Bustillo: “Invertir en una vaca es un refugio de capital enorme”
El presidente de Angus ponderó la apuesta permanente que realiza el ganadero, pero también dijo que hay que trabajar en docencia para superar los umbrales de producción.
Periodista. Círculo de Periodistas Deportivos de Bahía Blanca. Fue redactor de la revista Encestando (1985-2000). Desde 1987 trabaja en el diario La Nueva Provincia (hoy La Nueva.). Pasó por las secciones Deportes, La Región y La Ciudad, donde se desempeña actualmente. Está especializado en periodismo agropecuario desde 2001. Miembro de la Asociación Bonaerense de Periodistas Agropecuarios. Responsable de las páginas webs de la Asociación de Ganaderos (AGA) y de Abopa.
La pregunta siempre aparece en el aire del campo nacional: ¿Es un buen momento para invertir en ganadería?
“La Argentina es un país complejo. Nuestra macroeconomía está muy complicada, pero entiendo que invertir en una vaca es un refugio de capital enorme. Estamos en valores históricamente bajos, ya que hemos perdido muchos terneros y vacas por efecto de la sequía, pero si hoy tuviera un campo donde poner una vaca no tendría dudas sobre qué debería hacer”, dijo el Ing. Alfonso Bustillo, presidente de la Asociación Argentina de Angus.
Más allá del contexto económico, la sequía de las últimas tres campañas, que aún no termina de cerrarse, pone otras condiciones.
“La seca está dimensionada en cuanto a los índices reproductivos de la ganadería. Sabemos que caímos entre 6 y 7 puntos de preñez. Si tenemos 22 millones de vacas, significa que perdimos un millón y medio de terneros, los que no estarán en la zafra 2024. Cuántas vacas se fueron del sistema productivo no lo sabemos, pero son muchas”, agregó.
“El impacto de la seca no fue tan grande como en 2008/2009, tal vez porque veníamos de dos años buenos y nos tomó con un poco más de espalda. Pero el efecto lo seguiremos viendo porque se rompieron los sistemas productivos, se cortaron las cadenas forrajeras, se acabaron ciclos completos y muchos ganaderos debieron salir del ternero, que lo llevaba a un novillo, y esos kilos de carne ya no están”, indicó.
“Al haber sistemas mixtos se cortaron muchas cadenas de pago. Por eso es un milagro que los remates aún sigan funcionando de la manera que lo hacen. En tal caso, es una nueva visión de la producción donde no se escatima la inversión en genética”, indicó el Ing. Bustillo, quien pasó por Bahía Blanca con motivo de la última exposición rural de Bordeu.
“Siempre digo que, dentro de la matriz de costos de la cría, es uno de los insumos de menor impacto en los costos, pero uno de los de mayor repercusión en la producción. Uno no debe quedarse en un sistema donde se puede optimizar la nutrición, la sanidad y el manejo pero, si no tenemos la genética, habrá un techo bajo”, amplió.
“Está claro de que no se puede incorporar de un día para otro. Esto es, se puede hacer un verdeo y tener comida en tres meses. O llamar al mejor laboratorio para que realice un plan sanitario, o buscar al mejor ingeniero agrónomo o médico veterinario para que presente un plan de manejo, pero la genética siempre debe rondar entre los corrales”, aseguró.
“Por eso el ganadero no debe escatimar a la hora de invertir. Un toro no es bueno porque sea lindo, porque tiene una buena cabeza o una buena culata. Lo que interesa es que esas características las transmita a su descendencia en las variables que a mí me interesen. Lo importante de un reproductor es que su fenotipo sea el que quiero, pero que su información sea la que necesito para poder direccionar el negocio hacia donde pretenda”, explicó.
—Ing. Bustillo, ¿cuáles son las debilidades en este sentido?
—Si hablamos de la genética, sólo el 20 % de los toros pasa por algún registro de Asociación. Es decir, hay mucho toro bolsa blanca. Acá estamos en una zona triguera y podemos introducir la mejor genética del cereal y con las característica adecuadas, pero debemos saber que la variedad de trigo está certificada. Si un toro es bolsa blanca no sabemos hacia dónde vamos; tampoco si dará alto peso al destete, o no; o si dará bajo alto peso al nacer, o no. Ciertamente, una de las debilidades es que el ganadero sigue haciendo sus propios toritos sin ningún tipo de dirección.
—¿Cuál es la forma de corregir esta tendencia?
—Con mayor difusión. Acercarse al criador comercial es también el rol de las Asociaciones y de los dirigentes para dar el mensaje en forma personal y trabajar con fuerza en la docencia. El ganadero debe salir de un pensamiento que no lo ayuda a superar umbrales de producción.
—¿Cuál es la ecuación en este sentido?
