Lucas Santarelli, el cirujano que trabaja “codo a codo” junto a su equipo de Sportivo
Cómo reparte el tiempo entre su profesión, el deporte y la familia. El efecto de la pandemia y la revancha en la búsqueda de ascender a Primera. El alero habló sin anestesia.
Por Fernando Rodríguez / @rodriguezefe
(Nota publicada en la edición impresa)
“Santarelli es un monstruo. Está de guardia, pidió que lo suplanten para poder venir (llegó cuando estaba finalizando el primer cuarto) y ya volvía a la guardia”, elogió el técnico Miguel Loffredo tras la victoria de Sportivo frente a Pellegrini (86-80), en los playoffs de Segunda del último torneo del básquetbol local.
Lucas se recibió de médico en 2014 y en 2019 de cirujano, especializado en coloproctología.
A los 31 años, aún con la demanda que implica su profesión y su familia (su esposa Pía Cardona –ginecóloga– y Benicio, de 4 meses), Lucas no se resigna a dejar el básquetbol.
“Soy duro para el retiro, je”, reconoce.
Lucas de chico se metió en "su" club, allí creció y cosechó amigos.
En medio de la pandemia, continúa trabajando como médico en el Hospital Municipal, y tres veces por semana se viste de jugador para entrenar con su equipo, vía Zoom, ilusionado con salir a buscar este mismo año el ascenso que se les escapó dos veces en 2019.
—¿Te sirve el día a día cambiar de aire y meterte en el ambiente deportivo para relajarte de lo laboral?
—Sí, totalmente. Lo lindo que tiene Sportivo es que, al ser un grupo tan unido de tantos años, tengo mis amigos ahí y compartimos y charlamos de todo, más allá del básquet.
Ganando la posición, empujando y cubriendo el balón, un clásico.
—¿Están haciendo algo de eso?
—Más allá de videollamadas sociales, estamos entrenando tres o cuatro veces por semana, con el profe (Luciano Concetti), que después nos deja ejercicios para reforzar. No es lo mismo que vernos en el club, pero sí mantenemos un contacto como grupo.
—¿Te favorece en algo lo que estudiaste para el deporte?
—Poco, porque me saca mucho tiempo. A veces salgo de una cirugía y llego tarde a entrenar, o me pierdo partidos, pero ya estoy acostumbrado, porque viene siendo así desde hace unos años. Sigo jugando porque las ganas me superan.
—Cuando estás en un quirófano con un paciente previo a un partido importante, ¿lográs abstraerte por completo?
—Ahora sí. En otro momento me influía, porque quería estar haciendo las dos cosas, pero con los años entendí que todo no se puede. Ahora, por orden de importancia está la familia, el trabajo y el básquet.
Felices los tres. Pía, Benicio y Lucas, en familia.
—El cirujano tiene una capacidad emocional importante para saber tomar decisiones en momentos límite. ¿Pudiste volcar algo de tu profesión al básquet?
—Sí. Antes era más temperamental o no sabía manejar algunas situaciones respecto del nerviosismo. Después me fui dando cuenta que la mente fría servía para todo, aunque sin perder el hambre de ganar.
—¿Existe algún grado de similitud entre ser protagonista en la definición de un partido y tener que decidir en un quirófano respecto del futuro de un paciente?
—No. Uno cuando juega nunca tiene que olvidarse que es un deporte.
—¿Siempre pensaste igual o antes ganar o perder era vida o muerte?
—Sí, tal cual, antes lo tomaba así. Siempre fui competitivo y me ponían muy mal los resultados adversos.
En el Eladio Santos, donde se saca el ambo para defender la camiseta.
—Y ahora, por más que pierdas un partido increíble, cuando salís te enfrentás con la realidad en el hospital. ¿Eso te ayuda a asimilar los malos resultados de otra manera?
—Sí. La derrota siempre duele, pero sabés que al otro día tenés revancha.
—¿Con el equipo que armaron este años tenían o tienen la obligación de ascender?
—Puede decirse que sí, aunque la responsabilidad nos la generamos nosotros mismos. Este año íbamos por la revancha. Se sumó Cristian Miguel, uno de los mejores de Primera, Sebastián Martínez, uno de los mejores de Segunda y mantuvimos la misma base. Iba a estar lindo.
"Somos un grupo demasiado unido como para que alguno de afuera nos desestabilice", dijo.
—¿Cómo logran compatibilizar entre los jugadores propios del club, que juegan básicamente por la camiseta, con los que llegan a cambio de un sueldo importante para darles el salto de calidad?
—Por un lado, no traemos cualquier jugador, se buscan refuerzos con ganas más allá del interés por la plata. Y los dos que vinieron este año no dudaron en ningún momento de jugar para ascender. Además, somos un grupo demasiado unido como para que alguno de afuera nos desestabilice. Al contrario, esperamos que venga alguien a sumar.
Sus características: la lucha y el juego aguerrido más que vistoso.
—¿Y cuántos años te quedan para seguir sumando como jugador?
—Ja, no sé. Se charla año a año. Es una lucha de verano que, por ahora, venimos ganando.
—¿Un ascenso sería la frutilla en el postre a la carrera?
—Sí, por supuesto. Igual, no creo que si ascendemos me quede con las ganas de jugar un año en Primera.
El trabajo y la herencia
Respirando aire puro en el patio del hospital.
—¿Cuál es la mayor complejidad del médico en medio de la pandemia?
—Resguardar la seguridad de uno mismo. Trabajamos con pacientes y tenemos que tener todas las pautas de seguridad, porque después vas a tu casa y compartís con tu familia. Igual, la situación parece bastante controlada dentro del hospital.
—¿Y en el quirófano?
—Es diferente, porque estamos ante una situación no habitual. Pero hay que hacerlo. Los infectólogos del hospital nos dieron todas las recomendaciones y hay que cumplirlas.
Lucas siguió la huella de Luis, su papá.
—¿Cuánta influencia tuviste de tu papá (Luis) para heredar la profesión?
—Y... Hubo cierta intriga de mi parte, pero el camino lo hice solo, si bien me asesoró en un montón de cuestiones. Es más, como trabajaba en el Penna yo me fui al Municipal.
—¿Casualidad o causalidad?
—En realidad, no tenía muchas ganas de ir al Penna porque iba a estar él, pero siempre nos damos consejos y hablamos de nuestros pacientes. Está bueno poder hablar el mismo idioma.
Con la elección de su carrera, Lucas Santarelli renovó ese fuerte vínculo de Sportivo con la medicina, a partir de dos profesionales muy presentes como fueron los dirigentes Eladio Santos y Domingo Martínez.
Está claro que pasan los años y Sportivo sigue gozando de buena salud.