Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Es tiempo de campaña, es hora de cambiar

Luego de cuatro décadas de democracia es tiempo de exigir a los políticos compromiso y sinceridad e incluso juzgar su desempeño si sus acciones han jugado en contra del bienestar de todos.

Se acerca un nuevo tiempo de campañas políticas, de cara a las elecciones que este año definirán nuevas autoridades para un país que atraviesa uno de sus momentos más complicados en 40 años de democracia.

Una etapa de candidatos desarrollando cada cual su estrategia electoral, con los consabidos slogans, repetidos y repetidos en el tiempo, por una Argentina grande, con más trabajo, más educación, más seguridad.

Sin embargo luego de cuatro décadas lo único que se ha logrado –lo demuestra cualquier estadística seria— es retroceder, tener cada vez más inflación, estar endeudados, con más pobres y entre los países con más corrupción.

Lo sucedido con el ministro de seguridad bonaerense Sergio Berni, al presentarse a una protesta de chóferes de ómnibus por el asesinato de un compañero, es una muestra de algo que se advierte en la sociedad: un cansancio extremo, un hartazgo de ciertas puestas en escena, un punto final a palabras de ocasión.

Es necesario entonces que toda la experiencia vivida en estas décadas sirviera para algo y que las nuevas generaciones sean capaces de mejorar los resultados que genera la democracia al permitir que el gobierno sea elegido por el pueblo.

Los políticos se han acostumbrado a hacer promesas que no cumplen, a comprometerse a acciones contrarias a las que luego practican, a asegurar futuros de grandeza y entregar presentes de pobreza.

Es entonces tiempo de propuestas serias, de programas reales, de objetivos claros y ciertos. Es momento que la ciudadanía reaccione cuando esos objetivos no se cumplen y que los falsos profetas rindan cuentas por lo que hicieron.

Ningún gobernante debiera salir impune de sus actos, de sus decisiones equivocadas, de sus acciones dañinas. No hay más lugar para eso, porque es el pueblo el que ha hipotecado su presente y el futuro, propio, de hijos y de nietos.