Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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El impacto psicológico de la inflación

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Días pasados se conoció que el Nivel general del Índice de precios al consumidor registró un aumento mensual de 6,6% en febrero, y que la comparación interanual perforó las tres cifras ya que tuvo un incremento de  102,5%. Los expertos darán miles de explicaciones, para la gran mayoría de las personas se traduce en que el dinero no alcanza, todo aumenta, una franja establece una serie de recortes y otra gran parte está sumergida en la pobreza y la indigencia.

La falta de certezas se traduce en inseguridad económica y organizar la lista de alimentos y los gastos básicos se traduce en un desafió a veces extenuante. No hay dudas de que la calidad de vida se ve afectada y que impacta en la salud mental. Las preguntas son: ¿cómo afecta una economía anémica a los estados psicológicos y cómo altera el sistema familiar?

Yoyce Lee, de la Universidad estatal de Ohio, y Brenda Volling, de la Universidad de Michigan, junto a un grupo de investigadores, estudiaron cómo los bajos ingresos familiares están asociados con las condiciones de salud mental y el funcionamiento de las relaciones. Cuando un niño pide algún elemento escolar, zapatillas o directamente alimento y en la familia los recursos son escasos o inexistentes el impacto psicológico nunca es menor.

El hallazgo de las investigaciones fue que más que los bajos ingresos son las dificultades cotidianas las que se relacionan directamente con el estado de salud mental de los progenitores. Las madres muestran conductas más conflictivas que los padres y discusiones, maltrato, menosprecio a los sentimientos ajenos e insultos, van en aumento.

La relación es que a mayor inestabilidad económica mayor es la violencia en todas sus manifestaciones y de esta forma niños y adolescentes crecen en un clima familiar completamente disfuncional. La investigación reveló también que cuando el dinero no alcanza para pagar un alquiler, cubrir gastos básicos o medicamentos los hombres muestran mayor porcentaje de síntomas depresivos.

Que el dinero no alcance o alcance cada vez menos impacta severamente: dificultades en la concentración, alteraciones en el sueño, sentimientos de tristeza, desinterés, trastornos en los hábitos alimenticios y aislamiento son algunos de los síntomas más frecuentes.

La secuencia de conductas se traduce en un círculo nocivo puesto que ante la inestabilidad económica se altera el clima familiar, los integrantes se vinculan a través de sentimientos negativos, impera la violencia que jamás es inocua e impacta en la pareja y en el resto de los integrantes de la familia.

No es fácil, pues romper ese circuito comunicacional y terminar de dar vueltas sobre lo mismo es complejo. Si bien la solución estructural es ajena a la persona, intentar mantener la calma, la unión y especialmente evitar la violencia, aumenta la probabilidad de resistir y atravesar un clima económico devastador. No hay crisis que no tenga impacto psicológico, el tema es que cuando hay hambre hasta la Psicología se vuelve impotente.