Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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Empate técnico con sabor agridulce en la Provincia 

La columna de Ricardo Salas, corresponsal de La Nueva. en la capital provincial.

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   Cómo ganar aún con una derrota. De acuerdo a los datos oficiales del escrutinio provisorio de las elecciones legislativas, la alianza de Juntos se logró imponer sobre el oficialismo gobernante del Frente de Todos, “por una cabeza”, técnicamente por un punto y pico del porcentaje de votos escrutados en la provincia de Buenos Aires.  

   Ya cerca de la medianoche del domingo, la corriente opositora “amarilla” se imponía en medio de un fuerte escenario de paridad contra la coalición peronista K que mejoró notablemente la performance electoral después de las PASO del 12 de septiembre último.     

   Una de las primeras lecturas políticas vinculadas con el ajustado triunfo opositor encuentra una posible explicación en el mayor protagonismo de la liga de intendentes peronistas del conurbano (aceitando la maquinaria de ayuda social del Estado) durante la campaña bonaerense del oficialismo, con la contracara de cierto relajamiento del aparato partidario del armado opositor conformado por el PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica de Elisa Carrió. 

   También que habiendo dejado atrás lo peor de la pandemia sanitaria, el Gobierno puso toda la carne en el asador, exteriorizando una serie de proyecciones sobre “reactivación económica” y anuncios de obra pública que naturalmente podrían estimular la creación de empleo. Sumado a eso, el trabajo de hormiga territorial de ir a buscar casa por casa a los votantes que no habían concurrido a sufragar en las primarias, le permitió mejorar las chances electorales en la PBA. 

   Los pronósticos electorales de la plana mayor de Juntos se cumplieron más allá del porcentaje de votos. El electorado bonaerense, otra vez, castigó con su voto al oficialismo ratificando los números obtenidos por la oposición. En definitiva, Juntos supo capitalizar los errores no forzados del esquema gubernamental y eso le terminó rindiendo más que cualquier estrategia o propuesta propia.

   Desde el búnker opositor del macrismo, la sensación apenas los relojes marcaban las 18 horas era de euforia contenida. Los “boca de urna” que circularon en las primeras horas del atardecer de la víspera mostraban que el “colorado” Santilli tenía muchas chances de superar el umbral de los 40 puntos porcentuales, mientras que el Frente de Todos lograba descontar la diferencia que pretendía el gobernador Axel Kicillof y su equipo militante ministerial en La Plata para poder equilibrar la balanza legislativa a partir del recambio legislativo del 10 de diciembre venidero. 

   “Después de las elecciones generales la vida continua”, pareció ser la postura discursiva del Gobierno. En rigor, el resultado es importante para la agenda de la dirigencia política porque en términos institucionales sólo define quiénes ingresarán como nuevos senadores y diputados a la Legislatura.    

   Kicillof  tragó saliva en la residencia gubernamental, junto al jefe de Gabinete, Martín Insaurralde (referente de la liga de intendentes peronistas) y el exsecretario de Medios y esposo de la candidata platense Victoria Tolosa Paz, José “Pepe” Albistur, entre otros, hasta que los resultados del escrutinio provisorio marcaron una “tendencia firme” de la elección legislativa según las mesas escrutadas de  municipios claves del Gran Buenos Aires y las principales ciudades bonaerenses. 

   Es que, tras estas elecciones de renovación parlamentaria de medio término, la Gobernación procurará, en la medida de lo posible, amortiguar el impacto sobre la gobernabilidad de los dos años que le quedan a Kicillof hasta 2023. 

   Pese a la “apretada” derrota electoral, el economista K tendrá la oportunidad de cambiar el rumbo de gestión gubernamental. Se abre una etapa de diálogo político y la Provincia tiene que estar a la altura de las circunstancias. 

   Un sector mayoritario del radicalismo bonaerense pidió responsabilidad política casi entrando en la noche del domingo, cuando los monitores de las principales señales de TV porteña repetían discursos de los principales oradores de Juntos.

   Previamente, la dupla principal de la boleta a diputados nacionales por la PBA, Diego Santilli y Facundo Manes esperó los resultados provisorios de las legislativas en un salón de fiestas ubicado en inmediaciones de la coqueta localidad platense de Manuel B. Gonnet. 

   Si bien los números de las “legislativas 2021” desembocarán inexorablemente en una nueva correlación de fuerzas en la Legislatura bonaerense, los efectos prácticos podrían ser bien diferentes con un nuevo equilibrio de poder. 

   Es un dato central si se consideran las negociaciones que afrontará Kicillof en el parlamento ante el inminente debate por el Presupuesto 2022, la Ley Fiscal y el endeudamiento. También claramente queda la demorada discusión por las sillas que le corresponden a la oposición en organismos de control estatal, por ejemplo en el directorio del Banco Provincia, entre otros. 

   Uno de los objetivos políticos de la Gobernación era el control del Senado. De confirmarse el “empate técnico”, la vicegobernadora matancera, Verónica Magario, podría “desempatar” con su voto aquellas votaciones ajustadas de leyes que pueda proponer el Ejecutivo de calle 6. Hasta el 10 de diciembre, Juntos por el Cambio tiene mayoría con 26 de las 46 de bancas en la Cámara Alta.  Con esta remontada, quedaría empatada la representación; 23 bancas para el FdT y 23 para JxC. El escrutinio definitivo en la Junta Electoral será para alquilar balcones.   

   Párrafo aparte también merece la elección del economista liberal, José Luis Espert. La coalición Avanza Libertad se transformó en tercera fuera política, desplazando a las agrupaciones de la Izquierda y estaría alcanzando una de las once bancas a diputados por la Sexta que estaban en disputa en estos comicios para la Cámara Joven bonaerense. 

   En líneas generales, la dirigencia política tiene poco y nada para festejar después de la elección en una Provincia que tiene altísimos índices de pobreza, inseguridad, una desocupación muy grande y una inflación que le come el bolsillo a una inmensa mayoría de bonaerenses en medio de una dura crisis económica y social.