Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Carne vacuna argentina: ¿De qué manera se puede fortalecer la competitividad ambiental?

El análisis aparece en el informe Carne Argentina, Carne Sustentable que elaboró el IPCVA. Es oportuno a partir de la creciente demanda de los mercados y de los consumidores, así como otra respuesta de sectores productivos al cuidado del planeta y de su preservación para futuras generaciones.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   Partiendo de la concepción que la Argentina es un país comprometido con acciones que apuntan a una mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, surgen las recomendaciones respecto de la manera en que se puede fortalecer la competitividad ambiental.

   Así entonces, en el contexto mundial de la producción de alimentos y el cuidado del medio ambiente, el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) elaboró el informe Carne Argentina, Carne Sustentable, una herramienta fundamental para el análisis de la sustentabilidad de una de las cadenas más virtuosas de la economía nacional, de las más arraigadas del país y de las más prestigiosas en todo el mundo.

   Se trata de un estudio inédito en la historia de nuestro país, en el que 45 científicos argentinos, coordinados por la Red de Seguridad Alimentaria del Conicet, han relevado el nivel de sustentabilidad actual de la ganadería argentina.

   Las recomendaciones para consolidar la competitividad ambiental puede agruparse en dos grandes ejes estratégicos, para los cuales se resumen algunas acciones relevantes.

   El caso del denominado Eje Nº 1 se refiere a acciones inductivas para modificar rutinas de operaciones hacia rutinas de producción —primarias e industriales— que mitiguen los efectos ambientales. Estos son los puntos a considerar:

—Reforzar el desarrollo de modelo de estimación de captura de carbono que incluya distintos sumideros.

—Impulsar masivamente el uso de buenas prácticas ganaderas.

—Establecer un programa de mejora continua de gestión ambiental en frigoríficos.

—Contar con certificaciones ambientales sustentadas en conocimiento científico generado en nuestro país.

—Proseguir con la reducción de la deforestación de acuerdo con la legislación vigente; reforzar la tendencia declinante de los últimos años incorporando el uso masivo de tecnologías satelitales y otras complementarias; establecer un esquema de medición fehaciente e integral de la evolución de este tema.

—Movilizar estrategias provinciales para el ajuste de la zonificación y la mejora de la aplicación de la ley de manejo de bosques y arbustales.

—Desarrollar propuestas de adecuación de sistemas a modelos C neutro, internacionalmente válidas y auditables.

—Estimular la producción de animales de alto peso a faena y el aumento del peso mínimo de faena (escala progresiva).

—Estimular integraciones de la ganadería a sistemas de producción de bioenergías y uso ganadero de subproductos.

—Estimular la integración de la ganadería en rotación y el desarrollo de sistemas silvopastoriles.

—Promover la incorporación de diseños para la inclusión de corredores de biodiversidad en el ordenamiento territorial de las provincias.

—Promover el uso de sensores remotos, sistemas de información geográfica y modelos de simulación para la evaluación de los recursos forrajeros y los factores que dificultan su uso eficiente.

—Mejorar la genética animal e incorporar el progreso genético como instrumento para aumentar la base hereditaria de la eficiencia productiva. Un animal con una genética más eficiente y mayor eficiencia de conversión del alimento en carne emite menos CH4 por kilo de carne producida. La genética es una buena herramienta para mejorar la eficiencia de producción en forma masiva, en todos los niveles de un sistema de producción (cría, recría, terminación) y en las regiones del país.

—Modular la fermentación ruminal, como el uso de ionóforos, receptores de electrones, bio-hidrogenación ruminal, inhibidores de la producción de CH4. Si bien algunos inhibidores muestran potencial para reducir emisiones de CH4 entérico, algunas tecnologías se encuentran en etapas incipientes de desarrollo con escasos ejemplos de productos que puedan ser utilizados en el corto o mediano plazo (por ejemplo, 3-NOP, Bovaer® - DSM).

—Utilizar energías renovables (solar, eólica, biológica). Ello posibilitaría sustituir los combustibles fósiles y puede constituir una alternativa tecnológica viable en todos los eslabones de la cadena de la carne que imponen un consumo de energía.

—Mejorar la eficiencia en la utilización de pasturas, acortar el período ocioso de los vientres, aumentar el porcentaje de destete, recriar a buen ritmo y mejorar la eficiencia de conversión en los sistemas de engorde a corral.

   En el caso del Eje Nº 2, en el estudio del IPCVA se alude al fortalecimiento de los sistemas de medición y evaluación de impactos ambientales, ya sea a nivel sectorial y/o empresarial. Los puntos son los siguientes:

—Profundizar la caracterización de la sustentabilidad de la ganadería en función de los ecosistemas/ambientes sobre los que se despliega. El peso relativo de los componentes estructurales, sus amenazas y oportunidades cambia con las regiones.

—Dar seguimiento a las pautas de diseño de los indicadores sugeridos por algunos organismos supranacionales (por ejemplo, la FAO) y su revisión en función de las realidades productivas locales.

—Coordinar y centralizar los diversos trabajos analíticos en curso en las diversas instituciones locales de CyT y otros ámbitos de generación de conocimientos; compatibilizar resultados y futuras acciones con mayor coordinación.

—Contribuir a la identificación de las áreas de vacancia en el tema analizado y cobertura a través de programas públicos/privados.

—Dinamizar una red de evaluación de la dinámica del carbono en distintos sistemas ganaderos, con el fin de conocer el balance de C y los puntos críticos de mejora.

—Estudiar estrategias productivas a escala de paisaje (land sparing–land sharing) que permitan disminuir el compromiso entre la producción y los costos ambientales.

