Bahía Blanca | Miércoles, 17 de abril

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La “prisión perpetua” de la familia de un niño arrasado por un abuso

 A días de confirmarse la pena a 20 años de cárcel para un expolicía y catequista acusado de violación, la madre de la víctima cuenta cómo la vida es una pesadilla constante.

Fotos: Archivo LN.
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Audionota: Romina Farías

   Las consecuencias de los delitos sexuales son tan brutales que las únicas personas condenadas son las víctimas.

   Una sentencia a prisión no tiene comparación con la vulneración y el daño psicológico y emocional -muchas veces de por vida-, sufrido por quien padeció el accionar abusador.

   Hace algunos días se conoció que la Sala III del Tribunal de Casación provincial confirmó la pena de 20 años de cárcel que la justicia bahiense le había impuesto, a fines de 2018. al expolicía y catequista José Luis Andersen, culpable de violar a un nene de 7 años.

   La noticia tranquilizó a Mariana (nombre ficticio para proteger y preservar a la víctima), pero los padecimientos de su hijo y del resto de la familia no terminaron con la sentencia.

   El chico, que en la actualidad tiene 11, sufre problemas derivados de la traumática experiencia por la que atravesó y, como si fuera poco, en los últimos días fue hostigado por un desconocido que le envió mensajes intimidantes (de corte sexual) a su celular.

   “La confirmación del fallo fue un alivio, pero estuvimos casi 3 años con el corazón en la mano, porque si a un juez se le antoja decir que es inocente o le dan menos años, no podés hacer nada”, dice Mariana a La Nueva.

   “Es el temor de que salga, además de las amenazas que hemos recibido de su entorno”, agrega.

   De todas maneras, admite que la principal preocupación es el estado de salud de su hijo.

   “El nene está muy complicado. Tiene un certificado de discapacidad por esquizofrenia postraumática, trastorno de bipolaridad y ataques de pánico. Desde 2018 a esta parte probamos con un montón de psiquiatras en Bahía y Buenos Aires. Tomó 30 remedios diferentes y no dieron con la medicación. Ahora le sacaron todo porque padece graves problemas hepáticos y de intestinos”.

   Remarca también las dificultades del día a día. 

   “No sabemos cómo va a seguir esto. Es muy complicada la cabeza de un humano, porque tiene recuerdos, duerme conmigo, llora de noche y tiene pesadillas, entre otras cosas. Hay un equipo de profesionales que lo atiende junto a su pediatra, pero no es nada fácil”.

   Mariana señala que lo ocurrido “desmoronó todo”.

   “Somos excelentes padres, compañeros y amigos, pero vivimos como podemos. Mi marido está con picos de hipertensión y se le da por trabajar constantemente como para tratar de no pensar en todo esto. Yo pongo mi energía en la fundación que creamos para luchar contra este tipo de delitos”.

Enemigo cercano

   El 2 de octubre de 2017 se descubrió lo que sucedía. El  “día fatídico”, como lo describe Mariana.

   Los abusos, de acuerdo al fallo, se registraron entre junio y agosto de ese año.  

   Andersen fue detenido el 23 de noviembre, por orden de la justicia de Garantías y actualmente se encuentra alojado en la Unidad Penal Nº 19 de Saavedra.

   En la resolución judicial se indica que amenazó a la víctima exhibiéndole su arma de fuego reglamentaria y hasta apoyándosela en su cuerpo para que guardara silencio.

   “En la escuela pudieron descubrir lo que pasaba, con el equipo interdisciplinario, dibujando. Ahí me avisaron y se me terminó el mundo. Todo empezó con cambios de conducta, se portaba mal y no quería ir al colegio, entonces desde el establecimiento empezaron a trabajar con él”, comenta.

   La indignación creció aún más cuando descubrieron que el responsable de lo que pasaba era un amigo de la familia.

   “Él venía todos los días a casa, se quedaba a comer, custodiaba mi negocio, era una persona de la que vos nunca ibas a dudar. Bendecía la mesa y hasta te hacía una oración cuando se iba”.