—Es clara: la fertilidad no se negocia. Seleccionemos reproductores con fertilidad deseada y no perdonemos una vaca porque quedó vacía si la compañera quedó preñada.
“Ejemplo: si tenemos 100 vacas, preñamos 95. De tacto a parto podemos perder entre 6 a 7 puntos; estamos en 89. En preparto si salvemos uno o dos puntos, quedamos en 87. Con ese dato vamos al destete para perder un 3 % más y llegamos a 84. Si ese 84, en vez de pesar 180 kilos, pesa 220 kilos obtendremos una diferencia muy grande en cuanto a la preñez por fertilidad, a los terneros nacidos vivos por facilidad de parto y a los kilos de destete por elegir un toro que tiene alto peso al destete. Es decir: ¿cómo no elegir un toro que, acaso, cuesta 100 o 200.000 pesos más contra otro que no sabemos lo que nos va a dar? Estos números hay que hacerlos y con la información el ganadero tiene que darse cuenta que ahorrar en esto resulta muy caro.
—¿Cuál es la actualidad de la raza Angus?
—El 80 % del rodeo nacional es Angus, o de sus cruzas. Es decir, no hay una mejor alternativa para el negocio ganadero que una vaca Angus.
“Ahora, la Asociación está muy bien en cuanto a la fortaleza de los programas de remates que, este año, superó todas las expectativas. En el primer semestre auspiciamos la venta de 100.000 terneros en remates especiales, algo que nos importa porque es una forma de llegar al ganadero comercial. Y ya llegamos a 180 remates de cabañas.
“El ganadero argentino debe salir de un pensamiento que no lo ayuda a superar umbrales de producción”.
“En el programa puro controlado vamos creciendo y este año vamos a marcar unos 100.000 animales. El programa de genética viene muy bien. El ERA (Evaluación de Reproductores AnGus) también y ya alcanzamos el octavo año del programa de conversión. Aquí destacamos seleccionar aquellos animales que, consumiendo menos, producen lo mismo, más que nada por el alto impacto que se logrará en lo productivo, pero también en lo ambiental.
“En exposiciones los circuitos están muy fuertes. En tal sentido, cambiamos los estatutos y la Patagonia es autónoma, la zona centro sumó a Mendoza y a San Luis y estas regiones, como la principal de Bahía Blanca, tiene sus propios programas”.
—¿Y respecto de la carne?
—El programa es muy importante para nosotros. En 2022 certificamos y exportamos 4.000 toneladas. Este año estamos superando esa cifra, aunque a un precio menor, pero trabajamos fuerte para tener carne Angus Certificada en el mercado interno y estamos cerrando convenios con distintas carnicerías y cadenas de distribución relevantes.
—¿Cuál es el impacto de la carne Angus Certificada?
—El trabajo final de nuestra actividad es un bife en un plato, que debe ser el mejor a partir de un programa que comprueba atributos de calidad. Y por las características de grasa intramuscular que le da un sabor único, el mejor es el bife Angus. Si te invitó a comer un asado a mi casa y voy y compro carne Angus Certificada, sé que tengo garantizado saber que es un animal joven, que tuvo bienestar animal y demás cuestiones relacionadas con la calidad. Si es así tendré la certeza de que quedaré bien con vos. Ahora, si voy a una carnicería y no compro este tipo de carne, posiblemente también quede bien porque la carne argentina es muy buena, pero tendré una duda.
Bustillo y el bahiense Jorge M. Grimberg, titular del IPCVA, en la reciente Anuga 2023 de Colonia, Alemania.
“Lo cierto es que, hoy, el mundo quiere tener cada vez más certeza respecto de los alimentos. Tener Angus Certificada para exportar, o para el mercado interno, es algo que ya no se tendría que discutir”.
—¿El consumidor está dispuesto a pagar ese diferencial?
—Hay nichos de alto, medio y bajo poder adquisitivo. No podemos pretender que alguien de bajo poder adquisitivo quiera algo de medio o alto, pero a ellos hay que darles el producto que quieren. Puedo tener un auto que me cueste un millón de pesos y hay mucha gente que lo puede comprar, pero hay otros que valen 10 millones. Y quien los quiere y los puede pagar.
“No hay un producto estándar y no es todo lo mismo dentro de una res, que se integra, puede ir a mercados de menos consumo y a cortes populares. O a otros con cortes premium, como los traseros. Si eso está certificado, tendrá un mayor valor porque a la diferenciación hay que pagarla”.
—Ganadería y sustentabilidad. ¿En qué nivel de discusión estamos?
—Nuestra casa grande es el planeta donde vivimos. Y desde la Revolución Industrial nos hemos dedicado a contaminarlo, en un calentamiento global que nos afecta y en medio de un cambio climático que nos toca. ¿Cuánto tiene que ver el hombre en todo esto? En mucho.
