Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Mucho más que confianza

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   ¡Confiá! ¡Confiemos! ¿Solo nos resta confiar?

   La confianza es un tema empleado en varias áreas mucho más de lo que imaginamos. El concepto atraviesa disciplinas tales como Economía, Política, Sociología, obviamente Psicología; también Marketing y Comunicación están atravesados por la confianza.

   Confiamos en medidas, en acciones, en discursos, en personas, en productos, en líderes, en informaciones, en políticos (tal vez no tanto), en monedas, en bancos, en parejas, en deportistas, en nosotros mismos… La lista de aquello en lo que podemos confiar o desconfiar puede ser casi eterna.

   Psicología y confianza son conceptos indisolubles. Según el diccionario confianza significa “esperanza firme que se tiene de alguien o algo”, y evidentemente es una de las variables y hasta condicionantes que afectan y atraviesan nuestra vida cotidiana; elecciones, decisiones, vínculos, están “impregnados” por la confianza.

   Desde la Psicología y otras ciencias y, de acuerdo con diferentes autores podemos esgrimir una tipología o clases de confianza. Para el biólogo Humberto Maturana, la confianza puede ser innata, es “esa confianza simple” con la cual nacemos, es completa, automática.

   La confianza es también una cuestión relacionada con las emociones ya que es clave para nuestro bienestar. Es frecuente hablar de gestión emocional para hacer referencia al manejo que cada persona tiene respecto de estas. Conocer, dominar, interpretar, expresar, regular las propias emociones impacta en las relaciones con los otros y moldea lo que se conoce como confianza emocional.

   El psicólogo Albert Bandura acuñó el concepto de autoconfianza, que aunque se confunda no es lo mismo que autoestima.

   La autoconfianza es la valoración de uno mismo respecto a su capacidad para desempeñar una tarea y llevar a cabo un objetivo. También conocida como autoeficacia, cuando es alta, cuando su estado es óptimo, permite superar obstáculos y estimula la formulación y el logro de metas; a su vez posibilita recuperarse con cierta rapidez de fracasos y escollos. La autoconfianza o autoeficacia se puede y se debe trabajar desde edades tempranas.

   A su vez está la confianza en los demás, esa que “cuando se rompe es casi imposible de reparar”. Toda persona necesita de “otro”; como seres sociales es indispensable la construcción de relaciones que nutran, sostengan, contengan y devengan en bienestar emocional. Si bien algunos consideran que es innata, la confianza “se gana”, se construye; implica sinceridad, respeto, fidelidad; lo contrario es abuso, aprovechamiento y hasta maldad.

   ¿Y las vacunas?

   Creo que estamos en condiciones de afirmar que es el objeto más deseado durante 2020.

   “La rusa”, “la china”, “la de Oxford-AstraZeneca”, “la de Pfizer”, sin dudas un producto que estará atravesado por la confianza pero especialmente por el mensaje y la forma de comunicar ese mensaje.

   No es una cuestión de corto plazo, aún queda un camino por correr, confiemos en la ANMAT y en la eficacia de un plan de vacunación. Por suerte también hay otro tipo de confianza: la confianza espiritual, en pocas palabras se define como ¡Que Dios nos ayude!