Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Deseos Vitales

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   ¡Última columna del año!

   Algunos, muchos, e incluso reunidos, pensaban que mientras comían las “uvas”, “levantaban copas” y tal vez hasta al compás de 12 campanadas, junto con el final del año despedían al coronavirus, sin embargo suena, resuena la palabra “cepa” y hasta se cierran fronteras…

   Última columna del año en la que es habitual ensayar un pequeño balance y formular los deseos para el año que comienza. Siempre escribo unos días antes, este año un sentimiento complejo me invade, pues tal vez para cuando sea publicada algún suceso nos vuelve a sacudir.

   Aislamiento social, cuarentena, restricciones, también económicas, barbijos, tapabocas, fueron prácticas que se convirtieron en habituales, fueron parte de una rutina mundial y hasta “embadurnadas” con alcohol en gel.

   Mientras que durante años se cuestionó el uso excesivo de pantallas y dispositivos tecnológicos, (me incluyo), este año, Zoom, WhatsApp, Meet y tantas otras “app” nos permitieron realizar desde un pedido a la farmacia, trabajar y hasta vincularnos con aquellos seres tan importantes a los que algunos todavía no podemos ver, abrazar, acariciar.

   El 2020 será recordado por nosotros y por futuras generaciones como el año del Covid-19, el año de la pandemia, año en el que para algunos las clases fueron diferentes y para otros directamente no hubo posibilidad de escolarización.

   El 2020 será recordado por el año en el que “esto no va a llegar”, y en el que nos familiarizamos con palabras tales como respirador, virus, mutación, cepa, vacuna, rebaño, esenciales, permisos, máscara, desinfectantes…

   El 2020, y con tu permiso mi querido lector, será recordado como un año “de mierda”; muy necesaria la catarsis, ya que es hasta saludable mandar ciertas cosas a “ese lugar lejano y mal oliente”, pues el coronavirus destruyó economías, proyectos y también vidas, algunas populares, de esas que paralizan un país, y otras íntimas, desconocidas, pero pérdidas profundamente dolorosas.

   El 2020 y desde la Psicología, fue un año en el que nos enfrentamos a nuestra propia fragilidad, en el que nuestros recursos emocionales estuvieron puestos a prueba las 24 horas los 7 días de la semana. Estrés, angustia, ansiedad, insomnio, somatizaciones, sobrepeso, depresión, tristeza, miedo, pánico, fobia, fueron estados a los que nos tuvimos que enfrentar mientras esquivábamos o sobrellevábamos el virus.

   El 2020 fue incierto, complejo, fatal, y mientras contamos los días para que termine y “pegar ese portazo emocional” que casi todo deja atrás, lejos de ser pesimista, debemos aceptar que si bien es bueno recibir un nuevo año con ilusión y esperando nuevas oportunidades, no se supone el final de la pandemia.

   Estoy convencida que esto llevará tiempo, que las soluciones definitivas se “cocinan a fuego lento”; el nuevo año nos encuentra agotados y tal vez la mejor gala sea vestirse con una buena sonrisa; no ha sido fácil pero acá estamos…

   El 2020 fue un año de aprendizajes, nos dimos cuenta de que se puede vivir con poco pero es imprescindible vivir con los otros; así que simplemente deseo salud y fortaleza.

   Y en este año, trascendente e inaudito, agradezco poder estar escribiendo y que vos a pesar de las dificultades me hayas acompañado con tu lectura, una vez más le diste sentido a mi pasión y significado a mis letras. ¡Feliz 2021!