Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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“Hubo momentos en que solo me alcanzó para pucherear”

Jonatan Nardi había arreglado para trabajar la cantina del club La Armonía, pero la pandemia le frenó el ímpetu.

Fotos Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Javier Oscar Schwab / jschwab@lanueva.com

(Nota publicada en la edición impresa)

 

   En enero de este año a Jonatan Nardi se le multiplicaban las ganas por un proyecto que había puesto en marcha alquilando la concesión de la cantina del club La Armonía. Vislumbraba un futuro auspicioso cocinando para los socios y allegados al club, las cenas semanales de las peñas y alguna que otra fiesta que le retribuyera unos pesitos.

   Todo se proyectaba con el inicio de las actividades de marzo, cuando el club cobra vida y la gente se acerca a colaborar.

   Sin embargo, la aparición del Covid-19 resultó un impedimento letal, a tal punto que se quedó sin trabajo y la tuvo que remar a duras penas.

   “Alcancé a organizar un par de comidas para unas 25 personas de una peña de los jueves. Y empezaba a haber movimiento con las chicas del voley y con el fútbol cinco. Estaba ilusionado, pero duró menos que un suspiro”, se lamenta “Jony”, quien en el ambiente de las bochas es conocido desde su incursión en varios clubes y por haber integrado varios seleccionados bahienses campeones.

   -¿Cómo te impactó en el bolsillo?

   -Muy mal. Tenía programada una comida para festejar el cumpleaños Dardo Labastié y una semana antes hubo que cerrar.

   -¿Tenías todo encaminado?

   -Sí. El emprendimiento era familiar. Había acordado con Balmaceda –el anterior presidente- y arreglado para hacerme cargo de la cantina con la condición de jugar a las bochas. Luego asumió Adrián Macre, hablé con la comisión y quedamos en esperar un tiempo hasta que todo se reactivaba. Pero eso, hasta hoy, no se pudo.

   -¿Cómo saliste adelante?

   -Al principio fue durísimo. Me ayudó mi suegra (Aída Pérez), que es un amor, y la gente de la Iglesia Pasión por su Presencia (Rubén De Marco y Cristina) quienes me daban mercadería; y también Adrián Macre, otro fenómeno.

   “Mi señora (Laura Leguizamón) se las rebuscó haciendo barbijos y delantales, y con eso tirábamos en el día a día. Hubo momentos en que sólo me alcanzaba para pucherear”, contó Nardi.

   -¿Cómo generaste una cartera de clientes para los barbijos?

   -Empezamos donando algunos a la policía. Se corrió la bola y vinieron los policías de Cerri a comprar, también el delegado y gente que me conocía, como el “Gallego” (Heraldo) Vaquero, que me compraba todas las semanas. Nos quedaban algunos pesos para la comida.

   -¿Pudiste conseguir trabajo?

   -Sí. Hace un mes arranqué con Javier Catini en el Batallón Comunicaciones 181 trabajando en la empresa H2O. Trabajo hasta el mediodía, hago mantenimiento del lugar y de la pileta (pintura, cañerías, albañilería).

   -¿Estabas ilusionado con volver a jugar?

   -Al principio estaba embalado, estaba practicando. Se había armado un lindo grupo con Labastié y el “Pochi” Gómez. Ahora estamos esperando que esta pandemia nos permita jugar.

   -¿Cómo incursionaste en las bochas?

   -A los 6 años, por uno de mis hermanos (Maximiliano) que jugaba en la segunda de Dublin. Me llevaba mi papá y mientras Maxi jugaba yo practicaba a un costado de la cancha.

   “Arranqué en menores hasta los 18, cuando me fui a Olimpia. En 1998 ascendimos de la "C" a la "B" con Juan Scarfi, el “Chino” Molina y Miguel Genchi, en 1997 o 1998. También fuimos campeones de parejas jugando con Scarfi y él ganó el individual.

   “Al año siguiente se sumó Ariel Lares y yo pasé de medio a puntero. Obtuvimos el primer ascenso de la historia de Dublin a la "A". Repetimos en título en parejas con Juan (Scarfi). En 2000 jugamos en Primera y terminamos en quinto lugar”.

   -El estadio de Dublin lleva el nombre de Ricardo Nardi, ¿qué te genera?

   -Orgullo. Mi viejo fue técnico y ayudante en el club. También vicepresidente, cocinero y cobraba la entrada. Era el encargado general de las bochas. Y hasta jugaba cuando faltaba alguien para completar (risas)”.

   -Después te vas a Olimpia y de ahí a 17 de Agosto.

   -Sí. En la zona había buenos jugadores y me trataron de maravillas. Luego pasé por Aldea Romana, Tiro Federal y volví a Dublin por una promesa que le hice al “Rulo” Menéndez. Ascendimos nuevamente a la "A" con Santiago Grill, Gabriel Scoccia y Bruno Rodríguez.

