Un puente en riesgo
Un puente de tráfico intenso y pesado que se encuentra en pésimo estado general.
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El reciente accidente registrado por un automovilista en uno de los tres puentes que conforman el conjunto de puentes conocido como La Niña, en Ingeniero White, ha sido un llamado de atención para una estructura que hace décadas viene exigiendo su reconstrucción.
La obra fue construida por la empresa del ferrocarril del Sud en 1908, cuando el tráfico vehicular se reducía a carros tirados por caballos y algún que otro camión de no muy pesada carga.
Si ha resistido al paso del tiempo y, sobre todo, al enorme crecimiento en el tonelaje de cargas que soporta se debe casi de manera exclusiva a que los ingleses solían calcular y dimensionar sus estructuras con una revancha amplísima.
Los tres puentes construidos en esa primera década del siglo XX apuntaban más que nada a permitir a los caminantes salvar la playa ferroviaria, la más ancha de Sudamérica.
Hasta entonces, cruzar desde el Bulevar hasta White significaba sortear trenes, vagones y zorras que por cientos transitaban por el lugar.
Ya en la década del 60 comenzó a señalarse el mal estado de los puentes y a alertar sobre una exigencia que podía hacerlos colapsar.
Finalmente, luego de años de discusiones sobre quien debía hacerse cargo de esa renovación, en 2000 se desmontó el denominado "puente metálico chico" y se lo reemplazó por uno de hormigón.
El puente del medio, construido por Vialidad en 1925, de hormigón armado, se verificó que estaba en buen estado.
El metálico largo, que mantiene incluso su calzada de adoquines, es el único que no se reparó, a pesar de que el estudio técnico realizado en ese momento señaló que sus probabilidades de colapsar eran “inminentes”.
La lógica pareciera indicar que con el aporte del Consorcio de Gestión del Puerto y de las decenas de empresas instaladas en el lugar, no debiera significar complejo construir un nuevo puente, acorde a las exigencias y seguridad de uso.