emboscada” y denunció el despliegue de “infiltrados” que buscaron una utilización política del asesinato, y después durante una entrevista televisiva lanzó: "No sé si nos tiraron un muerto".

Algunas horas antes ya se comenzaba a instalar cierta  anomalía en torno del episodio mortal. “Buscan desestabilizar la gestión Kicillof y así evitar su objetivo político de ir por la reelección”, decían algunos portavoces del oficialismo. 

No es la primera vez que en la gobernación sospechan de una “campaña sucia” en contra, por ejemplo durante la pandemia sanitaria.

El jefe de Asesores y mano derecha de Kicillof, Carlos Bianco, tildó de “golpista” a Diego Santilli, el diputado nacional y precandidato a gobernador del PRO, cuando afirmó que la población “no aguanta a diciembre a un cambio de gobierno” y reclamó “tomar medidas ya” para terminar con la inseguridad. 

Entre las supuestas anomalías, el gobernador  vinculó los incidentes con los colectiveros con una visita de Patricia Bullrich días antes a La Matanza. “Rara, como encendida..”, canturrean tangueros en las diagonales.

En Juntos, ya sin el expresidente Mauricio Macri en carrera, algunas cuestiones internas comienzan a esclarecerse, sobre todo en el PRO. En el caso de la Provincia, parece fortalecerse la posibilidad de una interna entre el colorado Diego Santilli, y algún hombre de Patricia Bullrich. En las últimas horas se especuló con el, hasta hace poco, candidato de Vidal, Cristian Ritondo, después de la reunión que mantuvieron Bullrich y el propio Ritondo.

Este rearmado dentro del espacio de Bullrich obedece casi exclusivamente a su propia estrategia electoral de “I latina”, que propuso ella misma en la última reunión partidaria: candidatos propios en todos los niveles, sobre todo pensando en los armados locales, que necesitan sí o sí figuras más arriba de la boleta que le traccionen votos.

Más claro lo tiene el sector de Horacio Rodríguez Larreta, que ya largó a su propio candidato hace tiempo –el colorado Santilli-, y aprovechó todo este tiempo para caminar la Provincia y seguir con el armado propio.

Con el tiempo y los recursos a favor, Santilli mira el horizonte bonaerense pensando en quien será finalmente su compañero de fórmula, que podría ser uno propio, en el caso de llegar a internas, o alguno de sus socios partidarios, en el caso de candidato único.

En esa encrucijada se encuentra hoy el radicalismo bonaerense. La estrategia de su presidente, Maxi Abad, podría colisionar con la posibilidad de que finalmente la interna sea por partido, y no mixta.

Falta mucho, pero no tanto, para las definiciones electorales, y hoy por hoy en el campamento opositor todo indica que habrá una gran PASO nacional, provincial y municipal. También podría darse, mirando la foto actual, una contienda de fórmulas cruzadas, con amarillos y radicales en las dos veredas  

Y un tercer factor de la ecuación, no menos importante, es el rol de Elisa Carrió y la Coalición Cívica bonaerense, donde la chaqueña parece ser la interlocutora de un posible desembarco de José Luis Espert al espacio de Juntos, para una suerte de gran primaria, pensando en las elecciones generales de octubre, donde la Provincia, como todos saben, no prevé segunda vuelta.

Para Juntos es vital sumar los votos que se le están escapando por derecha, con el crecimiento de los libertarios y sobre todo, de la figura de Javier Milei.

En la Nación suponen que en una segunda vuelta esos votos irían, no por convicción sino por descarte, a Juntos. Pero en la Provincia cada voto cuenta, porque gana quien saque más votos, sin importar la diferencia.

La incorporación o no de Espert también será también fruto de una negociación. El economista sabe que va a una contienda donde no tiene casi ninguna chance de ganar, y el acuerdo entonces deberá ser en las listas o con alguna promesa a futuro. Se sabe, el sueño de Espert es alcanzar el Ministerio de Economía.