Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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10 lugares (e historias) de Bahía que vale la pena conocer

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

La arquitectura y los espacios públicos cuentan la historia de Bahía Blanca. Sus edificios, sus calles, sus lugares, tienen algo que decir. Son el resultado de una historia, de diferentes momentos sociales, económicos, políticos. De estados de ánimo y de voluntades.  

A veces hay que ajustar la mirada, prestar un poco de atención, quebrar el caminar rutinario para descubrir otra ciudad, la misma, pero distinta. "Partiendo de allá y caminando tres jornadas hacia levante, el hombre se encuentra en Diomira, ciudad con sesenta cúpulas de plata, estatuas en bronce de todos los dioses, calles pavimentadas de estaño, un teatro de cristal, un gallo de oro, que canta todas las mañanas sobre una torre", escribió Italo Calvino en sus Ciudades invisibles. Acaso Bahía Blanca merezca también su capítulo. 

El Barrio Inglés

Pocos quedan indiferentes ante este conjunto de viviendas de calle Brickman, entre la avenida Colón y Donado. Es el conocido "barrio Inglés", mencionado por sus habitantes como "las colonias ferroviarias". Fue construido en 1908 por la empresa del Buenos Aires al Pacífico para alojar a sus empleados. Resueltos con la típica arquitectura ladrillera inglesa, cada bloque tiene cuatro departamentos organizados de manera lineal, al estilo de las casas chorizo. Además de ser patrimonio de la ciudad, el conjunto tiene rango de Monumento Histórico nacional. Es único en el país en su tipo.

Las cinco esquinas

Una postal de Villa Mitre, el barrio que poblaron decenas de familias sirio-libanesas a principios del siglo XX. Son cinco esquinas que miran a una pequeña rotonda donde se ubica un mástil. En una de esas esquinas --donde hoy funciona una heladería-- estuvo el cine Las Cinco Esquinas, un emblema del barrio. El nombre de Villa MItre, nacida como "La Reina de las Villas", fue decidido por Jorge Moore, Bartolomé Tellarini y Juan Canata, propietarios de las tierras que le dieron origen. Mientras organizaban, en 1906, el primer remate, les llegó la noticia del fallecimiento del militar y ex presidente de la Nación, Bartolomé Mitre. Mitristas como eran, no dudaron en decidir el nombre. 

El primero de todos

Bautizado con el nombre de Cisneros en 1991, el edificio de Zeballos y Portugal, "atrás del teatro municipal", es el primero en su tipo en la ciudad. Fue construido en 1937 con la particularidad de seguir lineamientos de diseño moderno, rasgos art déco y de la Escuela de arte Bauhaus. Se destaca por sus balcones, su jardín público en esquina y la modernidad de poseer garages. Diseñado por el ingeniero Guillermo Martín, dispone de un departamento por piso y al momento de su inauguración contaba con incinerador de residuos y conexión domiciliaria para la antena de radio.

El Comahue

Construido por la municipalidad a partir de un crédito del BID, el barrio Comahue fue inaugurado el 9 de julio de 1971, ocupando cinco hectáreas de tierra. Dispone de 55 monoboques con 9 departamentos cada uno, totalizando 495 viviendas. Las tierras fueron adquiridas a la cooperadora de la Universidad Nacional del Sur, entidad que las puso en venta luego de que la casa de altos estudios comprara tierras en altos del Palihue para emplazar la ciudad universitaria. El proyecto inédito, tratadas las tierras como una supermanzana, generó varios espacios comunes al aire libre, permitiendo "gran libertad de movimiento personal".

Un portal

Avenida Colón y Vicente López. Una esquina donde conviven dos de los edificios más destacados de la ciudad, por esencia y arquitectura. A la izquierda, la sede del club Argentino, diseño del arquitecto Alberto Coni Molina, construido por NyG Pagano en 1910, con sus líneas afrancesas y su cúpula de esquina. A la derecha, la que fuera sede del Banco Hipotecario Nacional, construida por Santiago Teddi, inaugurada en 1926, de porte neoclásico. Ambos con su revoque simil piedra, son parte de un paisaje urbano que habla de otra ciudad, de otros tiempos, de otro arte. Es la historia escrita en piedra, la que hay que cuidar.

Una cortada americana

Euskadi se llama desde 1955 la cortada ubicada entre la avenida Alem y Corrientes, surgida cuando en 1953 el Concejo Deliberante aprobó la subdivisión de la "Quinta Bonzini". Los adquirentes de lotes firmaron un acuerdo para contratar a los ingenieros Carlos Rivas y Ricardo Echarren para diseñar sus viviendas. El resultado fue un conjunto de diseño moderno, entre racional y organicista, con algo de art déco, que generó el nombre de "barrio americano". El retiro de tres metros impuesto a las viviendas generó una espacialidad única a la calle, que permite disfrutar de una cuadra única. Distinta.

El silencio bajo árboles

Hay una cuadra de calle Florencio Sanchez que tiene carácter propio. Se ubica a la altura del complejo de la Universidad Nacional del Sur, paralela a 12 de Octubre. Es una calle silenciosa, una cortada incorporada al ámbito universitario. Se destaca por su profusa arboleda, que en verano hermana las copas de ambas veredas y genera una acogedor pasillo verde. Es un patio público, un generoso lugar que alienta el encuentro y la caminata. El nombre de la calle evoca a ese escritor uruguayo, autor, entre otras obras, de M'Hijo el doctor y Canillita.

El avance en lo alto

La construcción de edificios en altura comenzó en la década del 30, se consolidó en los 60 y sigue siendo una de las tipologías edilicias que se multiplica cada año en el centro. Mitre es un ejemplo de arterias que suman varios edificios en unas pocas cuadras. Paraguay --acaso de manera inesperada-- es una de las que que viene sumando torres, una vecina a la otra, modificando un paisaje que era más propio del barrio universitario. Circulando desde Zapiola hacia Estomba, el perfil urbano es otro, distinto.

White, ese lugar

No hay otra localidad en el país que, como Ingeniero White, tenga una propuesta arquitectónica tan particular, única y valiosa. En un lenguaje portuario-industrial se multiplican las casas de estética simple, resueltas en chapa o madera, sin más ornamento que su lisura y expresividad, portadores de un lenguaje pintoresco y utilitario. Recorrer White es una aventura extraordinaria. Es del estilo de la Boca, multiplicada por diez. O más.

Esos chalés

Villa Harding Green fue fundada en 1906, como barrio obrero, en las afueras, en contacto con la naturaleza. Ernesto Parral, su hacedor, logró que el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico habilitara el tranvía eléctrico al lugar. En 1913, Parral construyó el primer chalé, de dos plantas, pintoresco y atractivo, como estrategia para entusiasmar a poblar el barrio. Fue el primero de cuatro similares. Hoy, los chalés de Harding Green son parte de una postal, tan singular, como enigmática y hasta mítica.

 

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