Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Hallan restos de un reptil marino similar al “monstruo del Lago Ness”

Se estima que este ejemplar tenía una medida de entre 11,2 y 12 metros y pesaba entre 10 y 13 toneladas.

   Científicos hallaron en la Isla Marambio de la Antártida restos de un reptil marino con apariencia similar al “monstruo del Lago Ness” que medía 11 metros, pesaba más de 12 toneladas y vivió poco antes de la extinción masiva de los dinosaurios, informó la agencia de noticias científicas de la Universidad Nacional de la Matanza (CTyS-UNLaM).

   “Se extrajo un ejemplar muy importante en la Isla Marambio; es el elasmosáurido más grande del mundo”, señaló el paleontólogo José O’Gorman, del Museo de La Plata (MLP) y del CONICET, principal autor del estudio que fue publicado recientemente en la revista “Cretaceous Research”.

   El científico aseguró que “debido al gran tamaño de este espécimen, su rescate se realizó durante sucesivas campañas del Instituto Antártico Argentino y culminó en 2017”.

   Este reptil gigante se destaca por ser el elasmosáurido más cercano a la extinción de los dinosaurios que se haya descubierto en el continente blanco, de acuerdo a la publicación.

   “Este hallazgo es muy próximo al final del Cretácico, cuando se estima que cayó un gran meteorito y ocasionó la desaparición de muchas especies”, indicó Marcelo Reguero, investigador del Instituto Antártico Argentino y del MLP que participó del hallazgo.

   En ese sentido, O’Gorman detalló que el descubrimiento refuerza la idea de que la extinción que se produjo hace 65 millones de años fue catastrófica “porque este ejemplar vivió unos 30 mil años antes, fue muy próximo a ese suceso, y demuestra que este ambiente marino de la Antártida continuaba soportando animales de gran tamaño”.

   Para que existieran animales tan grandes poco tiempo antes de la extinción masiva, debía haber una gran disponibilidad de alimentos en el océano.

   “Pareciera que no hubo una preparación, que fue una extinción masiva sin previo aviso”, insistió.

   Los restos del reptil gigante hallados son parte de su columna vertebral, parte de sus aletas anteriores y posteriores y algunos elementos de la cintura escapular, y se encuentran en el Museo de La Plata.

   Se estima que este ejemplar medía entre 11,2 y 12 metros y pesaba entre 10 y 13 toneladas, “por lo que está muy por encima de los que se conocían hasta ahora, los cuales tenían una masa de entre cinco y seis toneladas”, precisó O’Gorman.

   El sitio donde se encontraron los fósiles del elasmosáurido está ubicado hacia el centro de la Isla Marambio, donde hay sedimentos de un antiguo ambiente marino de poca profundidad.

   “Allí también hemos encontrado pequeñas vértebras, muy pequeñas, de plesiosaurios bebé digamos, y esto hace pensar que, en aquel momento, allí había un mar bastante tranquilo donde los plesiosaurios tenían como una especie de guardería para las crías de la especie”, contó Reguero.

   Los elasmosáuridos forman parte de la gran familia de los plesiosaurios, reptiles extintos en lo que posiblemente se inspiró el imaginario colectivo para crear al monstruo del Lago Ness o a “Nahuelito”, según los científicos.

   Dentro de los elasmosáuridos, el reptil gigante forma parte de la subfamilia de los aristonectinos, que tenían el cuello un poco más corto, vértebras mucho más robustas y un cráneo mucho más grande.

   Este nuevo espécimen de reptil gigante fue descubierto en 1989 y recién se terminó de rescatar en 2017. 

   “La colecta se realizó a lo largo de muchos años y han participado muchos equipos; esto evidencia la necesidad de un sostén de la actividad científica que el Instituto Antártico Argentino ha mantenido en el tiempo”, consideró el doctor O’Gorman.

   “La hipótesis que podría explicar el gran tamaño de este nuevo ejemplar, y que parece estar progresivamente apoyada por las evidencias, es que los aristonectinos tenían un modo de captura de sus presas diferente al resto de los elasmosáuridos; consideramos que, en lugar de capturar a sus presas de manera individual, estos animales abrían la boca y capturaban a un gran número de pequeñas presas al mismo tiempo, como crustáceos de pequeño tamaño por ejemplo”, relató O’Gorman.

   Este tipo de captura tiene semejanza con el que aplican las ballenas actuales. El doctor O’Gorman aseveró que “las ballenas aprovechan una rugosidad que poseen en el paladar para atrapar al microplancton, en tanto que consideramos que los aristonectinos usaban la batería de dientes como una especie de trampa, en la que quedaba una gran cantidad de animales atrapados y expulsaban el agua”.

   El doctor Marcelo Reguero destacó la logística y el trabajo que hizo posible el rescate de este ejemplar como así también de otros fósiles en la Antártida.

   En estos yacimientos, también se han encontrado aves marinas voladoras y dinosaurios de diferentes grupos. Reguero valoró que “siempre que se realizan congresos internacionales donde se exponen los resultados de las investigaciones en la Antártida, los estudios en paleontología de vertebrados realizadas por los científicos argentinos se encuentran en muy bien posicionados”.

   Además de los doctores O’Gorman y Reguero, el investigador Argentino Sergio Santillana y el paleontólogo Rodrigo Otero de la Universidad de Chile participaron de este estudio.