Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Un clásico que se renueva: los riesgos del atraso cambiario en tiempos de elecciones

Utilizar el dólar como ancla contra la inflación puede traer beneficios electorales, pero perpetuar la medida equivale a tapar una olla a presión.

Francisco Rinaldi

frinaldi@lanueva.com

    El futuro inmediato de la macroeconomía argentina estará ligado a la percepción que los mercados financieros tengan sobre los candidatos que resulten victoriosos en las elecciones generales, ya que las reservas de dólares del BCRA son insuficientes para frenar una corrida cambiaria, y el ahorro en moneda nacional es casi inexistente, de acuerdo con economistas consultados por La Nueva.

    Es que la compra de dólares billete por parte del sector privado sigue en niveles muy elevados -según datos del Central, totalizó, en el primer semestre de 2019, 25.373 millones de dólares, un 28 por ciento más alto contra igual lapso del año anterior- una clara muestra de que el apetito por el “billete verde” es insaciable.

    “Los argentinos ahorramos en dólares. Y eso va más allá de las elecciones, y tiene que ver con la inexistencia de una moneda confiable que sirva de reserva de valor”, indicó el analista Fausto Spotorno, de la consultora Orlando Ferreres & Asociados.

      Del lado de las reservas de la autoridad monetaria, un activo indispensable para hacer frente a una corrida contra el peso, los analistas acuden al concepto de reservas netas, que surge de descontar a las reservas brutas -hoy en 68.338 millones de dólares- aquellos ítems que no pueden ser utilizados, al menos no en forma inmediata, para salir a frenarla.

       Las reservas netas, según el economista Amilcar Collante, totalizan hoy U$S 16.665 millones, aunque estimaciones más optimistas las sitúan por encima de los 19.000 millones.

     “El tema es que los depósitos a plazo fijo, estimados en moneda dura, superan esos montos. Por lo cual, está siempre latente el riesgo de que ese dinero quiera pasar a dólares, lo cual recrudecería las tensiones sobre el mercado cambiario”, alertó Víctor Beker, de la Universidad de Belgrano.

      Según las últimas cifras del BCRA del 22 de julio del corriente, había en el sistema financiero argentino alrededor de 29.700 millones de dólares en colocaciones a plazo, considerando el tipo de cambio oficial de ese día.

      “Las reservas del Central no alcanzan para contener una corrida como la del año pasado. Pero es cierto que los actuales niveles de atraso cambiario (N de R: se refiere a la evolución del precio del dólar con respecto a los precios internos, algo que suele exacerbar todavía más el natural deseo de dolarizar carteras) no son tan altos como en los meses previos a la corrida, lo que torna menos probable un evento de esas características”, explicó Spotorno.

       Pero aclara: “eso no quiere decir que se vaya a mantener en los niveles actuales. Digo que hay menos condiciones hoy para que la suba del dólar sea tan violenta como en 2018. Nosotros manejamos un escenario, el de mayor probabilidad de ocurrencia, de un dólar por encima de los 50 pesos a fin de año, una suba mucho más baja en comparación con la corrida”.

       En promedio, entre abril y diciembre de 2018, la etapa más álgida de la corrida, el dólar mayorista de referencia del BCRA se incrementó nada menos que un 87%. Pero el minorista subió 100% en el mismo lapso, con una aumento de casi el 20% en un sólo día (finales de agosto de ese año), la segunda más importante desde 2002.  
      “Un aumento del orden del 20%, que es nuestro escenario más esperado, claramente es muy inferior”, aclaró Spotorno.

Mala idea

     Para Beker, las cifras -y la historia- hablan por si sólas. Incurrir, otra vez, en el atraso cambiario no parece la mejor idea, toda vez que esta estrategia sería el “huevo de la serpiente” que incuba la próxima corrida cambiaria.

      “Espero que las autoridades hayan aprendido la lección. Dejar mucho tiempo quieto al dólar es como contener una olla a presión”, advirtió.

      Desde el Instituto para el Estudio de la Realidad Latinoamericana (Ieral), piensan en el mismo sentido: no permitir que el dólar acompañe a la inflación puede aumentar las expectativas de devaluación del público, todo un clásico en un país donde un ministro instó, allá por los 80, a la gente a no comprar dólares, días antes de una (de las tantas) recordadas devaluaciones.

     "Dada  la  proximidad  de  las  elecciones  presidenciales,  el  gobierno  tiene  importantes  incentivos  a  tratar  de  mantener  el  tipo  de  cambio  estable.  Por  otro  lado,  si  esto sucediese, la inflación seguiría reduciendo el Tipo de Cambio Real -o TCR- (N de R: la razón entre el precio del dólar y el índice inflacionario, una medida de cuán competitiva es, en cuanto a precios, la la Argentina)  en un contexto de menores dólares comerciales (históricamente los trimestres de mayores dólares comerciales son el segundo y el tercero)  y  de  incertidumbre  por  el  resultado  eleccionario".  

     "De  esta  forma,  en  un  escenario  extremo  que  el  gobierno  lograse  mantener  congelado  al  tipo  de  cambio  por  razones  políticas  hasta  fin  de  las  elecciones,  el  TCR  bajaría  (a  precios  de  julio  del  2019)  a  casi  39 pesos por dólar".

    "Esta caída del TCR probablemente sí genere una situación de atraso cambiario que  dado  los  menores  dólares  comerciales  y  dependiendo  de  lo  que  ocurre  con  las  elecciones,  podría  subir  nuevamente  las  ya  elevadas  expectativas  de  devaluación  y  la  prima  de  riesgo  país  y  desencadenar  el  proceso  contrario  al  evidenciado  en  los  últimos  meses".

    Traducido: si la divisa no se actualiza siguiendo el ritmo inflacionario (es decir, baja mucho el TCR), los nervios se volverían a sentir en el mercado cambiario.

Que no se vayan

     La posibilidad de trasvasamiento de los depósitos a plazo hacia el dólar motivó diferentes medidas por parte de la autoridad monetaria.

   La más significativa fue dejar la tasa de referencia en un 58%. Meses antes, decidió mejorar la "transmisión" de esa tasa a los ahorristas a través de medias como la posibilidad de armar un depósito a plazo sin ser cliente de una entidad financiera y en forma on line.

     Con todo, la idea es que no se sumen estos fondos (colocados en su mayoría  a cortísimo plazo, léase, no más de 30 días) al clásico y siempre omnipresente ahorro en verdes.  

   Más allá de los ejercicios numéricos, la variable más importante para la evolución del  precio  del  dólar  en  el  segundo  semestre  sin  duda  va  a  ser  el  resultado  de  las  elecciones  presidenciales.  
   "Dado  que  los  compromisos  financieros  para  el  año  2020  requieren la necesidad de volver a tener acceso a los mercados de crédito, las relaciones históricas  de  los  diferentes  candidatos  con  dichos  mercados  pueden  jugar  un  rol  muy  importante en las expectativas".

    "Un resultado favorable para los candidatos con un historial menos  ”amistoso”  con  los  mercados  de  crédito,  repercutirá  probablemente  en  mayores  presiones  sobre  el  dólar  que  podrían  generar  un  TCR  más  alto  que  lo  previsto  en  los  escenarios anteriores", opinaron desde el Ieral.