Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Se llamaba Marcos, pero en 2019 asombró a sus votantes y fue la primera trans en el Parlamento.

Markus Ganserer, diputado del partido de los Verdes en Baviera, quiere asumir como Tessa Ganserer, una transgénero.

Fotos: AFP

   En 2019, en Alemania, Markus Ganserer, de 42 años, eligió cambiar radicalmente de vida. Decidió dejar de ser hombre y pasó a ser mujer.

   Lo primero que hizo fue cambiarse de nombre: dejó de llamarse Markus para pasar a llamarse Tessa. Dijo que se "se descubrió" mujer cuando tenía 30 años y se miró al espejo vestido de mujer.

   Durante esos diez años fue hombre, padre, marido, mujer y madre. Y se plantó delante de sus hijos, que en ese entonces (2019), tenían 11 y 6 años, y les dijo: "Ahora siempre seré así. Los niños no tienen prejuicios. Si les presentamos el mundo de manera amistosa, lo aceptan tal como es".

   Se segundo paso fue llenar algunos bolsos con trajes, corbatas, camisas y se los dio a un amigo. Pero faltaba el tercer paso.

   ¿Cómo decirle a sus votantes del Partido Verde, que lo acababan de reelegir diputado en el parlamento Regional que ahora era una mujer? Para colmo de males vive en Baviera, un estado totalmente chapado a la antigua.

   Pero lo hizo directo y sin vueltas. Se presentó en el parlamento vestido de mujer y dijo: "desde hoy soy una señora y como tal me deben tratar".

   Fue una revolución en el mundo político alemán: era la primera vez en la historia que una mujer transgénero ocupaba una banca en una institución política alemana y más sorpresa era que había cambiado de identidad durante su mandato.

   Días después de su reelección Tessa Ganserer anunció que renunciaba a ser Markus Ganserer en el parlamento de Baviera con un mensaje en su Facebook: "Soy una mujer en todas las fibras de mi cuerpo y ahora también Señora diputada regional. No hago esto para divertirme y no decidí convertirme en mujer, soy una mujer".

   Desde ese momento empezó a transitar otro tortuoso camino: poder cambiar de nombre.

   En la primera sesión plenaria del año, el 23 de enero de aquel 2019, la responsable ecologista, electa por primera vez en 2013 y reelecta, fue registrada como mujer, pero todavía no puede tener un documento que lo certifique.

   Y se dio cuenta que no todos sus compañeros de Parlamento la miraban con buenos ojos. Un diputado del Partido liberal FDP que la vio con una peluca de cabello rubio y largo y cuidadosamente maquillada dentro del parlamento, dijo: "¿A qué está jugando? ¿La drag queen?", informaba el periódico Süddeutsche Zeitung.

   Casi en diciembre de 2019 obtuvo un certificado médico entregado por un psiquiatra que certifica su transexualidad.

   La ley alemana estipula que se necesitan dos exámenes para poder aspirar a un cambio de nombre en el registro civil. El primer documento "fue como un verdadero certificado de nacimiento", dijo Tessa al Süddeutsche Zeitung.

   El 26 de septiembre de este año, hace apenas dos meses, debió pasar una prueba de fuego.

   ¿Cómo responderían sus electores? Ya no se presentaba como candidata al Parlamento regional de Baviera sino al temible Bundestag, el Parlamento federal alemán, el escalón mayor. Un objetivo casi imposible.

   Los que queían votar por Tessa Ganserer, debían marcar una casilla con su nombre de nacimiento masculino, seguido por su nuevo nombre entre paréntesis. Una cuestión burocrática que Tessa consideró cruel y ofensiva.

   Es que los activistas transgénero luchan contra el uso de su nombre de nacimiento, al que denominan "Deadname" (nombre muerto en inglés) después de iniciar públicamente su transición de género.

   "Es humillante, me duele porque yo abandoné mi nombre masculino, que es simplemente incorrecto", dijo Tessa.

   Para esta ingeniera forestal que ha vivido como una mujer desde que salió del armario en 2019, no poder llamarse como mujer es un puñal clavado en su corazón.

   Los obstáculos burocráticos se alargan durante años y los trámites cuestan unos U$S 2.500.

   Para Ganserer, es una "violación de la dignidad humana", cuya protección queda consagrada en el primer artículo de la Ley Fundamental de Alemania.

   "Debería presentar una petición al juzgado, pasar dos exámenes psiquiátricos, solo para que un juez decida si el estado me acepta como la mujer que he sido públicamente durante tres años", explicó Ganserer.

   La evaluación psiquiátrica cubre "cuestiones muy íntimas", como "tu primera experiencia sexual, tus fantasías sexuales o la ropa interior que utilizas", criticó.

   El proceso está regulado por una ley de los años 1980, una época muy distinta en la larga lucha por los derechos transgénero, subraya Ganserer.

   La máxima instancia judicial de Alemania declaró anticonstitucionales algunas de sus cláusulas.

   En una sentencia de 2011, el tribunal eliminó la obligación de pasar por una operación de cambio de sexo para optar a una actualización del estado civil, y urgió al poder ejecutivo a reformar la ley.

   Los Verdes y el partido liberal alemán propusieron los cambios, pero los conservadores de la canciller Angela Merkel los rechazaron a principios de 2021.

   "No puedo entenderlo", dijo Ganserer. "No debería haber más excusas, los derechos humanos deben aplicarse a todas las personas", insistió.

   "Fue realmente duro para mi salir del armario", dijo, por el miedo a ataques de sus opositores, escrutinio de su vida privada y acoso en redes sociales, temores que se cumplieron.

   "Pero estaba agotada. Quería seguir en política, pero también queía ser yo misma y vivir cómo la mujer que siempre he sido".

Fuente: "Clarín"