Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Gira por Europa: el mimo que pagó sus estudios con shows en la calle

El pringlense Lucas Petracci explora la pantomima desde niño. Estudió en Francia y Suiza.Actuó en destacados escenarios y sitios históricos icónicos del mundo. Protagonizó una gira internacional.

Lucas Petracci en el Festival de Cine de Locarno.
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Audionota: Juan Ignacio Zelaya

   Lucas Petracci pertenece a esa minoría de personas en el mundo que ha logrado unir su misión de vida con su vocación y destacarse. Nadie se lo regaló. Desde muy pequeño se animó a ir tras su sueño. Nació en Pringles, estudió, trabajó y pagó sus estudios con el fruto de su esfuerzo realizando espectáculos en la calle y en destacados escenarios del mundo. 

   Con solo 22 años sigue abriéndose camino en el mundo de la pantomima en el que comenzó a trabajar a los 11.

   Es mimo, clown y hace magia desde los 7 años. Antes hacía marionetas. Acaba de regresar de una gira por Europa en la que recorrió varios países con un espectáculo que realiza en la calle.

   “No siento haber elegido lo que hago sino al revés, que lo que hago me eligió desde pequeño. A los cuatro años ya era una persona muy histriónica”, contó.

   Cuando tenía esa edad su familia le regaló un teatro de títeres y sintió que daba su primer espectáculo.

   Siempre le gustaron las películas de Charles Chaplin y estar disfrazado. En los actos del colegio o en reuniones familiares expresaba su amor por la performance. 


Hoy se presenta ante famosos como la familia Montaner. En este caso, en un bar porteño un día antes del casamiento de Ricky y Stefi Roitman.

   “A los 11 años me disfracé de mimo por primera vez e hice un número de 15 minutos, Me invitaron a presentarlo en un local de comidas de Pringles, hice 6 funciones y me empezaron a llover eventos por la zona”, recordó.

   Tres años después creó el espectáculo Solo il mio tempo y junto a su entonces profesora de literatura relacionó los números del show con textos literarios y empezó a viajar por las escuelas bonaerenses mostrando su arte y motivando a más jóvenes a enfocarse y seguir sus sueños.

   

   A los 17 se fue a Lyon, en Francia, a realizar el último año de liceo y vivir esta experiencia en Europa.

   En 2017, se fue a Suiza para estudiar en la Academia de Teatro Dimitri, escuela de teatro físico que depende de la SUPSI (Scuola Universitaria Profesionale de la Svizzera Italiana), donde permaneció tres años.

   Finalmente, regresó a Argentina y transitó aquí la pandemia, en Buenos Aires y trabajó como host (anfitrión) en el Presidente Bar, donde realizó magia y era el encargado de llevar a la gente a un espacio secreto de este mismo bar.

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Su experiencia en la escuela.

   En su gira estival por el Viejo Continente, por tres meses (agosto, setiembre y octubre) estuvo en Italia, Suiza y Francia, además de un paso raudo por España. Rescató la recepción de la gente de todas las culturas y edades.

   “Es un show de media hora en el que no uso palabras y puedo hacerlo en cualquier lugar. Solo basta dar play a mi playlist y empezar”, dijo.

   Lucas utiliza música clásica y ópera y combina trucos de magia, danza clásica, slapstick (humor físico como en Los Tres Chiflados) clown y mimo. Es su propio productor.


En el famoso y reconocido Circo Medrano, en Francia.

   “Al no tener palabras el show trasciende todas las barreras y es muy amplio. Jóvenes, niños, adultos y ancianos ven el espectáculo y lo disfrutan a su manera”, mencionó.

   “Hay niños que se acercan y se ríen y hay adultos que se emocionan y agradecen la poesía. Pasan cosas hermosas, como cuando jóvenes de entre 12 y 15 años subieron al escenario todos juntos a darme un abrazo, en grupo. Fue un abrazo multitudinario”, expresó.

   Sus obras exploran el humor, el arte y la alegría. 

   


   En Ascona, Suiza.

   “Soy muy dichoso de poder dedicar mi vida a compartir cosas buenas:  arte, magia, ilusión. Siempre digo que vivo mi sueño despierto desde que tomé la decisión de hacer lo que sentía, de llevar el arte a mi cotidiano, despertarme de ese sueño y comenzar a vivirlo”, reflexionó.


En el Louvre de París, Francia.

   Hoy hace 10 años que presenta espectáculos en Argentina y en Europa. Recorrió un montón de escenarios en Francia, Italia y Suiza.

