Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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El trabajo del jubilado

Foto: Pablo Presti - La Nueva

Por Ricardo Aure (*) / Especial para "La Nueva"

   Mientras la avasallante inteligencia artificial agiganta incógnitas sobre la ocupación de los humanos en un futuro tan inmediato como inimaginable, hace tiempo que los jubilados argentinos siguen muy ocupados en el "empleo" que les imponen la subestimación y el descarte.

   Hay que verlos en las filas que se extienden por las veredas de Las Heras y San Martín cada día de cobro, y hay que alertarlos, o mejor acompañarlos, porque en la misma caja a la que llegan por sus haberes devastados por la inflación se los puede tentar con un préstamo que terminará por asfixiarlos.

   Con trámites infinitos, la burocracia los asedia todavía más ante las enfermedades: vigilias para pedir un turno y peregrinajes en busca de los cada vez más caros remedios. 

  Que el médico de cabecera, que la derivación, que la obra social demora, que la receta está mal o incompleta, que hay que corregirla, que no viene el doctor... 

  Las horas se multiplican yendo de la obra social al hospital,  del consultorio a la farmacia... y también habrá que soportar, hasta con resignación, que las prestaciones casi nunca son cubiertas en su totalidad, y que el plus ilegal es moneda corriente.

   Esperar.

   Ir y venir... ir y venir.

   Esperar.

   Desesperar.

   Suplicar, después de por lo menos 30 años de esfuerzos --pagados o mal pagados en blanco o en negro-- ante miradas que parecen expresar: "aguante abuelo que Ud. tiene tiene todo el tiempo del mundo".

   Buena parte del tiempo que al jubilado le queda en este mundo se pierde en la indiferencia y la falta de compromiso.

   Y mientras la pobreza y el desempleo arrasan, "porque no queda otra", en nuestra Argentina agrietada desde Moreno y Saavedra hasta Cristina y Macri, al viejo que ya no produce hay que ocuparlo en deambular y esperar.

  Los que tarde o temprano llegarán a los 60 o a los 65, siempre y cuando el Fondo Monetario no disponga lo contrario, aún deberían tener fuerzas para construir un porvenir mucho más digno.

   Será el gran trabajo para evitar el "trabajo" que les espera.

(*) Periodista de este diario entre 1974 y 2015