Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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María Segura de Dell’Olio: toda una vida al servicio de los demás

Ingresó a la comunidad scout de General Cerri hace más de 35 años, cuando se fundó, para acompañar a su hijo, que años después falleció. Lejos de renunciar, a los 66 le sigue poniendo el cuerpo.

Cecilia Corradetti / ccorradetti@lanueva.com

   Entre los scout de General Cerri todos hablan bien de María Segura de Dell’Olio, una referente histórica que todos adoran por su humildad, optimismo y generosidad.

   Pero también porque carga a sus espaldas la pérdida de un hijo, José Orlando, hace 24 años, el mismo que la impulsó a ingresar a esta gran familia de la que jamás pudo alejarse.

   Casi fundadora, en definitiva, del grupo scout San Miguel Arcángel de Cerri, María comenzó a participar de casualidad.

   Su hijo deseaba integrarse al grupo y ella, como mamá, comenzó a colaborar y acompañarlo. El trabajo era arduo, todo se gestaba.

   Corrían los años 80. María tuvo seis hijos más, pero eso no le impedía renunciar a la vida scout: participaba de los campamentos embarazada o cargando bebés. Y siempre con una sonrisa ancha, feliz de ver felices a los demás.

   Hijos, primero, y luego nietos.

   Toda la familia, incluso su marido José, ya jubilado, han dedicado la vida a este movimiento que tiene como premisa los valores, el respeto por la naturaleza y especialmente el servicio.

   “Eso es, precisamente, lo que me ha llenado el alma siempre, antes y después, incluso, de la partida de mi hijo, una persona con todas las características propias de un scout, un chico que vivía para servir a los demás”, lo recuerda.

   Muchos años después, cuando José Orlando decidió ingresar a la Marina, en La Plata, ella continuó firme poniendo el hombro a su “otra familia”. Hasta que la tragedia se cruzó en el camino cuando su hijo falleció... Pero lejos de amedrentarse, redobló la apuesta y continuó el camino.

   A sus 66 años, el recuerdo sigue vivo y se emociona.

   “No sé cómo hice, pero lo hice”, sintetiza, mientras recuerda su infancia en el campo, en la provincia de Mendoza, cuando había que poner el cuerpo trabajando de sol a sol.

   “Creo que por eso me enamoré del movimiento. Estoy acostumbrada al contacto con la naturaleza, a sortear inconvenientes, valerme sola, arreglarme con lo que tengo, respetar al prójimo... es un estilo de vida que intento seguir inculcando”, detalla.

   En Cerri, alrededor de 150 personas integran la comunidad, que funciona a metros de la parroquia San Miguel Arcángel, en Gurruchaga y Libertad.

   La labor no tiene fin y trasciende a los clásicos sábados. Porque se debe planificar y organizar las actividades y continuar trabajando a pulmón para recaudar fondos.

   Rifas, ventas de pollos, pizzas, campañas, festivales. Todo es válido para sostener el lugar, que crece y se consolida.

   “Logramos cercarlo y estamos finalizando la edificación de un salón de usos múltiples, aún nos falta y el dinero nunca alcanza, pero también hemos recibido ayuda y seguimos pidiendo. Las donaciones son fundamentales”, puntualizó.

   Hoy, María ya no tiene menores a cargo. Ni hijos, ni scouts.

   Y lo agradece, porque --aclara-- todo tiene su tiempo. De todos modos, asegura, resulta gratificante desarrollar este rol, distinto a los que ha ocupado antes, pero pleno de cosechas.  

   “El grupo me dio una familia. Me generó un compromiso y una felicidad inmensa. Encontré mi cable a tierra. Me olvido de todos los problemas, de los dolores. Disfruto mucho de ver la obra enorme que se hizo a través del tiempo y me enorgullece haber sido parte”, reflexiona.

   “¿Un consejo? A los padres, que si tienen un grupo scout cerca de su casa, que incorporen a sus chicos. Aprenderán muchas cosas a través del juego. Principalmente, a tener valores”, sugiere.

Una vida de servicio

    José Orlando Dell’Olio era una persona al servicio de los demás. Tal vez por eso se volcó al scoutismo siendo un niño y luego orientó su futuro en la Marina.

   En 1995, luego de haber estado embarcado, regresó a Ensenada, en La Plata, y durante una salida con sus compañeros, se descompensó y sufrió un ACV.

   En medio del dolor y cuando ya nada podía revertirse, la familia decidió donar sus órganos.

   María se emociona: “Me dijeron que su corazón salvó a una quinceañera”.

   María y José (que trabaja silenciosamente para el grupo scout), tienen otros seis hijos: Juan Nicolás, María Noelia, Norberto Jesús, Guillermo Fabián, Maximiliano Javier y Anahí Soledad.

   Y nueve nietos: Héctor, Yazmín, Ismael, Bianca, Franco, Isabella, Mara, Nahuel y Franchesca. Y una bisnieta, Oriana.

   Todos pasaron o pasarán por los scout. Siempre listos.

Es una madre

Por Rodrigo Medrano / Scout de General Cerri

   Cuando tenía 10 años comencé scout gracias a la invitación de dos amigos. Enseguida el movimiento me atrapó y supe que era el lugar donde quería estar. Mucho tuvo que ver María, hoy convertida en mi gran referente y por quien siento una profunda admiración.

   Recuerdo verla cada sábado con un gran entusiasmo, con un espíritu único, optimista como pocos, y una gran vocación de servicio.

   Solíamos realizar larguísimas caminatas, disfrutando de la naturaleza y la vida al aire libre, despojados absolutamente de las cosas materiales; cuando llegábamos al lugar de destino, luego de haber caminado kilómetros y kilómetros, muchas veces le preguntábamos: “¿Tanto caminamos para llegar acá?”, y ella contestaba: “¡Lo importante es todo lo que se vive en el camino!”    .

   Por aquel momento, siendo tan jóvenes, uno no dimensiona la importancia de ese mensaje, pero cuando uno crece, esas enseñanzas cobran un sentido que queda grabado a fuego para siempre.

   Sin lugar a dudas, María es la mujer mas respetada en nuestra institución, por su historia, por su trabajo, por su dedicación pero por sobre todas las cosas por su enorme humildad, nos enseñó y nos enseña día a día que el liderazgo tiene que ver con el trabajo en equipo, el buen compañerismo y el saber que todos somos importantes. Ella es una fuente de consulta permanente para todos los que integramos el grupo. Hoy, casi 20 años después, sigue teniendo ese mismo espíritu que cuando la conocí y aunque los roles han cambiado, ya que desde hace unos años estoy a cargo del grupo, siempre se mostró predispuesta a colaborar con todo lo que haga falta.

   María se ha convertido en una madre, y una persona que ha marcado mi corazón para siempre.