Los jacarandás cambian el color de la ciudad

Redacción de La Nueva.

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   Noviembre es el mes en que la ciudad se tiñe de azul violáceo. El singular aporte viene de la floración de los jacarandás, que por cientos se multiplican en distintas calles, en una primera floración que los encuentra desprovistos de hojas y que se impone en muchas cuadras. No solo florece, sino que las corolas de sus flores se van desprendiendo, generando la clásica "lluvia" que también colorea calles y veredas.

   Los casi 1200 ejemplares fueron plantados hace 20 años, con lo cual alcanzaron una edad que los ha convertido en árboles de gran porte, muchas veces inconvenientes en veredas angostas o a partir de la agresividad de sus raíces.

   Pero muchos de los problemas que traen se pierden en estos días, en que conforman un espectáculo diferente y renovador, para una ciudad en que su arbolado urbano no siempre corre la mejor de las suertes y donde las políticas en la materia han sido pobres y discontinuas.