Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Incógnitas que sólo develará el veredicto de las urnas

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

   La reflexión pertenece a un funcionario con acceso cotidiano a los despachos presidenciales, pero no es de su exclusividad. Más bien, se diría, es como un reguero que en los últimos días recorre los pasillos del poder. Un secreto a voces. Dice esa alta fuente que el futuro del gobierno del presidente Fernández, en términos de cómo será el plan o las herramientas con las que contará para encarar sus dos últimos años de gestión, será develado por el resultado de las elecciones del 14 de noviembre.

   “Si habrá cambios o no habrá, si serán muchos o pocos, eso sólo lo sabremos la noche del 14 y podremos empezar a procesarlo el día siguiente”, dice el funcionario, quien agrega como para tener en cuenta de qué cosas se habla por estas horas en el Gobierno respecto del futuro cercano que comenzará a escribirse dentro de una semana: “Depende del resultado, de cómo venga”.

   Esa última confesión en privado parece remitir a un sentimiento que en el Gobierno, en el Frente de Todos y en oficinas puntuales como las del Instituto Patria, se ha hecho carne. Nadie, o casi nadie, cree por estas horas que pueda revertirse el pronóstico del grueso de las encuestas, aun las que encarga el propio oficialismo, que vaticinan que el domingo que viene se repetirá la derrota sufrida en las PASO, punto más o punto menos.

   En las últimas horas, sin embargo, se registró un cambio de mirada al menos en la provincia de Buenos Aires, donde según varios sondeos de última hora, que fueron adelantados por fuentes gubernamentales en la mañana del martes, se estaría dando un escenario de empate técnico. Victoria Tolosa Paz habría logrado casi emparejar la marcha de Diego Santilli, y colocarse a menos de un punto de diferencia, lejos de los casi cinco puntos que el dirigente porteño le sacó el 12 de septiembre con la ayuda de las otras candidaturas que presentó Juntos por el Cambio.

   Ese dato, que no es menor tratándose de la madre de todas las batallas, no alcanza sin embargo para despejar el pesimismo respecto del resultado a nivel nacional, y de otras proyecciones en provincias en las que el Gobierno se juega la mayoría en el Senado como La Pampa, Santa Fe y Chubut. O del enorme retroceso en Córdoba, donde el Frente de Todos (Caserio-Gill) quedaría en cuarto lugar detrás de Juntos, el peronismo cordobés de Juan Schiaretti y el Frente de Izquierda.

   Todas las alarmas sonaron en las últimas horas en el despacho del ministro del Interior, Wado De Pedro, cuando le acercaron encuestas que agigantan esa derrota y hasta abren dudas sobre si Caserio logrará retener la banca en el Senado que pone en juego. Sobre llovido, mojado.

   El dato más buscado, con todo, sigue siendo el tamaño que tendrán las modificaciones que haría el presidente Fernández en su gabinete, se entiende que en consulta con Cristina Fernández y el resto de los socios mayoritarios del Frente, para relanzar la gestión con la mira puesta en las presidenciales de 2023.

   Hay allí una cuestión en danza que muy pocos se arriesgan a dimensionar: hasta qué punto el Presidente gozará de autonomía para gestionar y hacer cambios, cuando se dice entre murmullos en los pasillos que el Instituto Patria planea completar el recambio de funcionarios que no funcionan y reforzar el predominio del cristinismo puro desde la misma mañana del lunes 15.

   La estabilidad del ministro de Economía, Martín Guzmán, que parecía garantizada luego de aquel vuelco hacia posiciones ultras del cristinismo a la hora de pararse frente al FMI, pareciera otra vez puesta en duda tras los escasos resultados obtenidos durante su viaje a Roma. Sonó a poco, en especial a quienes conocen los vericuetos de la diplomacia, la inclusión de un párrafo en la declaración final de la cumbre en la que se recomienda “seguir analizando” la posibilidad de modificar en el futuro la normativa respecto del pago de sobretasas de aquellos países como la Argentina que se han excedido en la cuota parte de crédito que pueden tomar. Sarasa, parafraseando al propio ministro.

   El rumor del reemplazo de Guzmán por el secretario de Comercio, Roberto Feletti, quien se mudaría al quinto piso del Palacio de Hacienda junto a Débora Giorgi como viceministra si se confirman los malos pronósticos electorales, sonó con fuerza esta semana en la Casa Rosada y en el Congreso.

   Entretanto, el Gobierno se vio envuelto en resquemores sobre la verdadera fortaleza de la coalición de cara a una posible derrota el próximo domingo, y más aún el día después, surgidos en algunos casos de las propias entrañas del oficialismo. Ocurrió en medio de la intervención quirúrgica de Cristina que sorprendió a más de uno y hasta generó presurosos llamados de varios gobernadores al Jefe de Gabinete Juan Manzur. Dicen que un puñado de allegados que se cuentan con los dedos de una mano, entre los cuales se descuenta que están sus hijos Florencio y Máximo, conocían el dato antes de que sorpresivamente se lo difundiera oficialmente en la noche del miércoles.

   La primera reacción del comando de campaña del cristinismo fue posponer para el jueves 11 el acto de cierre que estaba previsto para ayer en el estadio de Lanús. Dicen que Cristina ya había objetado el escenario en una intendencia opositora y pidió que se haga en Merlo, desde donde se lanzó la fórmula en 2019. Cristina estará presente, salud mediante, en el palco central y muy probablemente será la oradora de fondo. Un privilegio que hasta el miércoles decían en la Casa Rosada se reservaba para Alberto.

   Se buscaría de ese modo, dicen los que conocen esos enjuagues, desterrar la suposición, alimentada en esas horas febriles, de que la vice se despegaba del tramo final de la campaña ante la casi certeza de una derrota. Sonó a respuesta directa al exabrupto, uno más, de Patricia Bullrich.