Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Las funciones del Ballet del Sur: el debut y una gran despedida

Las tres funciones del Organismo Artístico alcanzaron gran brillo en el Teatro Gran Plaza. Se despidió Gabriela Noia.

Stella Maris Salomón / arte@lanueva.com
Especial para La Nueva.

 

   Doble debut para el Ballet: apertura de temporada y estreno de sala. El inicio de actividades se efectuó en el Teatro Gran Plaza que ha venido a solucionar la dificultad de no contar con el escenario del Teatro Municipal, cerrado por reparaciones. A los arreglos que se han hecho en el nuevo espacio para acondicionar la escena sucederán otros en fecha próxima. No obstante, el espectáculo alcanzó gran brillo.

   El domingo 12 (función objeto del presente comentario) se realizó la despedida de una excelente bailarina – Gabriela Noia – que ha consagrado 20 relucientes años al público, desde el seno del Ballet del Sur.

 

Tres obras formuladas en distinto lenguaje

   Bajo la dirección de Ricardo Alfonso, el Ballet del Sur presentó en la primera parte: “Entre Azul y Verdi”, ballet neo-clásico creación del director Alfonso, sobre partitura de Giuseppe Verdi. Una pieza plena de frescura que no posee contenido argumental sino situaciones leve y delicadamente esbozadas. La ejecución por parte de todo el elenco, muy acertada. El vestuario, bello en su ensamble de colores; y las luces, al unísono con la danza, enviando un mensaje grato a los sentidos.

 

   En segundo término “Concierto”, también coreografía de Ricardo Alfonso. La música cristalina de Antonio Vivaldi irrumpe en una atmósfera lumínica bien lograda; entonces, el fraseo corporal neo-clásico y contemporáneo conforma una danza al desnudo; porque cada uno de los intérpretes – impecables todos – es la expresión de si mismo desde su cuerpo danzante. Destacado desempeño el de Matías Santander.

   El clasicismo estuvo representado por el ballet “Raymonda” (Marius Petipa - Alexander Glazunov). Luis María Zúñiga, recientemente incorporado al cuerpo estable como Maestro y Ensayista, realizó una apropiada suite de la obra, adaptándola a un espacio más reducido y sin utilización de escenografía. Con su absoluta pureza académica – el estreno data de 1898, en Rusia – la composición se enriquece con la evocación de las czardas en leves toques. Muy merecidamente aplaudidas Antonella Silva y Estefanía Segovia. Buen desempeño del cuarteto masculino integrado por: Matías Santander, Manuel Martínez, Julio Bernal y Fernando Lima. Bien realizado el vestuario de diseño sobrio. El sonido adecuado al ámbito y correcto durante toda la función.

   En su despedida del Ballet del Sur, Gabriela Noia (acompañada de manera solvente por Gorky Flores en el rol de Jean de Brienne), compuso su Raymonda con eficacia. La sostenida variación, requiere dominio de escena y expresividad. Despojada de su preocupación técnica, la bailarina debe aportar personalidad y firmeza para que su encanto invada la platea. Sin duda, una emoción profunda la embargaba por tratarse de “su última función” pero, con gran profesionalismo, se sobrepuso y sorteó una vez más la difícil prueba.

 

   Muchos aplausos y algunas lágrimas. La danza despide temprano a sus ejecutantes pero nunca los abandona.