Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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COVID-19: hospitales de todo el país con equipamiento ideado, fabricado y donado por bahienses

Más de 200 personas de distintas profesiones trabajan online de manera gratuita, estudiando las necesidades de los hospitales y dando respuestas a las inquietudes que van surgiendo.

Fotos: Jano Rueda-La Nueva.
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Audionota: Florencia Albanesi

Por Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   A poco de de iniciada la cuarentena como medida de prevención del contagio del COVID-19, un grupo de ingenieros locales dispuso de su creatividad, tiempo, dedicación y esfuerzo para generar distintos elementos que ayudaran a enfrentar la inédita situación sanitaria.

   En estos cuatro meses llegaron a sumar más de 200 personas de distintas profesiones trabajando online de manera gratuita, estudiando las necesidades de los hospitales, dando respuestas a las inquietudes de los trabajadores de la salud, elaborando nuevos equipamientos; mejorando otros y entregando sin cargos respiradores, barbijos, máscaras y guardapolvos. 

   Hoy su producido llega a todo el país y muchas de sus ideas se replican en el mundo. 

   “Combatiendo Covid19 BHI”, tal el nombre de la página Facebook que los agrupa, se presenta como “un grupo de voluntarios que sumó a instituciones y personas independientes para dar soporte al sistema de salud”. 

   Es, sin dudas, una de las mejores respuestas a una pandemia que, aseguran, vino a modificar el mundo tal cual lo conocemos.

   El ingeniero industrial Luis Maenza es la cara visible de este grupo de trabajo interdisciplinario que ha logrado resultados extraordinarios, trabajando ad honorem, entregando de manera gratuita lo producido y haciendo públicas sus ideas para que cualquier pueda desarrollarlas.

   --¿Cómo comenzaron con este trabajo?

   --Somos un grupo de personas que intentó darle un sentido a la cuarentena, aportando desde nuestro conocimiento y voluntad,  herramientas y acompañamiento al sistema de salud.

   “Entendemos que esta es, principalmente, una crisis de recursos, y por eso planteamos soluciones técnicas y sanitarias. Así surgieron elementos de protección de altísima calidad para el personal de salud, que sirven para cubrir cuerpo, brazos, cara y vías respiratorias y que entregamos gratuitamente por miles y a su vez difundimos para que cualquiera los pueda hacer, incluso en otros países”.

   “Luego desarrollamos respiradores y equipos para el tratamiento y traslado a pacientes, los cuales entregamos a los hospitales Garrahan (en la CABA), Posadas (El Palomar) y El Cruce (Florencio Varela), además de nosocomios en Río Negro, Entre Ríos y Neuquén, entre otros. Creamos protocolos de trabajo complementarios, desde un lugar no médico, mostrando otras alternativas”.

   --¿Qué diferencias tienen sus respiradores con los habituales? ¿Son entregados de forma gratuita también? 

   --Los respiradores fueron nuestro mayor desafío tecnológico. Fue increíble la organización de trabajo que se logró sin contar con una estructura formal.  Lo hicimos para un eventual desborde del sistema, nuestros equipos no reemplazan a otros sino que están pensados para el caso de que los médicos deban ya recurrir al sistema manual.

   “Tienen muchas diferencias con los equipos de quirófano. Algo fundamental en una crisis de recursos es el costo. Nosotros logramos productos de altísima calidad y abundantes.  Otra diferencia es su capacidad de regulación, capaces de operar por horas sin asistencia eléctrica y con alarmas que no todos los respiradores poseen”.

   --¿Qué repuesta han tenido de todo lo que han ideado y elaborado?

   --De todo lo que ideamos y fabricamos, entregamos miles de unidades. También conseguimos insumos y enseñamos para que otros los produzcan. Desde la cárcel hasta la Armada produjeron cosas, pasando por decenas de voluntarios trabajando en cápsulas de traslado, sistemas de aislación y traslado de pacientes, máscaras faciales 3D, delantales, barbijos, cámara de intubaciones simple.

   --¿Cómo financian el trabajo y la fabricación de estos materiales?

   --Al principio lo financiamos los integrantes del grupo, pero cuando creció la demanda fuimos consiguiendo aportes privados y la ayuda del Rotary Club Bahía Blanca Norte, que nos facilitó su estructura. La empresa Penta fue la que más aportó de forma integral, Empleados de Comercio nos ayudó mucho y la Asociación del Personal del Servicio Exterior de la Nación (APSEN) nos donó 100 mil pesos para financiar elementos que entregamos al Garrahan y al Posadas.

   “Para el respirador tuvimos mucho apoyo de privados, como Ingeniería Bahía,  Nitram, Alfa Rodamientos, LSP Ingeniería, Maderera San Cayetano, RC Distribuciones, MC Mecanizados, Satec Telecomunicaciones, Museo de Ciencia y Técnica Bahía Blanca, entre otras”.