   Andersen cumplía funciones como teniente primero en la comisaría Segunda, además de realizar actividades de ministro de la eucaristía en una capilla dependiente de la parroquia San Roque.

   “Mandábamos a los nenes a misa, a coro o scout, no los mandábamos a un lugar donde se suponía que pasaran cosas malas. Al nene lo quiso matar, me lo tiró de un auto en marcha, por suerte, si es que se puede decir así, esto paso solamente durante 2 meses”.

   Alguno de sus otros hijos, según cree, también habría atravesado situaciones que merecen ser investigadas por la justicia.

   “No se nos cierra solo con un juicio de 20 años. Lo único que quiero es verlo pudrirse en la cárcel. También seguimos con el juicio civil, a quienes entendemos que no actuaron como debían”.

Desagradable situación

   Como si fueran pocas las consecuencias que sufre su hijo a partir del abuso, en las últimas horas, por intermedio de la abogada Fernanda Petersen, denunciaron una serie de hostigamientos que padeció el chico recientemente.

   “El viernes pasado estaba con los hermanos jugando a un juego en línea y una persona le empieza a mandar mensajes, escribiéndole sobre lo que le había pasado y dándole datos de nuestra familia. Le agarró un ataque de pánico y se descompuso, la verdad que la pasó muy mal”, asegura Mariana.

   Dice que guardó capturas de pantalla de lo sucedido, pero que posteriormente se produjeron otras situaciones que deben ser investigadas.

   “A la madrugada le empezó a sonar el celular con un llamado de un número de Buenos Aires, donde no hablaban. También le mandaban fotos que tenían que ver con cuestiones referidas al abuso sexual infantil”.

   “Al otro día también llaman, pero desde otro número, a mi marido, donde no hablaban y lo escuchaban”, agrega.

   Estas situaciones se dieron el mismo día en que trascendió públicamente -a través de lanueva.com- el fallo de Casación ratificando la condena contra el expolicía.

   “Da que pensar y son muchas casualidades. A fines de 2017 me habían robado el auto del frente de mi casa y el día que se dio a conocer la primera sentencia me avisaron desde la comisaría Séptima que había aparecido con los vidrios rotos, sin motor y abollado en la ruta. En esa jornada también encontraron un ramo de flores secas en la puerta del estudio de mi abogada y ahora pasa esto”.

   Manifiesta que toda esta situación constituye una preocupación adicional.

   “No tenés paz nunca, vivís en alerta todo el día. Es el día de hoy que tengo miedo, para mi esto no es un caso cerrado”.

Dolor convertido en fuerza

   Las vueltas del destino. Mucho antes de poder imaginar la pesadilla que iba a atravesar junto a su hijo, la mujer colaboraba con la fundación Bahía Blanca por los Niños, que, entre otras actividades, auxilia a víctima de delitos de abuso sexual infantil.

   “Desde 2007 estamos trabajando con chicos carenciados y que sufren distintas problemáticas. Esta persona y la iglesia donde estaba se habían acercado para colaborar, lo cual, además, resulta muy morboso”.

   A través de las actividades que realiza con esa entidad puede canalizar la angustia que le provocó el caso de su hijo.

   “El dolor de lo que nos pasó lo transformo en fuerza, porque sigo llevando una carga enorme en los hombros”.

   La ONG está haciendo gestiones para contar con un lugar físico de funcionamiento, por lo que “ahora vamos al encuentro de la persona”.
Identificadas con el pañuelo amarillo y la consigna “Yo sí te creo”, son 6 mujeres que trabajan brindando contención, asesoramiento y resguardo a las víctimas y sus familias.

   “Las acompañamos a fiscalía o a la comisaría de la Mujer, también las ayudamos a conseguir ayuda psicológica, entre otras cosas”.

   Quienes quieran contactarse con la organización deben comunicarse al teléfono (291) 15444481.