Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Síntomas de reactivación, expectativa por la vacuna, y Diego…

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

NA y Archivo La Nueva.

   Sentimientos absolutamente duales. Inevitablemente, el Gobierno pasó de estados de ánimo desde la mirada sobre la más pura gestión que habían generado cierto optimismo en la última semana, a la pesadumbre -colectiva-  por la muerte de Diego Maradona. Y a dos jornadas a puro torbellino, tal vez con la pesada carga de una organización que se fue de las manos y las esperables sospechas de algún intento de aprovechamiento político por parte del oficialismo que no se privó de regar la oposición.

   Apenas si alcanza un rápido repaso a lo que vivía el Gobierno, hasta el instante en que la noticia de la muerte del Diez sacudió al mundo, para comprender aquel tránsito desde las reuniones con menos tensión que se recuerden en mucho tiempo a las situaciones de pesadumbre que el presidente Fernández por su lado graficó tal vez como ningún otro funcionario del Gobierno con su llanto frente al féretro de su ídolo futbolístico. 

   Acaso antes de avanzar sería pertinente terminar de sellar esa ligazón entre economía, pandemia y tragedia que envolvió al Gobierno: el velatorio de Maradona en la Casa Rosada logró lo que hasta hace poco no parecía posible, que fue juntar al presidente y a Cristina Fernández por primer vez desde hace 44 días, en medio de rumores sobre distanciamientos y otros entremeses de la política partidaria que los tiene como protagonistas centrales de ese sainete.

   Veamos. ¿De dónde venían aquellas señales que le cambiaron la cara al Gobierno? “Entramos en una nueva etapa”, dijo un funcionario cercano al presidente cuando desgranaba al menos cuatro de esos indicadores: 

   1) Quietud del dólar paralelo y fortalecimiento del billete verde en el modo “solidario”, y esta vez al parecer sin la intervención de “manos amigas” que ayudaran a sostener artificialmente la cotización del blue. El Banco Central, como ejemplo, sumó u$s 31 millones en un día, en medio de esa incipiente calma. 

   2) El precio de la soja a u$s 434 la tonelada, la mayor cotización desde 2014, inyectó también optimismo. El campo aportará por esa vía y merced a un agregado de 5 millones de hectáreas de soja y maíz a las ya cosechadas, unos u$s 1300 millones a través de retenciones. Que podrían ser otros 3.000 millones si los productores deciden liquidar tres millones de toneladas guardadas en silo bolsas. 

   3) La reactivación económica que se nota en sectores de la industria metalmecánica ligada al agro, y en la construcción, además de aquella etapa de mayor producción agropecuaria. El Gobierno dice que aún con limitaciones, la actividad está funcionando al 95 %. Un síntoma de ese escenario fue la amenaza del presidente de aplicar la vieja Ley de Abastecimiento a los grandes acopiadores de materiales para la construcción mientras se suceden los reclamos por falta de insumos para esa activad “madre de industrias”. 

   4) El avance de un acuerdo largo y beneficioso para el Gobierno con el Fondo Monetario Internacional, y la decisión del presidente de reflotar justo en medio de este “veranito” la conformación del Consejo Económico y Social que tanto le había reclamado la oposición, con Roberto Lavagna a la cabeza, podrían completar ese cuadro, aunque no es todo.

    Asociado a la pandemia, el Gobierno cree poder mostrar ahora mismo alentadoras cifras de reservas hoteleras y de casas en las zonas turísticas más importantes del país como la costa atlántica, las sierras cordobesas o los lagos del sur, que asocia directamente a un aflojamiento de los rigores de la lucha contra el coronavirus en dos factores, tal vez discutibles. El primero, es que el Gobierno sin demostrarlo demasiado ha empezado a dar señales de que el hartazgo ciudadano por la larguísima cuarentena tiene que tener por algún lado una vía de escape.

    Una mirada más laxa sobre ciertos comportamientos, y también es cierto que con cifras que tendrían a la paulatina baja según se ha comprobado en la última semana, es compartida por el gobierno nacional pero también por la mayoría de los gobernadores, en especial los que recibirán cientos de miles de turistas. El descalabro de la industria turística los ha golpeado a todos por igual y aquel optimismo se nota también en este tipo de análisis oficiales.

   La promesa de vacunación para todos y todas que viene haciendo el Gobierno en general y el kirchnerismo bonaerense en particular es otro de los factores que se pusieron sobre aquellas mesas de miradas más descansadas de los últimos días. El presidente, otra vez, cayó en sus incontinencias y prometió empezar a vacunar en diciembre, después dijo en marzo y finalmente se estacionó en principios de enero. 

   Como sea, la Argentina será uno de los primeros países del continente en recibir vacunas de las empresas y laboratorios afectados a la producción. En este caso y según Ginés González García porque el Gobierno fue de los primeros en adelantarse a entablar conversaciones con rusos, británicos, suizos y estadounidenses. La Anses ya hizo su primer aporte para poner en valores reales esos planes y entregó a Salud un padrón de casi 7,5 millones de mayores de 60 años que serán los primeros en recibir la vacuna junto al personal esencial.

   Ese escenario, unidas todas sus partes, tiene para los estrategas políticos de la Casa Rosada un componente final e indispensable: “preparar” al oficialismo para encarar con las mejores chances el año electoral que se iniciará con el primer minuto de 2021.

    La muerte de Maradona hizo tropezar al Gobierno en medio de aquellas ensoñaciones. Imposible creer que los responsables -¿el propio Alberto?- desconocieran los riesgos de llevar a cabo tan monumental demostración de despedida sin las lamentables consecuencias ocurridas. 

    Tal vez la tentación fue más grande. Las encuestas seguramente traerán alguna respuesta en las horas que vienen.