Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Joaquín Saurí, el arquitecto del art nouveau

Nacido en Barcelona, Saurí desarrolló un magnifico conjunto de obras, muchas de ellas resueltas en estilo art nouveau.

Hace 110 años, en abril de 1913, falleció el arquitecto Joaquín Saurí, quien durante los seis años que vivió en nuestra ciudad dejó un novedoso y amplio legado arquitectónico.

Nativo de Barcelona, Saurí llegó a la Argentina en 1898, con 22 años de edad. Ingeniero, egresado de la Academia Militar de Guadalajara, a los 26 años ingresó en la Universidad de Buenos Aires, convirtiéndose, en 1906, en el decimosexto arquitecto graduado en el país. Ese mismo año se radicó en nuestra ciudad, asumiendo como vicerrector y profesor del Colegio Nacional.

Simultáneamente desarrolló su tarea profesional. Su primera obra fue para Braulio Bilbao, un edificio en la esquina de Brown y Anchorena de estilo art nouveau, algo completamente novedoso en la ciudad. Esa vivienda, conocida como "La casa del ángel", es una de las más destacadas de nuestro patrimonio por su valor artístico. Luego siguieron, entre otras, la fachada del ex Colegio Nacional, el chalet para Apolinar Bañuelos (hoy sede de la Sociedad Sportiva), la casa Vilela, en Fitz Roy casi Brown, el edificio de Alsina y Soler (ex pensión Alsina) y el castillito de la avenida Alem.

El Castillito de avenida Alem 1220, 1909

Casado con Benigna Rodríguez, en febrero de 1913, lo más selecto de la sociedad bahiense se reunió en su casa de calle Sarmiento al 200 para celebrar el bautismo de Antonito, su séptimo hijo.

Casa del Ángel, Brown y Anchorena, 1906

Por entonces, una tristeza lo embargaba: un año antes había atropellado con su automóvil a un vecino que descendía del tranvía en calle San Martín y Las Heras, causándole la muerte. Jamás superó esa desgracia y se sumió en reiterados estados depresivos.

 La noche del 18 de abril de 1913 sufrió un derrame cerebral que le costó la vida. Tenía 36 años. Nunca antes se vio un cortejo fúnebre tan nutrido. “Saurí tuvo las grandes virtudes de un maestro: el saber, la bondad y el carácter”, dijo en el cementerio Enrique Mallea, en representación de los alumnos del colegio.

Alsina y Soler, 1911