Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Alberto y otra misión (casi imposible) en Córdoba

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

   Como si el Presidente no tuviese problemas, en las últimas horas tuvo que enviar a uno de sus alfiles a la provincia de Córdoba para intentar solucionar un entuerto que no deja de tener su costado insólito en medio de la campaña hacia las elecciones generales del 14 de noviembre. Se trata de los problemas con el Movimiento Evita, que en el orden nacional “juega” para el Frente de Todos, y sus principales dirigentes son cercanos al albertismo, pero en la provincia mediterránea milita en el schiarettismo de Hacemos por Córdoba.

   La gestión, que Alberto Fernández le encargó al ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, uno de sus hombres más cercanos y el responsable de la ayuda económica mediante planes y otras asistencias a los movimientos sociales, tiene un objetivo que se cae de maduro: conseguir que el Evita deje las filas del gobernador de Córdoba y se acerque al Frente de Todos. Batalla que, al mismo tiempo, no son pocos en la Docta y la Casa Rosada los que la dan por perdida de antemano.

   Así y todo, aunque lo que no sobra es optimismo, Zabaleta se tomó un avión para ir a Córdoba y conversar con los referentes locales del Movimiento Evita, que por razones más que obvias provenientes de su pertenencia al schiarettismo no comulgan con la conducción nacional de esa agrupación social que ejercen Fernando ”Chino” Navarro y Emilio Pérsico, con cargos además en el gabinete nacional.

   Un dato pesa por encima de otros en ese intento y en otras cuitas que merecen mencionarse que atraviesa el albertista Frente de Todos en Córdoba: intentar recuperar posiciones después del cuarto puesto, detrás de las dos listas de Juntos por el Cambio y de Hacemos por Córdoba, que consiguió en las PASO del 12 de septiembre.

   Lo que nadie atinaba a explicarse entre quienes en el Gobierno estaban al tanto de esa misión de final incierto que le encargó el presidente a Zabaleta, es la razón por la cual el Evita tiene una conducción en Córdoba que no responde a los líderes a nivel nacional, y peor aún, encima votan por las listas de Schiaretti.

   “Es un despropósito que la misma organización que vota por Alberto en la lista nacional lo haga por los candidatos del Gringo en Córdoba”, se quejó una fuente del ministerio de Desarrollo Social, que además deslizó un dato que agiganta el cuadro: la regional cordobesa del Evita se financiaría en mayor medida con fondos que recibe de la casa matriz que regentean Navarro y Pérsico.

   No todo termina ahí en la intrincada interna del albertismo en Córdoba, que para algunos observadores se origina en el ninguneo que hace el presidente de esa provincia y las reiteradas veces que prometió viajes de apoyo que después no se cumplieron.

   La problemática sobre el Movimiento Evita fue llevada al despacho presidencial por el senador Carlos Caserio, que pone en juego su banca en las elecciones del 14 de noviembre y compite en Córdoba contra Alejandra Vigo, la esposa del gobernador Schiaretti. Caserio deslizó que Navarro tiene “muy buen dialogo” con la esposa del gobernador, que lidera las encuestas sobre intención de voto.

   Según fuentes gubernamentales, el legislador, que encabeza la lista de candidatos del Frente de Todos en la provincia, le dijo además a Alberto que si no se unen todos los sectores que en las formas pero no en la práctica representan al oficialismo nacional, puede perder su banca a manos de Vigo, casi una catástrofe si se lo suma al fantasma tan temido de declinar en noviembre la mayoría en la cámara alta si se repiten otros resultados adversos como en La Pampa y Chubut.

   Todo se complicaría después de escuchar la conferencia de prensa que ofreció el lunes el gobernador Schiaretti en la capital alterna de Río Cuarto. Allí el mandatario provincial cargó sin eufemismos contra “los porteños”, en referencia al gobierno de Alberto y especialmente por el tema retenciones, lo que aleja todavía más la posibilidad de cualquier acuerdo. El mandatario ratificó todas y cada una de las alianzas para las elecciones de noviembre, donde según varias encuestas el “cordobesismo” mantendría con largueza su condición de segunda fuerza política de la provincia detrás de la coalición macrista-radical de Juntos por el Cambio.