Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Los kilómetros de Daniela

Imágenes y videos: Francisco Villafáñez-La Nueva.

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

 

  —Ordenen estas palabras alfabéticamente —le pidió a sus alumnos.

  —¿Cómo alfabéticamente? —preguntó uno de los chicos de secundaria.

  —Siguiendo el orden del abecedario. De la “a” a la “z” —le respondió.

  El chico puso una palabra con “a” y otra con “z”. En el medio nada.

  No conocía el abecedario. Y a la profe se le estrujó el corazón.

 

  Daniela Belén Santoni Kelly tiene 31 años, nació en Cabildo y es profesora. Se recibió en 2015 y desde entonces vivió muchas situaciones así. Otras le sacaron una sonrisa, pero confiesa que fueron las menos.

  —Me gusta mucho que los chicos consigan aprender algo y notar ese descubrimiento es impresionante. Te llena el corazón.

  Daniela es profesora de Práctica del Lenguaje de 1ºB en la Escuela Secundaria Nº 3 del barrio Pacífico de Bahía Blanca y de la secundaria Nº4 de Cabildo. También da Computación en la escuela 19 de esa localidad: es técnica en Informática.

  Todos los lunes y martes recorre más de 100 kilómetros para enseñar: va y viene de Cabildo a Bahía. Mientras maneja... piensa. Los chicos, la escuela, su casa, su hijo, su pareja... van atravesando por la ruta.

  —Menos mal que es un viaje corto —confiesa aliviada.

  Se levanta 4:50. Llega a la escuela y 7:30 arranca con su clase. Termina a media mañana y vuelve a Cabildo para dar clases de computación. Cuando hace tiempo pasa por su casa unos minutos... sin sacarse el guardapolvo.  

  Y su día no termina en el aula: corregir, planificar, investigar… son tareas para el hogar.

  Es que tiene por delante un desafío no menor: captar la atención de los adolescentes. Y para eso se mete en su mundo: lee blogs, aprende sobre redes sociales, busca ideas en internet.

  —Los chicos buscan continuamente la inmediatez en todo lo que leen y que el placer sea inmediato. Es un desafío constante. Uno aprende y le enseña a los chicos. Y los chicos a uno.

  Daniela era una nena a la que no le gustaba leer, pero gracias al trabajo de su profesora de Literatura, Erica Dalceggio, aprendió a disfrutar de los libros.  

  Empezó estudiando Letras en la Universidad Nacional del Sur, pero la llegada de su hijo Nicolás, que hoy tiene 10 años, cambió los planes. Dejó los estudios y después de un tiempo decidió hacer el profesorado en Lengua y Literatura en el instituto Avanza, de la primera cuadra de Vieytes. Se recibió en 2015 y desde entonces no paró.

  Su primera experiencia en el aula no fue fácil. Tenía miles de miedos. Fue con dos compañeros de estudio. Estaba muy seria. Pero todo fue más fácil de lo que imaginaba.

—Terminamos divirtiéndonos muchísimo. Trabajamos un cuento policial. Tenía un miedo tremendo porque a uno le dicen tantas cosas que van a pasar dentro del aula y no pasan, no es así. Son chicos. A uno lo asustan pero después uno termina descubriendo que vale la pena.

  Alejandra Pizarnik, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Pablo Neruda, Ray Bradbury e Isaac Asimov son algunos de sus autores favoritos. Pero ella lee de todo: le recomiendan algo y lo busca, después saca sus propias conclusiones.

—¿Y cuáles son los textos que tienen mayor aceptación en los chicos?

—Estoy en primero [de secundaria] y a los chicos les gusta mucho la mitología. Les encantan los grandes clásicos que se escribieron hace añares. Y las leyendas también..

—¿Cómo los enganchás?

—Siempre les digo que la literatura les abre caminos, que los ayuda a pensar y a formular lo que ellos quieren decir. Se los machaco si los tengo de primero a sexto. Espero que sea un ladrillito más en esa pared que construimos todos los docentes, que sume, y que logre despertar en ellos esa pasión que despertó mi profesora en mí.

  Dar clases en Cabildo no es lo mismo que enseñar en Bahía. Allá conoce todas las caras, todos los padres, cada problema. Y acá, sabe que es una profe más.

  Pero acá y allá los problemas en el aula son similares. Y Daniela reconoce que es la educación lo que tiene que cambiar.

  —Lo primero viene por casa. Para mí fallamos mucho, y me incluyo porque yo también soy madre, en educar a nuestros hijos. No hay un manual para ser padre ni nada, pero lo primero es el respeto hacia el otro, hacia el docente, a la profesión. Eso es lo que se ha caído, se ha perdido.

  La profesora lamenta que “siempre esté en cuestionamiento el docente”.

  —Para algunos padres cualquier problema es culpa del docente, qué tan seguro están de eso. Entiendo, no somos perfectos, y uno está acá para aprender. Pero habría que fijarse qué hizo mal el nene, cómo lo hizo; o qué hizo bien y por eso lo felicitamos. Muchas veces nos agarramos de los errores y no de los aciertos. Está bueno fijarse en los aciertos.

  Daniela no hace huelga, aunque confiesa que no es una decisión fácil. Coincide con el reclamo salarial y el pedido de no cierre de los Equipos de Orientación Escolar. Pero también necesita la plata.

  —El paro lo descuentan y como estoy construyendo tengo el sueldo invertido, no puedo perder ni un peso, estoy atada de pies y manos [...] No hacer paro es también ponerse un poco en contra de los compañeros porque te dicen “no apoyás mi lucha”, pero a veces uno mira su bolsillo y no puede. Soy sostén de hogar y a veces no te queda otra.

  Pese a todo, cree que la educación sigue siendo una profesión buscada. Y sabe por qué.

  —En educar está el cambio. Por eso estamos complicados porque no estamos haciendo bien las cosas con educación. Hay que darle muchísima importancia. Para mí es el futuro, por eso enseño.

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