La caída temporal de las emisiones globales por el Covid-19

   A cinco años del Acuerdo de París (COP21) firmado por 174 países —más la UE— con el compromiso de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), la pandemia de Covid-19 causó en 2020 una caída temporal (entre 5-10 %) de las emisiones globales. Así se demostró el fuerte peso de las actividades humanas que se vieron reducidas en dicha ocasión, como ser: industria, transporte, generación de energía eléctrica, entre otros y no imputables a otras actividades que permanecieron sin modificación como ser la ganadería vacuna.

   La pandemia puso en evidencia que es necesario producir cambios estructurales de envergadura para limitar el aumento de la temperatura media global a no más de 1,5°C respecto del período pre-industrial. El cumplimiento de esa meta exige descarbonizar la atmósfera a través de una transición que guíe al planeta hacia una economía carbono neto cero, en la cual la emisión no debe superar la mitigación.

   Carbono neto cero es el gran desafío que debe enfrentar la comunidad internacional en este tiempo, en que el cambio climático aparece como la mayor amenaza global a la vida del planeta. Otro desafío incluye la adaptación al cambio climático, como los eventos extremos (sequías, inundaciones, olas de calor); el ascenso de los mares o la retracción de glaciares de alta montaña que afectan el caudal de los ríos.

   En respuesta al Acuerdo de París, la Argentina presentó su meta de limitar las emisiones a 483 Mt eqCO2 en el año 2030. En diciembre de 2020, replanteó su compromiso y propuso bajar a 358,8 Mt eqCO2, pero con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.

La Argentina, al ratificar la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (CMNUCC) asume una serie de obligaciones, como establecer programas nacionales que contengan medidas para mitigar y facilitar la adecuada adaptación al cambio climático.

   En el marco de esta convención, a partir de 2014, los países en desarrollo tienen la obligación de presentar cada dos años los Reportes Bienales de Actualización (BUR). En el caso de la Argentina, estos reportes están hoy a cargo del Gabinete Nacional de Cambio Climático (GNCC), creado según el decreto 891/2016. Dentro de sus objetivos se encuentra facilitar la adopción de políticas en materia de cambio climático y el cumplimiento de los compromisos provenientes de la CMNUCC y del Acuerdo de París.

   Estos reportes bienales contienen información actualizada sobre los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero (INGEI), las necesidades de apoyo tecnológico y técnico e información sobre las medidas de mitigación y su respectiva metodología de monitoreo, reporte y verificación.

   Hasta el momento, el inventario se calcula con metodología definida en las directrices para inventarios elaboradas por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático del año 2016 (IPCC). En 2019 se publicó una actualización de estas directrices que no ha sido adoptada aún por la CMNUCC, pero se espera que en los próximos años sea utilizada. En este diciembre se presentará el próximo informe bienal y no es obligatorio utilizar las directrices 2019, pero pueden adoptar los factores de este informe. En la Argentina, posiblemente, los cálculos se hagan con las mismas directrices que se utilizaron para el inventario 2016. 

   Según el inventario Argentina 2016, la ganadería de carne aporta un 16 % de las emisiones totales nacionales. La categoría fermentación entérica del ganado vacuno aporta la mayor proporción dentro de las emisiones del sector agricultura, ganadería, silvicultura y otros usos de la tierra. Respecto a la validación de estos datos, en buena medida las tensiones aparecen en la metodología de construcción de impacto y su posterior medición. Los principales cuestionamientos a estos cálculos desde diferentes sectores son:

—Se discute sobre la posibilidad de secuestro de carbono en praderas y pastizales naturales que, actualmente, no es contemplada en los cálculos del inventario (Viglizzo et al., 2019; Villarino et al., 2020).

Las directrices 2019 bajan los coeficientes de emisión de óxido nitroso proveniente de las deyecciones de animales en pastoreo (—80 %).

—Varios autores sostienen que la permanencia del metano en la atmósfera es menor que la del dióxido de carbono en la tierra, por lo cual el factor de conversión que se utiliza para calcular las toneladas de carbono equivalente es inferior.

Más allá de estos cuestionamientos, a nivel global, la ganadería tiene un bajo nivel de emisiones a nivel internacional. Las emisiones de la ganadería nacional solo representan el 0,15 % de las emisiones totales del planeta.

“La comunicación social es un vehículo para informar progresos ambientales demostrables”

   De acuerdo con el informe, a menudo no suele tenerse en cuenta las ganancias de carbono por renovales que suceden en sistemas pastoreados boscosos.

   Sin embargo, en un trabajo reciente —en la revista Nature— se evaluaron 13.112 mediciones geo-referenciadas de monte nativo, y se llegó a la conclusión que los factores por defecto provistos por IPCC subestiman, en 32 %, la acumulación de C en la biomasa aérea de los renovales.

   Muchas regiones de nuestro país, como por ejemplo la extensa provincia fitogeográfica del Espinal, que se compone de árboles y arbustos de tipo xerófito, que cubren toda una franja central de la Argentina desde el NOA hasta nuestra región de La Pampa y el sudoeste bonaerense, está sujeta a degradación por pastoreo, pero que, llamativamente, puede haber ganancias de carbono por sucesión ecológica que incluye la aparición de renovales que pueden contribuir como sumideros a la mitigación del cambio climático.

   Se asegura que la ciencia es quien debe orientar la investigación futura, el desarrollo y la adopción de prácticas y tecnologías.

   La cooperación entre el sector privado y los organismos de ciencia y tecnología del Estado, junto a una estrategia inteligente de comunicación, es clave para consolidar la competitividad de la ganadería vacuna.

   La comunicación social —según el informe— debe ser un vehículo para informar progresos ambientales demostrables, y para compartir una visión clara del conocimiento y la tecnología. Se demuestra que, con una estrategia basada en el conocimiento, se puede conseguir mucho en poco tiempo.