Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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El día que todos quisieron ser Margarita

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   Me atrevo a asegurar que jamás se imaginó que su nombre pasaría a la historia; Margaret o Maggie como la llaman, o tal vez Margarita para nosotros, con casi un centenar de vida, fue la primera persona en recibir ¡la vacuna! ¡Sí! ¡con signos de exclamación!

   Me atrevo a asegurar que “esa dosis” ha sido el objeto más deseado de este 2020, año que sin dudas deja una marca en el mundo.

   Y muchos ya planifican y proyectan qué harán cuando llegue la vacuna… Tras el encierro, tras la distancia, tras ese paréntesis en el cual con resignación y resistencia cada uno, como pudo, “metió” su vida, fantaseamos con lo postergado, lo suspendido, lo prohibido….

   ¿Ver a Margaret o Margarita recibiendo la vacuna nos permite pensar en la vuelta a la normalidad? ¿Esa foto que recorrió el mundo nos lleva a transgredir las reglas de prevención y autocuidado?

   Pensar en la vuelta a la normalidad tal como la conocimos es similar a pensar si hay vida después de la muerte, es algo totalmente desconocido; podemos sospechar, intuir, imaginar, pero certezas todavía no tenemos.

   Este estado que afecta a un porcentaje de la población a nivel mundial y cuya cifra es escalofriante tiene nombre y se lo denomina “fatiga pandémica” o “fatiga emocional”.

   Desde la Psicología el concepto fatiga es empleado para describir el estado de personas sanas como parte de su vida cotidiana; también se lo emplea para quienes sufren enfermedades terminales y se someten a ciertos tratamientos; y también es una sensación subjetiva que hace referencia al cansancio mental o físico y es causado por la falta de un buen descanso, de un sueño reparador, de la realización de actividades sostenidas y como se dijo, ciertas enfermedades.

  La fatiga, como incapacidad para desarrollar una tarea, suele estar acompañada por la falta de motivación. Esta fatiga también denominada “conductual” se la experimenta tras la exposición prolongada a ciertas circunstancias, desagradables, aborrecibles, antipáticas, tal como las que vivimos este año con el Covid-19.

   Lo cierto es que esta fatiga pandémica, emocional o conductual genera estados de enojo, angustia, desesperanza, miedo, cansancio, fastidio; además genera ese deseo indetenible por “patear el tablero” y terminar con la distancia, el alcohol, el barbijo y todas las medidas de protección.

   En definitiva, tras meses de vidas alteradas y con la foto de Margarita de fondo, te aseguro que no es momento de fantasear. Todavía no es momento de “desconectarse de la realidad presente” y planificar lo postergado; la consigna sigue siendo “aquí y ahora”.

   El desafío, también para la Psicología, disciplina que interroga, invita a pensar, a pensarnos y a delinear cambios, reside en no pensar demasiado en el futuro, en no establecer fechas, la incertidumbre sigue siendo grande, la falta de certezas conspira contra nuestros planes, generando angustia y ansiedad.

   La posibilidad de una “segunda ola” es inminente, y más allá de la “vacuna prometida” es momento de ser sensatos, evitar pensamientos catastróficos pero intensificar los cuidados. La pandemia aún no ha terminado, desconocemos cómo será el devenir y el final, por eso será cuestión de disfrutar de pequeñas cosas, simples, para sobrellevar esta fatiga y confiando en que esto también pasará.