Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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¿Cómo terminar una relación?

   ¡Basta! ¡Punto final! ¡“Game over”! ¡Hasta acá llegué! ¡Ahora sí se terminó!

   En tiempos en los que se venera “el soltar”, en tiempos en los que el imperativo es dejar a un lado aquello que no sirve, que no estimula, que no colma, que no funciona, pareciera que cuanto más queremos “practicar el desapego” como si fuera una rutina de gimnasia, más adheridos estamos a situaciones disfuncionales.

   Algunos lo resuelven por WhatsApp, otras personas se toman tanto tiempo para reflexionar y ejecutar la acción, que pasan meses, años, la vida, sin poder resolver.

   Se termina el amor, se diluye la química, se agotan los proyectos, o surgen terceros, cuartos o muchos “en discordia” y la decisión es inminente. Casi como un juego, suena y resuena el “no va más”. El dilema es cómo, cuándo y dónde expresarlo.

   ¿Existe la fórmula perfecta para terminar una relación? ¿Cuál es el momento indicado? ¿Pocas palabras o conversaciones que se mantienen por meses?

   Cada relación es única, la forma de culminar también lo es; no obstante, al momento de poner fin a un vínculo hay una serie de aspectos que deben ser tenidos en cuenta. Reniego de las recetas, pero en esta ocasión hay una serie de “ingredientes” que no pueden faltar.

   Lo primero para tener en cuenta es que expresar ciertas decisiones generalmente ocasiona dolor; pues en cierto modo lo que se intenta comunicar es que dicha relación no aporta felicidad, escuchar frases tales como “ya no es como antes”, los sentimientos han mutado, más de uno quisiera evitar.

   Es evidente que en la mayoría de los casos el mensaje no es bien recibido, pues causa heridas y dolor. Muy pocos responden con madurez y aceptación, por lo que la respuesta esperable será hiriente, tal vez para demostrar el dolor provocado al recibir “la noticia”; habrá que establecer un límite en la comunicación y estipular que no hay lugar para la violencia.

   La culpa a veces acecha al momento de terminar la relación, también aumenta cuando la otra parte promete cambios que se sabe nunca acontecerán. Surgen desafíos: ¿cómo expresar con claridad sin lastimar? ¿Qué palabras emplear de forma tal que no se alimenten esperanzas de retorno?

   ¡Claridad! A veces en el afán por no ocasionar daños se emplean conceptos ambiguos, nunca falta el “te quiero, pero creo que no te amo”, y hasta un abrazo de consuelo que solo ocasiona más confusión. Se pueden mencionar sentimientos, pero habrá que explicar y recordar “entre frase y frase” que se pretende terminar la relación.

   Resulta obvio, pero nunca falta quien recurre “a terceros” para que allanen el camino, están los que dejan un recordatorio en la heladera con la típica frase “tenemos que hablar”, y ni hablar del impacto de un mensaje por celular; inadmisible el uso de redes sociales o anoticiar primero la decisión a una comunidad de internautas.

   ¡Valentía y honestidad!

   Generalmente no se está preparado “para ser dejado”, lo recomendable es escucharlo “por boca del autor”. Se requiere de valentía y consideración, evitar “dar vueltas como perro que se muerde la cola” y expresarlo; no es recomendable prolongar agonías. Honestidad y sinceridad para expresar un final, también cuando exista otra persona, otra historia.

   Los vínculos pertenecen al ámbito íntimo, como tales deben ser respetados y cuidados. Cuando se tornan disfuncionales es momento de pensar-los, asumir-los y aceptar-los. Si bien no existe un momento ideal para comunicarle al otro el fin de relación, es necesaria la reflexión para registrar necesidades y deseos; a veces por evitar dolores ajenos vivimos prolongando indefinidamente la propia angustia.