La plaza Pellegrini y una intervención favorable

Mario Minervino

mminervino@lanueva.com

Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.

Cerca de 90 millones de pesos destinará la comuna para las obras de puesta en valor de la plaza Pellegrini, ubicada en calles Moreno y Tucumán.

Se trata de una de las plazas más antiguas con que cuenta la ciudad, habilitada a principios del siglo XX por decisión del intendente Valentín Vergara, ocupando parte de lo que había sido el cementerio de la ciudad hasta fines del siglo XIX.

Es una plaza de escala barrial, aunque su distancia al microcentro es de unas pocas cuadras y, más allá de su mal estado general, tiene un uso importante por parte de los vecinos del sector.

El paseo necesita sin dudas una adecuación, considerando un trazado que data de casi un siglo, que la falta de cuidado y mantenimiento ha determinado el retiro de varios árboles añosos –enfermos o secos— y nada se ha hecho en materia de renovación de su reforestación.

Cuenta con una fuente central que hace décadas está fuera de uso y servicio, fisurada y sin agua, y los monumentos que en distintas épocas han sido ubicados en ese espacio han sido completamente vandalizados, quedando algunos restos y escombros.

También se han demolido, en cuestionada decisión, las pérgolas construidas a mediados de la década del 40, luego de detectarse algunas fallas estructurales que no eran difíciles de reparar. Esa intervención ha quitado al lugar espacios de sombra y su carácter al paseo.

Siempre la mejora de los espacios públicos es significativa. Porque claramente son sitios de esparcimiento, encuentro y distracción, en muchos casos el patio de muchos vecinos y su uso intenso da cuenta de esa necesidad.

Contar con plazas atractivas, bien diseñadas, con adecuado equipamiento y mobiliario, con sombra y juegos, conforma un aporte urbano de valor que debe valorarse en su justa dimensión.