El teatro Coliseo en problemas

Mario Minervino

mminervino@lanueva.com

Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.

   Hace 114 años, en noviembre de 1908, abrió sus puertas el coqueto teatro Coliseo, ubicado en Brown 162, aunque la función inaugural estuvo a punto de fracasar por no cumplir el edificio con las normativas vigentes en materia de seguridad.

   “Abre esta noche sus puertas el severo y elegante Coliseo, dotado de las más modernas conveniencias públicas propia de los teatros: espacio y temperatura”, señaló este diario al dar cuenta del estreno de la obra a cargo de la compañía dramática de Fernando Díaz de Mendoza, consagrado artista español.

   El Coliseo lucía una espectacular fachada, ostentando en lo alto un gran arco con hermosos relieves. El salón disponía de 400 butacas y 20 palcos altos. Sobre el vestíbulo se ubicaba una confitería, con balaustradas hacia el salón y hacia la calle.

   Cuando todo estaba listo para la velada inaugural, el intendente Jorge Moore citó al propietario del teatro, el vecino Villanueva, para informarle que se procedería a la clausura del lugar por haberse encontrado severas falencias, como la falta de una puerta lateral, de un servicio permanente de bomberos, la necesidad de quitar al menos dos hileras de butacas y de no permitir fumar en la sala.

Con la compañía artística ya en la ciudad, Villanueva explicó lo desastroso que sería para él tener que suspender las funciones programadas. Luego de idas y venidas, Moore dio el visto bueno para que se cumpla esa presentación con el compromiso de que al término de la misma se procedería a realizar los arreglos indicados.

   El teatro Coliseo funcionó hasta 1922, año en que se convirtió en el Palace Theatre, propiedad del empresario Max Glucksman, quien en 1924 hizo actuar en la sala al exitoso dúo de Carlos Gardel y José Razzano. En 1936 el lugar se reconvirtió en el cine Astral, el cual cerró de manera definitiva ese destino en el edificio en diciembre de 1967. El lugar --completamente reformado--  fue ocupado por distintas propuestas hasta nuestros días.