Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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La dinastía Balduchi despide al querido Diego y presenta al joven Valentín

Se acabó la nafta en el tanque del buenazo de Diego Balduchi, quien, ante el pedido del pibe, se baja y deja el auto a disposición. 

Fotos> Rodrigo García y Archivo- La Nueva.

Por Tomás Arribas / tarribas@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa de hoy)

   Llegó la hora del cambio de mando. Sale Diego Balduchi (45), agotado pero satisfecho, y entra Valentín (20), encargado de continuar el legado de un apellido con más de 50 años en el Midget.

   Porque previo al debut de Diego, en el Invernal 1994 en Coronel Dorrego, papá Armando metía mano en los fierros de varios pilotos. Por caso, el recordado Raúl "Chispa" Brayda.

   Diego le dice adiós al Midget tras 26 años (hubo un intervalo de 4 años) de sacrificios y las más variadas aventuras deportivas y humanas; siempre aferrado al manual del taller familiar, la humildad y el respeto.

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   "Soy un agradecido de la categoría. Conocí mucha gente y me llevó muchas amistades. Esas son las cosas más lindas que me deja, como también ese chico que un día se acercaba al taller a pedirte una foto o un autógrafo. Son cosas que te marcan", nos cuenta Diego, actualmente rankeado 40º.

   Aún siendo un luchador del pelotón, dado que nunca abundaron los medios competitivos para sobresalir en la consideración puntera, Balduchi supo ganarse el respeto y el cariño de sus pares en cada etapa y período de competencia.

   "Hemos tenido roces y discusiones como todos, nadie es un santo, pero no más que eso. Ni hablar de peleas o algo por estilo, ¡jamás! Me equivoqué muchas veces y siempre pedí disculpas. Creo que me respetan como yo a ellos. El "1" y el "100" son la misma persona, todos corremos con el mismo objetivo y merecemos el mismo trato", asegura.

   "El respeto uno se lo gana--agregó--. Siempre traté de la mejor manera a toda la gente, tanto pilotos como allegados a la categoría. Creo que por eso me valoran. Y eso es algo que me llena de orgullo. Agradezco todo lo obtenido, siempre lo hicimos con el mejor ánimo, trabajando más que cualquiera y con los pies sobre la tierra. La prioridad nunca dejó de ser la familia, el automovilismo viene después. Y por eso pude hacerlo tantos años".

   —¿No hay marcha atrás?

   —La decisión estaba tomada hacía tiempo. Uno va teniendo más responsabilidades y el desgaste después de tantos años se siente. Además, la categoría hoy exige muy buena preparación en todo sentido para ser competitivo, y los tiempos son cortos. Por eso la idea es darle el pase a Valen, que tanto lo quería. Seguiré despuntando el vicio del automovilismo a través de su participación.

   —Y seguramente facilitarle el camino lo máximo posible.

   —¡Ni hablar! Una de la cosas que me pasó fue nunca tener la chance de correr un auto competitivo. Siempre se hizo todo con mucho sacrificio en el taller. Y por eso la idea es darle algo mejor y que pueda disfrutarlo, porque así te lo exige la categoría. Hablamos de un parque de más de 100 autos y muy buenos, con preparadores y chasistas de primer nivel en la ciudad y la zona. Para correr hoy casi es una obligación tener un buen auto, sino el piloto se frustra y todo cuesta el doble.

   —¿Qué le inculcarías?

   —Lo que siempre me enseñaron, a manejarse con respeto, hacer las cosas a su debido tiempo y no querer demostrarle nada a nadie. Poder correr en Midget es un privilegio y más en el momento actual de la categoría. No porque corra el padre él tiene que sentirse obligado a hacerlo también. Tiene que hacer las cosas tranquilo, sin presión.

   —¿Algo que te haya quedado pendiente?

   —Y un poco lo deportivo. Muy pocas veces corrí con un auto bueno. El mejor de todos calculo que fue el de la temporada 2000, con el que corrí finales y llegué a estar 13º en el campeonato a falta de 4 fechas, hasta que tuve dos vuelcos seguidos y quedé con el 21º. Ya al otro año no había más presupuesto.

   "Todo fue sacrificado en el taller, juntando la plata como se podía. Nos daban una mano las publicidades, pero eran los menos. Ese auto dio frutos, anduvimos bien. Pero en la medida que nos quedábamos sin dinero y sin gomas, no se podía más. Y de ahí en más empezamos a decaer, hasta que terminó siendo muy difícil. Tal vez esa sea la cuota pendiente", cerró Dieguito, animador de unas cuantas finales veraniegas.

"Mucha ansiedad"

   No es el contexto ideal, habida cuenta que no habrá experiencia invernal previa. Pero, si todo sale bien, Valentín Balduchi hará su estreno al derrape en la próxima cita veraniega.

   "Estoy con mucha ansiedad, más después de no haber podido girar en las pruebas por lo que me pasó (fue contacto estrecho con un positivo de Covid-19). Más que nada eso, tengo ganas de probar, girar y conocer el auto. Fui dos veces al salitral, pero no di muchas vueltas. Necesito experiencia", confesó Valen.

   "La sensación de estar arriba esas pocas vueltas fue un sueño --agregó--. Hacía muchos años que anhelaba hacerlo y saber cómo era. No pude acelerar mucho, pero traté de más o menos agarrarle algunas mañas y saber cómo se comporta, pero con mucha tranquilidad".

   —¿La posibilidad de correr nació de vos?

   —Sí, aunque en parte también tiene que ver con papá y su legado, porque para mí es un ejemplo. Además que obviamente me apasiona el Midget por haber crecido viendo sus carreras y acompañándolo. Ojalá pueda hacerlo como él, durante mucho tiempo y con tanta pasión. Pero las ganas son propias, la iniciativa de correr fue mía.

   "Lo tomaré con mucha tranquilidad, no tengo presión ni peso deportivo. Mi objetivo es clasificar al estival que viene para tener rodaje y sumar experiencia, pero siempre disfrutándolo. Si no se da ahora, será cuando tenga que ser. No me voy a volver loco", dejó en claro.