Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

El Palacio de las Palomas

Fue uno de los mejores cines del país. Su fachada art decó, hoy completamente maltratada, está además en manos de las palomas.

Nada mejor que una fachada escalonada y con molduras para el hábitat urbano de las palomas. Lugar ideal donde posarse, mirar desde lo alto y, a lo sumo, ensayar un vuelo casual cuando un ruido las asusta.

Bahía Blanca sufre hoy, como muchas ciudades del país, la presencia de estas aves en calidad de plaga, con una de las acepciones de esa palabra: “Abundancia de algo nocivo”.

Los especialistas estiman en 120 mil la cantidad de palomas locales. Un exceso, una calamidad cuando se entiende que, dada la población bahiense, no debería haber más de 30 mil.

Plaga porque además estas aves que, curiosamente, son símbolo de la paz, son trasmisoras de varias enfermedades, como infección pulmonar, del sistema nervioso central, Salmonelosis y neumonitis, entre otras.

En los edificios donde viven, anidan y se reproducen, generan suciedad, corrosión y erosión de sus muros y componentes, además de olores indeseados, afectación de las canaletas de techos y suciedad.

Para ejemplo, un modelo

Son cientos los edificios desbordados por las palomas. Basta mirar hacia arriba para detectarlas ocupando sus partes. Entre esos tantos queremos citar a la que fuera una de las salas de cine más amplias, modernas y lujosas del país: el Palacio del Cine, en calle Chiclana 176, que funcionó entre 1928 y 1991.

Su fachada, rediseñada en 1932, responde al art decó, estilo de auge en el tiempo de entreguerras (1920-1939), que abarcó no sólo a la arquitectura sino también al mobiliario, muebles, automóviles, joyas, vestimenta, tipografía, juguetes, accesorios y todo aquello que admitiera un toque de diseño. Nació en París y se convirtió en sinónimo de glamour y modernidad al ser adaptado por Hollywood, Miami y Nueva York. Teatros, casinos, restaurant y cines recurrieron a las formas abstractas y geométricas del estilo, utilizando materiales novedosos como el aluminio, la vaquelita, los mármoles de todos pasteles. También fue emblemático en garajes, usinas y estaciones de servicio.

Bahía Blanca, a través de sus calificados profesionales de la arquitectura y la ingeniería, no fue indiferente a este estilo, adaptable también a viviendas familiares, que de este modo salían de los arcos y balaustradas italianizantes para ser parte de un mundo que además sumaba la idea de velocidad, técnica y potencia.

El Palacio del Cine es uno de los mejores exponentes del estilo en nuestra ciudad. Una belleza que hoy resulta difícil percibir en plenitud ya que su frente se encuentra completamente desatendido. Ha sido pintado en tres colores diferentes, no por una cuestión de gusto sino con intervenciones parciales y aisladas, una pieza a medio terminar. Ha perdido además los vidrios de sus dos elementos verticales de planta triangular y sus singulares guardas de flores circulares van cayendo, afectadas por el paso del tiempo y del clima.

Y si algo le faltaba sumar a ese paisaje, se han sumado las palomas, que ocupan su parte superior, organizadas en tres niveles, uno en cada cornisa que se genera con el juego de volúmenes entrantes y salientes. Anidan en el lugar, dejan sus excrementos y dominan cada centímetro cuadrado, sacando provecho de que no existe acción alguna –púas, redes—que eviten esa ocupación.

Fue y será

Cuando el palacio del Cine cerró sus puertas, rápidamente se procedió a la reorganización del edificio con otros destinos. El hall de acceso, también de líneas art déco en pisos, cielorrasos y detalles decorativos y con escaleras de mármol de Carrara, se reconvirtieron en locales comerciales que, para tener una profundidad adecuada, también ocuparon parte del sector de plateas bajas, levantando una pared que dividió en dos ese espacio que supo contar con 1500 butacas.

Quedaba sin destino la otra mitad de la sala y la zona del escenario-pantalla. Para sacar provecho de ese espacio se lo convirtió en cocheras, con acceso desde la zona del escenario, ingresando desde calle Belgrano. La intervención afectó muros, molduras, dejó una gran abertura donde supiera estar la pantalla y sumó una gran rampa para descender al nivel del piso original.

Final

Inventariado como bien patrimonial por su historia y por su arquitectura, el lugar no responde ni remotamente a semejante designación. Si bien es imposible pensar en recuperarlo como cine, poner en valor su fachada y controlar la cartelería de los locales comerciales, pondría en escena una obra de arte maravillosa, testimonio de la época de oro del cine y un modelo relevante a nivel mundial de un estilo que hoy se reconoce entre los grandes legados de la arquitectura.

Fachada multicolor