Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Un urnazo contra el modelo económico

La columna de Ricardo Salas, corresponsal de La Nueva. en La Plata.

Archivo La Nueva.

   Axel Kicillof se impuso con comodidad y terminó de cristalizar en las urnas el resultado menos sorpresivo de las últimas elecciones en la provincia de Buenos Aires. Era previsible también por el “efecto arrastre” de la fórmula “Fernández-Fernández” como ganadora de la elección presidencial.

   Ya desde el mediodía de la víspera, los primeros resultados no oficiales (bocas de urna en La Plata) vaticinaban un triunfo demoledor de la boleta bonaerense del Frente de Todos que llevaba al exministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner como postulante a la Gobernación.

   María Eugenia Vidal que buscaba su reelección votó por su parte con la "esperanza” de dar el batacazo electoral, pero corría en desventaja después de aquella semifinal de agosto, cuando su principal contendiente opositor la derrotó claramente en las urnas de las PASO que terminó funcionando como una válvula de escape a la presión social fruto del fuerte ajuste de la economía.

   Durante la campaña, Vidal discursivamente repasó los logros de su gestión (básicamente la puesta en marcha de obras públicas) pero discursivamente se “entregó”. 

   No le alcanzó ni siquiera su imagen positiva como mayor fortaleza política. No pocos actores del espacio vidalista todavía lamentan aquella negativa del macrismo puro en la Casa Rosada a permitir el desdoblamiento de las elecciones en la estratégica provincia de Buenos Aires.

   También es cierto que observando el triunfo de Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los votos obtenidos por el propio Mauricio Macri enderezando la elección del oficialismo, la “gran perdedora” terminó siendo Vidal.

   Juntos por el Cambio retuvo municipios como La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca, entre otros grandes centros urbanos del mapa bonaerense. Como era previsible no pudo hacer pie en el Conurbano, un territorio donde con mayor crudeza impacta el difícil contexto económico social.

   En la ciudad capital de los bonaerenses anoche el radar giraba en torno de los guarismos finales, en esos decimales que puedan incidir en la cuenta final, en un legislador más o menos, para el recambio parlamentario. Desde ahora el foco será la transición política hasta el 10 de diciembre, fecha oficial para el recambio de autoridades bonaerenses.

   Otro dato a tener en cuenta. El gobernador electo y actual diputado nacional representa una cara nueva en la Provincia que viene impulsado por el dedo mágico de la expresidenta, cuando elucubró la unidad del peronismo, el kirchnerismo y los “renovadores” de Sergio Massa para recuperar la Provincia después de cuatro años.

   Esa decisión puede empezar a mostrar una “renovación” K haciendo base principal en la Provincia como nunca antes, incluso por encima de referentes de peso del peronismo ortodoxo. 

   Un botón de muestra quizá sea el armado del futuro gabinete de ministros de Kicillof, donde distintos sectores del peronismo especulan en torno de ese potencial reparto de cargos para apretar con exactitud la botonera del tablero gubernamental de la calle 6.

   Más allá del resultado electoral, Kicillof y Vidal deberán verse las caras. El gobernador electo tendrá que dialogar con la actual mandataria provincial para “garantizar gobernabilidad” y apoyo en la Legislatura bonaerense, ya que Vidal conservaría una cuota importante de poder político de la mano de una fuerte tropa de diputados y senadores del “núcleo duro” de Juntos por el Cambio.

  Debilitada en términos políticos, Vidal ratificó su compromiso de seguir haciendo política en la Provincia, más allá del resultado de la elección bonaerense, ahora sí, con aparente independencia política del presidente Mauricio Macri. 

   Todo indica que el oficialismo mantendría, por ejemplo, la estratégica mayoría en el Senado y un bloque de peso en la cámara de Diputados. La única incógnita pasa por si el espacio hoy oficialista que agrupa al Pro, el radicalismo y los “lilitos” de la Coalición Cívica se mantendrá unido después de diciembre.

   Pero en definitiva ambos, Kicillof y Vidal, deberán encarar un camino de transición política “ordenada” pese a una coyuntura económica y social compleja. 

  Desde algún tiempo atrás, espadas del peronista Frente de Todos indican que se viene un par de años de “malas noticias” producto de la fragilidad financiera que dejaría Vidal en la Provincia, producto de “altos niveles de endeudamiento”. 

   Precisamente, la evolución de la deuda pública bonaerense -la verdadera "pesada herencia"- aparezca como prioridad en el cuaderno de preocupaciones que tiene el próximo mandatario bonaerense. Por eso, anoche mismo Kicillof abrió el paraguas cuando habló de la “reconstrucción” de la provincia.

   En este contexto es poco probable que el Presupuesto bonaerense para el próximo ejercicio gubernamental pueda ser abordado con la actual composición parlamentaria. 

   Como en años anteriores, seguramente las fiestas de fin de año o, por qué no, la temporada veraniega, sean el escenario para el debate de la denominada “Ley de leyes”.