Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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“Hay muchos entrenadores en Bahía que necesitan salir de esa burbuja en busca de otras opciones”

Mario Minervino rompió el molde, dejó todo acá, asumió el riesgo y aceptó el desafío de dirigir en Chile. Sumó experiencia durante cinco años y medio. De ahí emigró a España, donde lleva 15 meses.

El Club Ciudad de Móstoles, donde se desempaña actualmente Mario. Fotos: gentileza Mario Minervino

 

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

(Ampliación de la nota publicada en la edición impresa)

 

   Los mates compartidos, charlando de proyectos, ilusiones y vivencias con su amigo Fabián Sahdi, durante estas tres últimas semanas rompieron con la rutina que lleva Mario Minervino en Madrid, su segundo destino luego de dejar Bahía, allá por 2015, y donde está hace 15 meses, tras su experiencia en Chile.

   “Acá ya estamos con mucho calor”, cuenta el entrenador de básquetbol y profe de educación física.

Mario trabajó y disfrutó varios días con la visita de su amigo Fabián Sahdi.

 

   Su aventura comenzó cuando decidió dejar las divisiones menores, el femenino de Sportivo y su estabilidad laboral en un gimnasio, persiguiendo lo que venía buscando: meterse en el mundo profesional.

   “Antes no se iban entrenadores con poca experiencia, pero creo va a empezar a pasar, porque muchos de afuera miran para Bahía, y ahí hay muchos entrenadores que quizá no dirigen divisiones superiores, pero que están capacitados”, opina.

   “En Bahía –agrega- hay un círculo de entrenadores que es difícil de romper, entonces, hay muchos que necesitan salir de esa burbuja en busca de otras opciones”.

   Él tomó esa alternativa, de la mano de Gastón Fernández, quien estaba al frente de Puerto Varas, y hoy, a los 35 años, Mario ve al básquetbol como profesión.

   “Yo había tenido a Gastón como técnico en Tres Arroyos (Independiente de San Cayetano), pero no nos unía una relación más allá de eso. Necesitaba un asistente y cuando me llamó, Antonella (Vecchiotti), mi mujer, me dijo: ‘Mario, no le des muchas vueltas, si es lo que vos querés’. Yo no conocía el profesionalismo. Y me largué, entendiendo que es verdad que el tren pasa una vez”, recuerda.

En una de las clínicas, junto a Lisandro De Tomasi, Nicolás Vera, Martín Luis, Mauro Richotti y Jose Pisani.

 

   Así fueron haciéndose realidad los sueños y largas charlas con su amigo Martín Luis (actual DT en Bahía Basket).

   “Tenía en la cabeza ser entrenador, de hecho empecé con Martín haciendo los cursos y demás. Un poco soñando o bromeando –recuerda- siempre decíamos que íbamos a tener que irnos por no pertenecer al círculo de entrenadores que tienen vigencia y su nombre en Bahía. Porque nosotros siempre veníamos de atrás”.

   El proceso no fue sencillo. En Chile estuvo cinco años y medio.

   “Llegué a una buena plaza en cuanto a lo deportivo y a una ciudad hermosa. Puerto Varas es muy parecida a Villa La Angostura. Muy tranquila. Pero fue un poco difícil al principio, porque los cursos y las clínicas que había hecho en Argentina no servían. En ese momento en Chile estaban Pantera (Schamberger) y Jorge Alvarez como entrenadores. Donde empezaron a ver que llegaban más entrenadores argentinos, fueron poniendo trabas, por lo que tuve que hacer cursos allá para validar”, aclaró.

   Ahí se quedó trabajando con el primer equipo de Puerto Varas y más adelante le propusieron coordinar y ayudar con las menores.

   “Como la Liga en ese momento era corta, cuando terminaba empezaba con los menores. Me gustó el formato y le daban mucha importancia a las menores. A Puerto Varas siempre le fue muy bien a nivel nacional, de hecho dirigí varias selecciones y fuimos campeones con Sub 14 y Sub 16”, amplió.

   Una linda experiencia y un fuerte desafío vivió cuando Puerto Varas se quedó sin la franquicia de la Liga.

   “Me ofrecieron dirigir, aunque ya con la presión de ascender a la Liga Nacional. La tomé, armamos un buen equipo y salimos campeones. Los primeros años sentía que me faltaba algo, si bien estuve con otros entrenadores como Carlos Iglesias que me ayudó muchísimo. Fue el año que sentí más completo”, destacó.

