La ciudad y un plan impostergable e indispensable
Una ciudad que crece sin un plan y sin normas lógicas y adecuadas termina por ser una ciudad completamente inadecuada y perjudicial para el conjunto de sus habitantes.
La municipalidad comenzó a estudiar un plan urbano, el cual irá acompañado por la adecuación del Código de Planeamiento (CPU), el cual buscará generar normativas para un crecimiento adecuado y razonable de la ciudad.
Hoy la ciudad cuenta con un plan pensado en 1970, por profesionales que imaginaron como crecería en el tiempo, planteando un conjunto de obras e intervenciones que consideraron las más adecuadas y convenientes.
Para esa época no existía el Polo Petroquímico, ni el embalse en paso de las Piedras, ni la avenida Cabrera, ni decenas de barrios ni usos que se fueron sumando a lo largo del tiempo.
Si bien el CPU tuvo adecuaciones y modificaciones, nunca se volvió a hacer un estudio completo y abarcativo, considerando que la ciudad es un organismo vivo, que crece, muta, cambia, tiene nuevas demandas, exige nuevas respuestas.
Cuando no se tiene un plan general que atienda la conveniencia social y general del conjunto, se terminan por imponer los criterios de los particulares o privados que, para bien o para mal, desarrollan sus emprendimientos y los llevan a la realidad, muchas veces a partir de vacíos legales o de una normativa inadecuada.
Generar un plan y un nuevo CPU exige un trabajo serio, continuo y que sume a especialistas en la materia, que incluya a geógrafos, economistas, arquitectos, ingenieros, abogados y otras profesiones que aportan puntos de vista necesarios en esa discusión.
En necesario darle la verdadera dimensión a este trabajo, jerarquizarlo y llegar a un producto final que tenga la calidad suficiente para que sea sostenible, sustentable y monitoreado de manera continua. No habrá posibilidad alguna de tener una ciudad ordenada y racional sin esa herramienta.