   Además de ingeniero industrial y docente de la UNS, Maenza es inventor, miembro de la Asociación Argentina de Inventores. Ninguno de los productos generados por el grupo bahiense para mejorar las condiciones sanitarias de la pandemia fue patentado o comercializado. 

   “Vimos siempre que algunos de los aparatos que generamos podían ser un buen negocio, pero no era la idea en esta circunstancia”, explicó. 

   Sin embargo el profesional tiene conceptos muy claros. Sabe que aquello que se regala no siempre se valora, que tampoco pueden asumir los costos de fabricación de ciertos productos y que incluso hay personas que toman las ideas, fabrican el producto y los ofrecen a la venta. 

   “Nosotros hacemos públicos nuestros logros, porque algo público no puede ser patentado. Pero siempre igual se está expuesto al uso inadecuado de algo que uno pensó como solidario y gratuito”.

Humedad y ventilación: la otra manera de combatir el contagio

   La evidencia hasta ahora analizada por los especialistas sugiere que el COVID-19 se propaga a través de objetos contaminados y mediante las secreciones de personas infectadas. 

   Estas incluyen saliva o gotitas que se liberan cuando esa persona tose, estornuda o habla. 

   Una de las estrategias para disminuir la posibilidad de contagio es generar condiciones adecuadas en el ambiente para que esas gotitas no se mantengan en el aire ni se expandan, sino que, por el contrario, caigan rápidamente. 

   Eso es posible entendiendo el comportamiento físico de las partículas de agua que contienen al virus y dificultando su permanencia en el ambiente.

   “Por desconocimiento, en muchos casos estamos ayudando a que el Covid se contagie con más facilidad. Además del distanciamiento social es importante controlar las condiciones ambientales, el escenario donde se genera el contagio”. 

   Así explicó Luis Maenza, quien trabaja con un grupo de más de 200 personas en aportar elementos para atender esta emergencia sanitaria, cual debiera ser una acción clave para que el virus, que está en el aire contenido por bolsitas de agua, caiga rápidamente y pueda ser eliminado.

   Cuando una persona contagiada expulsa gotitas de agua conteniendo al coronavirus, las más pesadas caen a pocos centímetros, pero son las más livianas las que se mantienen en el aire, llegan lejos y contagian.

   “Existen estrategias simples para dificultar el movimiento de esas gotas. Cuando una persona habla de manera efusiva o tose, las gotas más pequeñas que expulsa colonizan el ambiente y si el lugar es cerrado avanzan, mientras que las más pesadas caen y se eliminan. Pero esas gotas más chicas no tienen propulsión propia: se esparcen porque no se genera el medio de manera adecuada  para que no lo hagan”, explica el profesional.

   Controlar la humedad relativa del aire, su circulación y su composición (agregando ozono) son tres de los parámetros a considerar para que el virus no se mantenga en el aire.

   “Cuando climatizamos un ambiente estamos secando el aire. Esa es la condición más favorable para que el virus sobreviva, ya que el aire seco busca sostener el agua que lo contiene. En un ambiente seco el virus se mantiene más tiempo activo. Un ambiente húmedo, en cambio, apunta a voltear las partículas de agua pues dispone de más interferencia en el aire y evita que las gotitas pequeñas lleguen lejos. Las gotitas existentes se pegarán con las que llevan el virus, se harán pesadas y caerán. El recurso de incorporar ozono potencia la humedad”, agregó el ingeniero industrial.

   La primera acción para evitar que se propague el virus es aumentar la humedad ambiente mediante un humidificador. 

   Ese aumento genera microgotas que compiten por el espacio con las que transportan el virus: las interceptan, las engrosan y las hacen caer.

   "Si a su vez generamos una corriente de aire que las quite del ambiente (en lo posible descendente) se disminuye de manera notable la posibilidad de contagio. Agregar una cantidad adecuada de ozono (los ozonizadores son equipos que se comercializan) genera un efecto altamente agresivo con el virus".

   Buscando dar una respuesta única que permita generar estas condiciones ventajosas, Maenza trabaja ahora en el diseño de un equipo que sirva como humificador, agregue ozono y colabore con la circulación del aire. 

   “Si bien explicamos en nuestras redes cómo armar un equipo de ese tipo, no todos se sienten en condiciones de hacerlo o disponen de los elementos necesarios. Trataremos de desarrollar un equipo simple de manejar y que establezca condiciones adecuadas en el ambiente”, señaló.

   Mientras no haya una vacuna contra el Covid, materializar condiciones que dificulten la presencia del virus en un ambiente cerrado es una buena respuesta para una enfermedad de altísimo nivel de contagio.