   Este año lo invitaron a dos festivales en Suiza: el Festival de Cine de Locarno, reconocido a nivel internacional y un Festival de Arte de Calle en Ginebra. Y allí fue.

   En Milán hizo espectáculos frente al Duomo, en el Jardín del Castello y otras importantes plazas. También visitó su Universidad y se quedó unos meses creando el espectáculo El diablo es Pobre. En Lyon mantuvo frescos los vínculos, estuvo en París y visitó Madrid. 


En Milán.

   “Diez años de girar por ciudades eventos, casas, fiestas. Tengo tantas anécdotas hermosas que da ganas de seguir siempre viajando y compartiendo esto que tanto amo”, dijo.

   Cuando estaba en Francia, los contactos generados a través del Rotary Club las puertas para actuar en el Hotel de Ville, en un evento oficial frente al primer ministro, en las Journées du Patrimoine.

   “Si tuviera que proyectar un sueño sería poder seguir con esto y conseguir apoyo para poder llegar a mas lugares y personas y a gente que quizás nunca vio un mimo o sectores con realidades difíciles a las cuales un espectáculo puede hacer bien. Ampliar los lugares para actuar y compartir mi arte”, subrayó.


En el salón dorado de Lyon.

   Sus experiencias educativas en Francia y en Suiza

   Desde pequeño estudió idiomas y siempre tuvo la visión de estudiar afuera del país. En el 2017 aplicó a un programa de Rotary Internacional e hizo un intercambio en Lyon, Francia. 

   A los 17, lejos de casa, empezó más que nunca a encontrarse a sí mismo.

   “Evidencié que era mimo y en eso me transformé, pero esto viene desde siempre. Es un juego que simplemente ahora lo hago de forma más profesional”, añadió. 


En Recoleta, en Buenos Aires.

   En Francia fundó un club Interact (de Rotary) en su colegio a través del cual tuvo mucha actividad con alumnos de la escuela y estrechó lazos con Rotary. Eso derivó en propuestas de trabajos, le permitió cultivar contactos y hacer amigos.

   “Lyon es un lugar al que regreso por los lazos creados”, aseguró.

   En esta ciudad debutó con sus primeros shows de calle, a lo que se dedica actualmente. También solía ir a los hospitales para regalar animaciones de magia y mimo para niños con cáncer y visitaba hogares de ancianos.


En la Municipalidad de Pringles, su ciudad natal.

   Vivir en Suiza le resultó una experiencia muy enriquecedora. 

   “Es un país muy particular porque si bien está en el Espacio Schengen (entre los 26 países europeos que abolieron los controles fronterizos en las fronteras comunes) no forma parte de la Unión Europea. Tienen otra cultura, allí se hablan tres idiomas. Tuve que aprender a hablar italiano porque me mudé al sur de Suiza, cerca de Italia”, dijo.

   Estudió en una pequeña universidad de 40 alumnos en el pueblo de Verscio, cerca de Locarno, en un lugar remoto, en medio de la montaña. El pueblo tiene unos 300 habitantes.


 

   El ambiente fue muy familiar, con una educación muy personalizada y fue muy intenso, con clases que empezaban a las 8 y terminaban a las 17.30 y siempre nos quedábamos haciendo algo para el día siguiente. 

   “Fue una experiencia muy fuerte e inmersiva. Tuve más afinidad con la pantomima y dramaturgia del movimiento. Es lo que más entreno. La pantomima busca expandir las articulaciones, el equilibrio, los reflejos”, destacó.

   Lucas pagó su universidad privada y su vida en Suiza haciendo espectáculos en la calle.


Con este show en Lyon se financió una biblioteca y una cancha de básquet en una escuela de Senegal el Lycee de Yene.

  “Pagué mis estudios regalando flores imaginarias en la calle. Lo hago en mis espectáculos como una forma de regalar la posibilidad de recordar esa flor para que la magia siga viva aun después de terminado el espectáculo”, contó.

   “En Suiza todo funciona, es un país muy cosmopolita, son estrictos con los horarios y las instalaciones brindan un gran confort a los estudiantes. Fue una experiencia muy enriquecedora”, dijo.

   El mimo tiene planes para 2023 y una gran ilusión: seguir compartiendo su arte y magia por el mundo, visibilizando lo que lleva dentro para contagiar a más personas a ver la belleza de la vida en las pequeñas cosas: una sonrisa, una flor de aire, un detalle sutil y encantador.