Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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El fanático que le dio lugar a 450 basquetbolistas en su casa

Pablo Mansilla colecciona dorsales de clubes argentinos. Tuvo que ampliar la casa para tener espacio para los percheros “Lo lindo es ver que la camiseta lleve nombre y número de la persona que la usó”, dijo.

Fotos: Gentileza Pablo Mansilla

Por Ricardo Sbrana / rsbrana@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa)

   “Lábaque”, “Beltramella”, “Massieri”, “Scola”, “Montenegro”. ¿Un quinteto de históricos en la Liga Nacional? No, sólo unas pocas dorsales de las que Pablo Mansilla (39 años, Viedma) exhibe en los percheros de su casa.

   Coleccionista de camisetas de básquetbol de clubes argentinos, tuvo que hacer una ampliación de su casa para dar espacio a los percheros donde cuelgan 450 casacas.

   Fue jugador de profesional -escolta transformado en base- en distintas categorías y clubes, sobre todo de ascenso. Su techo fue el paso por Deportivo Valle Inferior de Viedma en la Liga Nacional, como juvenil. Vende indumentaria deportiva y como una cosa trae a la otra, nació una pasión.

   —¿Así empezó todo?

   —Tengo 39 años y jugué 31 al básquetbol. Me retiré hace dos años y como siempre hice deporte, me encanta todo lo relativo a la ropa deportiva. Pero el tema de las camisetas se dio por haber sido jugador. Además soy muy amigo de una persona que vende indumentaria, al que represento en mi región. Siempre que hacíamos algún equipo me sobraba alguna camiseta de muestra. Y así fui sumando. También guardaba mis camisetas de cuando jugaba a los 13 o 14 años. Y mi papá, por su trabajo en compañía de ómnibus y traslado de delegaciones, cada tanto me daba alguna que había conseguido. Llegó un momento en que tenía mucho lío en el placard, las tenía amontonadas. Cuando me abrí perfiles en las redes sociales hace 6 o 7 años, me propuse ordenarlas y contarlas. Tenía como 200. Ahí me armé un par de percheros y las acomodé.

Todo el material más ordenado y con mayor espacio, luego de la ampliación en su casa en Viedma.

   —¿Sólo recibís lo que te regalan o también las buscás?

   —Soy muy caradura y de pedir. Trato de contactar, contar mi historia y he tenido muy buena receptividad en la gente, que se prende y me regala. Trato de no comprar. Primero porque en el mercado local de ropa deportiva, no suelen venderse camisetas de básquetbol. Y las que se venden vienen sin nombre y número. Tampoco me daría el bolsillo... A los que practicamos básquet y siempre nos gustó, lo lindo es ver que la camiseta lleve nombre y número de la persona que la usó.

   —¿Cuáles son las más importantes o famosas de la colección?

   —La más antigua me la regaló hace un par de años Sebastián Vasino, quien jugó varios años la Liga Nacional. Nos hicimos muy amigos cuando jugamos juntos en Deportivo Valle Inferior (Viedma), en 1996. Y me obsequió la camiseta de su papá, Carlos, usó en San Lorenzo de Almagro en 1969. También distintos jugadores de Liga Nacional me hicieron llegar las suyas, por caso Leo (Leonel) Schattmann, Lucas Pérez, el año pasado Bruno Lábaque la de Atenas campeón 2001.

Pablo junto a Sebastián Vasino, quien le obsequió una casaca histórica de San Lorenzo de Almagro, que perteneció a Carlos Vasino.

   —También tenés una que usó Luis Scola en la selección argentina.

   —Sí, fui a un Súper 8 que se jugó en Neuquén, creo que en 2005, a trabajar de voluntario. Pero cuando llegué, ya les habían repartido la ropa. Alejandro Cassettai, el jefe del torneo, me pidió disculpas por lo de la ropa, pero me dijo que me daría algo que me gustaría mucho más. Y me obsequió la camiseta de la Selección que usó Luis Scola, firmada por la mayoría de la Generación Dorada. En otra oportunidad (Gustavo) Fly Alvarez, un entrenador de Trelew, se comunicó para hacerme llegar la camiseta que usó Hernán Montenegro en Estudiantes de Bahía, la que tenía la publicidad de alarmas de auto en el frente. Y tengo muchas promesas, que espero se cumplan.

   —¿Qué camisetas te gustaría conseguir que no tengas?

   —Ya es una obsesión, una enfermedad linda entre comillas. En casa tuve que hacer ampliar la habitación porque tenía dos percheros de un comercio junto a la cama matrimonial... Como gustarme, me gusta todo. Pero le doy la misma importancia a la camiseta de un club local que a otra de algún club conocido. Sí me gustaría que algún jugador argentino en el exterior se comunicara para avisar que tiene alguna para mí. Intenté, pero no tuve suerte.

En perspectiva, cuando los percheros dominaban el espacio.

   —¿Alguna historia particular detrás de un envío?

   —Bueno, la que me regaló Bruno Lábaque se dio por una pavada... Tuvimos un cruce en Twitter. No fue para buscar lío, pero bueno... Ellos (Atenas) habían anunciado que iban a vender toda la ropa e indumentaria que les quedaba de viejos equipos. Pero después no las vendieron. Entonces le dije a Bruno que eso no se podía hacer, porque la gente estaba enloquecida con la intención de conseguir algo de lo que habían usado, por ejemplo, en el Open McDonald de París. El se comunicó conmigo y ahí logré que me mandara una que usó él. ¡Yo las quería comprar! Pero Bruno conocía mi historia y tuvo ese lindo gesto. El otro día se comunicó Sebastián Massa, que me dijo que está relacionado con Pacífico, y me preguntó si tenía algo de Pacífico. Me prometió hacer la gestión para tener una. De Bahía tenía una de Barracas que me regaló un ex preparador físico. También me llamaron desde Mendoza para ofrecerme todas las que quisiera de clubes de allí. Y esos gestos son los que me ponen como loco, entre comillas.

   —¿Le das valor a aspectos de las camisetas como el diseño, colores, texturas?

   —Me gusta la variedad, me gustan los diseños. Por eso no tengo de la NBA, porque son todas iguales desde hace 30 años. Hay una persona en Viedma, Guillermo Melinger, quien hace unos meses me comentó que haciendo una mudanza encontró unas camisetas de toalla, que se usaban antes. Entre ellas, había una de Estudiantes de Bahía que era del año 1981-82. Son las cosas a las que le doy valor, como al hecho de que alguien se acerque a regalar.

Junto a Guillermo Melinger y modelos de camiseta de los '80, entre ellas una de Estudiantes.

   —¿Te llamaron otros coleccionistas con el objetivo de comprar alguna?

   —No para comprar, pero sí me llamaron para intercambiar. He dicho que no, más allá que me han ofrecido equis camiseta. Primero porque valoro mucho las que tengo y que hayan tenido el gesto de regalármela. Me pidieron cambiar dos por la de Lábaque, pero lo rechacé porque sería faltar el respeto a quién me la dio. Y como le doy mucho valor a lo que tengo, dejo pasar esas oportunidades.

   —¿La pasión por las camisetas tendrá un límite?

   —No creo. No me pongo límites. Además cuando amplié la habitación me quedó mucho lugar.