   “Después viene la etapa de Kilómetro Cinco y Río de la Plata”.

   -¿Cómo llegaste a jugar en Huracán de Tres Arroyos?

   -Porque trabajaba haciendo la ruta que iba a San Cayetano. Me pagaban los gastos y dos veces por semana viajaba 70 kilómetros. Salí campeón de parejas con Guillermo Barrios y Diego Zamponi.

   “En semifinales vencimos a Deportivo Claromecó (Jaureguiberry y Castillo) y en la final a Club de Pelota. El partido fue muy ajustado y se definió con una raffa y un juego de pique mío para correr dos bochas que nos ponían en aprietos”.

   Nardi integró el seleccionado bahiense campeón de infantiles 1996 -con Franco Del Moro, Javier Ferretti y Juan Pablo Urra- en San Martín (partido de 3 de Febrero), bajo la conducción de su padre y del exjuez Fausto Echeverría.

   En 1998 obtuvo el subcampeonato Argentino Juvenil en Villa Constitución, Santa Fe, con Franco Del Moro, Sergio Alvarez, de Bolívar; y Sebastián Esnal, de Olavarría.

   “Y ese año integré el seleccionado argentino en el sudamericano de juveniles de Canelones, Uruguay. Con Franco del Moro, Gastón Tamagnini (Cordobés) y José Botto, que ahora vive y juega para Estados Unidos.

 
Los campeones argetinos. Franco Del Moro, Javier Ferretti, Juan Pablo Urra, Ricardo y Jonatan Nardi. La foto es en cancha de Independencia.

   -En 2001 integraste el equipo campeón provincial de mayores y luego Colantonio te llava al Argentino.

   -Exacto. Con Juan Carlos Hutchinson, Omar Scalerandi y Diego Zamponi ganamos en Pringles (ver foto), pero el “Gringo” sólo me convocó a mí para jugar el torneo Argentino en Entre Ríos. Pensé que iba a pasear, porque estaban Eduardo Luján, Raúl Basualdo y Cristian Zapata, pero terminé jugando los partidos decisivos.

   “Iba como refuerzo, pero César, con la inteligencia que lo caracteriza, me pone de inicial en el primer partido y luego lo hace jugar a Luján. En el tercero había piso sintético y yo ya estaba acostumbrado porque teníamos en Dublin. Jugué tranquilo, anduve bien y no salí más”.

   -¿La final con el local Entre Ríos fue en medio de un clima hostil?

   -Tremendo. Ganamos 15 a 10, pero se había puesto bravo, porque nos tiraban de todo, hasta latas de cerveza. Zapata y Basualdo me decían: “Esperá que se calmen y después vas y arrimás…; el griterío y los chiflidos eran infernales, pero yo estaba y tranquilo porque los dos monstruos que tenía a lado reventaban todas las bochas, jajaja”.

   “Nunca vi tantas clavadas en mi vida. Al final los entrerrianos se resignaron ante semejante jerarquía de jugadores”.

   -¿Alguna anécdota de viaje?

   -En 1998, en Charata, Chaco. Estaba con Juan Pablo (Urra) en la habitación y no había gas, pero teníamos una estufa eléctrica. Cierro la ventana y “Juampi” salta y me grita: “No la cierres porque nos podemos asfixiar…”. Empecé a las carcajadas y le digo: “Paisano bruto, no ves que la estufa es eléctrica”.

   -¿Tu hijo juega a las bochas?

   -No. Pero al menos me salió hincha de River, jajaja. A Santino lo llevé a conocer el Monumental por la promesa que le hice si ganábamos en Madrid la Copa Libertadores. Cumplí, aunque ese día perdimos con San Lorenzo (risas).

 
Santino y María Elena junto a mamá Laura y papá Jonatan.

 

Aquellos formadores

   “Cuanta faltan nos hacen en el presente formadores como mi viejo, el 'Cholo' Pérez, Osvaldo Catini, Roberto Formosa, Ricardo Lamas, Juan Scarfi y también colaboradores o dirigentes como Emilio Lobato, el 'Coco' Funk, Eduardo Navarro y el "Pato" Visani, entre otros".

Al toro, infalible

   “Cuando arranqué en Primera jugábamos contra Noroeste y mi viejo lo fue a charlar a Juan (Scarfi) para traerlo a Dublin. En un momento del partido se acercó Juan y me dijo: 'Pibe empezá a arrimar porque este club en dos años está en primera'. Lo miré y me pregunté: '¿Quién será este payaso...?'  Al otro año llegó y la rompió. En dos años subimos de la 'C' a la 'A'. Al 'toro', Juan era infalible con el bochazo".