Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Innovar, permanecer y transcurrir

   Un domingo inusual, un tema poco frecuente; pues se conjugan dos elementos que imprimen características únicas; dos coordenadas que no siempre encuentran su punto de intersección.

   Cumplir años es algo habitual, propio del ser humano y también de algunas organizaciones. Traspasar “un centenario” no es frecuente ni a nivel humano ni tampoco empresarial.

   Más allá del gusto o no, de adeptos y detractores, de fanáticos y de indiferentes, no se puede negar la trascendencia a través del tiempo.

   ¡La Nueva. cumplió años! ¡120 años! 120 años en los que se conjugan liderazgo a través de un extenso tiempo, ininterrumpido.

   En este espacio dedicado a la Psicología, la disciplina se hace presente en “el cumpleaños” con sus preguntas habituales.

   ¿Innovar se convierte en imperativo? ¿Estancarse condena a la extinción? ¿Cómo potenciar la creatividad y el talento? ¿La supervivencia está amenazada en la era digital?

   Muchos interrogantes se suceden; mis libros de Psicología de las Organizaciones despliegan respuestas que comparto con Usted, mi querido lector.

   Varios son los factores que han presionado y presionan a las organizaciones, en las que la transformación y la innovación, se convierten en una especie de “fieras” al acecho de las empresas y de quienes las componen.

   En este clima, en el que la sensación reinante es de escasa calma, pues se alternan tormentas, oleajes, grandes mareas y a veces hasta sudestadas, la internalización de la economía, la aparición irreversible de las nuevas tecnologías, y los altos niveles de competencia, exigen y demandan conocimientos y habilidades para “surfear olas”, atravesar tifones, asegurando una navegación a buen puerto; los días de pesca en un mundo globalizado, exigente y competitivo se convierte en utopía.

   Innovar implica cambiar el modo en el que se realizan las cosas; aletargarse conlleva ser superado por organizaciones y actores con dinámicas ágiles. La innovación siempre viene motorizada por interrogantes, pero es sabido de acuerdo con la Teoría General de los Sistemas que, cuando una organización se cierra, cuando se “esclerotizan” sus fronteras y no se facilitan los intercambios, lisa y llanamente se autodestruye y muere.

   ¿Y el cliente? ¿Y el lector?

   Una empresa, para poder continuarse y proyectarse a futuro, además de la capacidad de adaptación a los cambios, deben ubicar al “cliente lector” en el centro, nunca al final de la cadena, teniendo como premisa la creación y el agregado de valor para ellos.

   Algunos temen a los cambios, la Psicología los promueve, aunque si de temor se trata, debiera temerse al estancamiento. Cambios y conflictos son inherentes a las personas y a las organizaciones, la verdadera cuestión reside en cómo se resuelven las problemáticas, cómo se las atraviesa, de los recursos humanos de los que se dispone y de cómo se aceptan y tramitan los cambios.

   Cumplir 120 años, ir por más, implica evocar la historia, revisar la tradición sin permanecer anclado en ella; implica situar en el centro al lector pero a su vez empoderar, valorar y reconocer a quienes con su trabajo son parte fundamental de La Nueva.; la tecnología acompaña pero jamás reemplazará al periodista, al editor, al fotógrafo, al columnista.

   Dicen que la creatividad se potencia con las preguntas, por eso en este cumpleaños son muchos los interrogantes; las organizaciones e instituciones con niveles de excelencia, con óptimo funcionamiento, son las que cultivan la curiosidad y las preguntas de forma sistemática, seguramente las respuestas develen el camino para ir más allá en cada de sus acciones presentes y avizoran tiempos futuros. ¡Feliz cumpleaños querido Diario La Nueva.!