El equipo con el que ascendió en Chile.

 

   Cumplido su contrato tuvo la opción de ir a Talca.

   “Un club con mucha historia, en el que Pantera salió campeón, pero venía de unos años complicados en lo económico, deportivo y organizativo, por lo que no terminé de convencerme”, argumentó Mario.

   Y entonces se activó otro plan que venían analizando con Antonella.

   “Con mi mujer queríamos venir a Europa y los dos tenemos papeles, así que lo decidimos de un día para otro”, detalló.

Antonella, su compañera de aventuras.

 

   La puerta que se le había abierto para trabajar en Madrid la cerró el COVID. Hasta que apareció la posibilidad en Ciudad de Móstoles.

   “Es un club de torneo local, lejos del nivel de Madrid o Estudiantes –comparó-, pero que trabajan muy bien, sobre todo en el femenino, de hecho estuvieron para ascender a la Liga femenina 2. Me gustó el proyecto y volver a dirigir menores, porque estuve un año y medio sin hacer nada, después de pasar dos meses en Bahía. Ahora estamos terminando la temporada, con el Sub 13, Sub 14 y Sub 18. Le volví a sentir el gustito y estoy abriendo puertas para ver si surge alguna opción diferente”.

   El básquetbol, de todos modos, Mario todavía no puede tomarlo como único medio de vida y junto con la actividad de su mujer, en una empresa, la van llevando adelante.

   “Tuve que sacar otras armas, porque únicamente con el básquet no iba a poder vivir. Volví un poco a la vida de profe con alumnos personalizados durante la mañana y a la tarde voy al club; pero me siento entrenador profesional y ya necesito dirigir. De todas maneras, sé que estoy en el primer mundo, acá no dirige cualquiera”, admite.

Una tarde de paddle entre amigos. Mario, junto a Lucas Victoriano.

 

   Lo cierto es que ahora en España está intentando ganarse un lugar como lo hizo en Chile.

   “En Chile te miran con un ojo abierto y otro cerrado, hasta que ven que trabajás y empiezan a confiar en lo que hacés; particularmente me trataron excelente, no tengo nada que decir. Inclusive, dejé muchísimos amigos. Sí me hubiera gustado ir con algo más de experiencia, sobre todo para tomar algunas decisiones, pero aun acelerando los procesos, como en mi caso, no me fue mal”, reconoció.

   En España, según su visión, tienen bien conceptuados a los entrenadores argentinos. Y eso lo favorece.

   “Antes de venir pensaba que nos miraban de lejos, pero nos tienen muy bien catalogados a los entrenadores argentinos, saben que trabajamos”, resaltó.

   A propósito, el paso de Sergio Hernández dejó su marca.

   “Acá fue una revolución grande cuando Oveja vino a Zaragoza y, a la vez, su salida significó un golpe duro, porque todos los argentinos y los entrenadores en particular, vimos que nos abrió una puerta y, después, su salida apagó un poco la luz”, dijo.

Los U18 de Ciudad de Móstoles.

 

   La metodología de enseñanza no varía demasiado respecto de la Argentina, aunque sí en España, de acuerdo con lo que indica Mario, están más limitados en cuanto a disponibilidad de los jugadores.

   “En las menores es un poco más difícil, porque los chicos tienen una carga horaria alta en escolaridad. Hasta los 18 años salen todos los días, menos uno, a las cinco de la tarde. Acomodar las tiras de los entrenamientos se complica y, además, los chicos terminan reventados”, puntualizó. 

   Respecto del nivel, la diferencia se manifiesta en el físico.

   “Acá hay jugadores para hacer dulce (sic); aparecen muchos hijos de africanos que nacen acá en España, con una biomecánica y un físico que no ves en otros lados. Entonces, terminan levantando el nivel de los torneos locales. Comparado con Bahía, donde hay muy buenos jugadores, técnicamente se puede nivelar, pero físicamente no hay comparación, porque en juveniles llegás a tener cuatro chicos de dos metros. Y eso está muy bueno, porque te hace cambiar la forma de entrenar”, señaló.

   Mario ya transitó parte del camino por Chile y sigue rumbeado con el básquetbol por España.

   Es evidente que para este caminante no hay un único camino, sino que se hace camino al andar...

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