“¿Qué pasa con las vacas? Emiten metano. El producto de la rumia es la emisión de gases que permanece poco tiempo en la atmósfera, pero es contaminante. A su vez, los sistemas pastoriles, o silvopastoriles, como los que tenemos nosotros, captan dióxido de carbono por efecto de la fotosíntesis. Se produce el denominado balance de carbono. Nuestras vacas emiten, y nuestros sistemas captan. Y ese balance en general es neutro y, en muchos casos, positivo. Lo que tenemos que hacer es ir por la positiva y mostrarle al mundo urbano, que tanto nos critica, que nuestros sistemas de producción son sustentables”.
Carne en góndola: ¿cara o barata?
“Como ganadero soy un empresario. Tengo capital en tierra, en vacas y vuelco mi trabajo a esta actividad. De toda mi producción también tengo costos y debo obtener una renta. Si lo que produzco tiene costos altos, con una inversión de capital también alta y debo tener una renta mínima para sostenerme en la actividad, el precio de la carne debe ser ese. No es algo que se inventa”, dijo el Ing. Bustillo.
“La política no puede decidir cuánto vale la carne, (sino que) lo hacen los sistemas productivos. Tampoco puede decidir cuánto vale un auto, porque cuando los gobiernos dirigistas empiezan a meter la cuchara hacen que se genere lo que sucede ahora: nos encontramos con un vecino como Brasil que, en este momento, tiene el 80 % de sus cámaras en manos de diputados y senadores del sector agropecuario. Argentina, en cambio, tiene el 6 %”, amplió.
“En Brasil no se toca la política agropecuaria. ¿Qué lograron en 20 años? Ser los principales exportadores de carne del mundo. ¿Qué logró Argentina con sus políticas? Estar estancado en producción, en stock y con cada vez menos productores en actividad”, sostuvo.
El titular de Angus también dijo que hay que integrar la carne.
“El mercado interno es tan importante como la exportación. Si nosotros estamos consumiendo 100 % de lo que producimos, el mercado local lo absorbe a expensas de costos, de precio. Nos comemos todo y barato. Ahora, si el productor recibe poca plata se acaba el sistema, y se arma un circuito vicioso donde a los 4 años faltará carne y valdrá mucho”, detalló.
“¿Qué hay que hacer? Pensemos lo importancia de la exportación y que hay una parte de la res que se puede integrar a mercados de alto poder adquisitivo, que quieren nuestra carne, y cortes que se demandan en el país y no se exportan para que se vuelquen al mercado interno”, comentó.
“Pero produzcamos más; no 3 millones de toneladas actuales, sino 5 M/T y, además, exportemos más. Y el valor que tendrá la carne será el que hay que pagar por ella. Esto pasa con el pollo y con el cerdo. Veamos: ¿por qué es más barato el pollo? porque es más barato producirlo. Lo mismo con el cerdo. No hay magia en esto”, aseguró.
También se refirió a las necesidades de un negocio de largo plazo como el ganadero.
“Tiene que haber previsibilidad. El ganadero que compre el toro de la exposición invertirá más de 2 millones de pesos, lo echará a las vacas cuando llegue al campo y el ternero nacerá en 2024, se destetará en 2025 y, con suerte, será un novillo en 2026. Hay que imaginarse lo que es meter un peso hoy en un toro en esa proyección en nuestro país”, mencionó.
“Pero con previsibilidad los ganaderos sabemos que esos son nuestros tiempos y los vamos a invertir porque el negocio nos va a ir llevando a ser más productivos. Sin eso, invertimos a ciegas a largo plazo”, admitió.
“Miremos a los vecinos: Uruguay no para de crecer y Brasil es el número 1 en exportaciones. No hay magia. Está claro de que somos aliados estratégicos fundamentales de cada gobierno. La agroindustria puede ayudar para que el país deje de tener los guarismos de vergüenza con el 40 % de pobreza, una inflación de más 140 % y que, durante 70 años, ha llevado a la población a una vida miserable”, concluyó el Ing. Bustillo.
El recuerdo permanente de Bordeu
“Si ponemos un compás en Bahía Blanca y nos alejamos del mar con un semicírculo de 300 kilómetros, tenemos partidos muy importantes en cuanto a ganadería, productores eficientes y cabañas importantes. Y siempre aparece Bordeu”, aseguró el Ing. Bustillo.
“Sé de qué hablo. A mí me tocó jurarla, me tocó venir con animales, me toca acompañarla como presidente de Angus y la sensación siempre es la misma: ¡Qué exposición!”, añadió.
“Incluso, tengo una anécdota: A Bordeu la juró mi padre (Mario) en 1966 y yo la juré en 2003; y los premios que nos dieron son similares y los atesoro en un cuadro. Además, me quedó ese lindo recuerdo junto a él, ya que murió muy joven, a los 60 años”, comentó.