Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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El albo campeón, 1965

   Comenzaba la historia de uno de los más recordados clásicos locales en la historia del basquetbol.

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com / @mrminervino1

   Hace 55 años, en enero de 1966, se disputaron las finales para establecer el campeón de primera del torneo de básquet local, con el enfrentamiento entre Olimpo y Estudiantes, un clásico que marcó a fuego la época de oro de esa competencia.

   Una singularidad tenía aquella competencia de los 60, cual era que eran esos dos clubes los que se repartieron los títulos hasta 1980, protagonizando generalmente electrizantes finales donde se reunían a verdaderas leyendas del deporte, como Alberto Cabrera, Atilio Fruet y José Ignacio De Lizaso.

   Aquellas finales del torneo de 1965 se generaron luego de que Estudiantes lograra empatar el primer puesto al vencer como visitante al aurinegro, por un ajustado 58 a 56, luego de jugarse dos tiempos suplementarios, con Fruet goleador con 19, por un lado, y Cabrera, con 20, por el otro.

   En cancha neutral, se jugarían las finales con “las dos divisas más populares” del medio, “en procura de un galardón que justifique todos los afanes”, según publicó este diario.

   En una desbordada cancha de Bahiense Juniors  -Salta 28, descubierta, pisos de baldosas, aros de madera— el primer partido fue para Estudiantes, por 43 a 38, con 16 puntos de Cabrera y 14 de Storti. Olimpo no contó esa noche ni con Fruet ni con De Lizaso, ambos suspendidos.

   La revancha fue para el aurinegro, por 54 a 48, en un marco de público como pocas veces se había visto en la ciudad. El tercer match, el definitorio, se trasladó a cancha de Estrella, en Falcón y Farías. Sin Fruet en Cancha, el albo finalmente se impuso por 58 a 57, luego de haber terminado el tiempo reglamentario igualados en 51. Cabrera con 25 puntos y Dignani con 13, goleadores del ganador. De Lizaso con 26 y Requi con 14, por Olimpo.

   Un torneo local, sin refuerzos ni extranjeros, generando una pasión única en una ciudad donde se sigue respirando básquet por todos sus poros.