Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Policías que ven “la necesidad”, forman una columna solidaria

Los uniformados llevaron los elementos recolectados a sitios que funcionan en los barrios Evita y Thompson.
“Nuestra función lleva a que muchas veces tenemos que ir a los barrios porque hay malvivientes, pero también es cierto que se ve que en esos mismos barrios hay gente que necesita y que también hay personas que se preocupan por esa gente que necesita, y que debe entender que detrás del uniforme hay una persona que tiene sentimientos y ve la necesidad”.
El concepto pertenece al subteniente Claudio Vega, perteneciente al Comando de Patrullas, quien junto a la oficial Verónica Figueroa y el oficial inspector Jorge Sánchez, motorizaron la idea de colaborar periódicamente con merenderos, mediante la donación de alimentos y prendas.  
La actividad “se inició el mes pasado, con la idea de poder hacer una colecta y ayudar a algún merendero o comedor para niños. Difundieron la idea entre el personal de las distintas guardias y casi todos han colaborado, pudiéndose recolectar alimentos y ropa para adultos y niños. Y como se juntó bastante y ellos ya tenían apuntado un merendero de calle Paul Harris al 700 (Sembrando Amor), del barrio Evita, fueron y entregaron las cosas. Fue tan linda la experiencia que se quedó en repetir este mes y gracias a Dios se volvió a juntar una importante cantidad de cosas y se las llevó a uno que está en Thompson 1956 (Una luz para los chicos). La idea prendió, así que vamos a seguir haciéndolo mientras los efectivos puedan colaborar”, sostuvo el comisario Gonzalo Bezos, titular de la repartición.
“Yo soy cristiano, congrego en una iglesia evangélica (Unión Pentecostal) y por ahí uno está más sensible a esas cosas. Para mi hubiera sido más fácil compartirlo con mi congregación y sé que se iban a prender todos, pero esto está bueno no sólo para que mis compañeros vayan el barrio, sino para que el barrio vea el otro lado de la policía”, agrega Vega.
Sánchez, por su parte, sostiene que “a mi me pareció una muy buena idea, amén de ayudar a los demás, para unir a la guardia. Ahora somos un grupo bastante unido”.
Admite que los conmueve “la emoción de la persona; que nos diga 'yo no pensé jamás que ustedes me iban a ayudar'. Es como que el policía se ve solamente cuando hay problemas”.
“Cada efectivo aporta cosas de su casa, ropa de sus chicos que le haya quedado chica, y de algún familiar. O alimentos”, detalla Bezos, antes de agregar que “ahora vamos a ver si podemos ir ayudando en la infraestructura, porque algunos se han quedado cortos, por ejemplo con la vajilla”.
También abre la posibilidad por “si alguien tiene algo para acercar puede hacerlo en el Comando de Patrulla, en Alsina 1247, o bien ir a los (merenderos) que fuimos”. 
“Uno se involucra en esto y se queda con una sensación muy grata por haber ayudado, pero a la vez sabe que sigue faltando un montón de cosas. Lamentablemente no podemos dar toda la solución”, agrega Bezos, quien considera que este acción comunitaria será desarrollada hasta “cuando empiece a mermar la cantidad de donaciones de los policías. Por eso lo vamos a hacer una vez por mes. Muchos de los efectivos que están ayudando, por distintos inconvenientes, también están ajustados”.
Finalmente, señala que “siempre te vas a quedar con la necesidad de ayudar, porque es poco lo que hacés, aunque lo que hiciste es lo correcto. Te queda una sensación agridulce, y también las ganas de seguir adelante. A mi me ayuda para crecer espiritualmente. Uno se involucra en esto y se queda con una sensación muy grata por haber ayudado, pero a la vez sabe que sigue faltando un montón de cosas”, concluyó Vega.
 
Sorpresa
 
“Un día le comenté a una vecina que tenía ganas de darle una copa de leche a los niños. Y de ahí comenzaron a venir. Golpeaban las manos y preguntaban 'abuela, cuándo va a hacer el merendero'. Y cuando lo hice vino un chiquito, que tomaba una mamadera acá y se llevaba otra llena para la casa”, dice Silvia.
 
“Empecé con mi bolsillo. Compraba la leche en polvo, el cacao me lo daba mi hija, el pan lo amaso yo; y empecé a darle a los chicos”, dice emocionada la mujer nacida en Chile y que hoy le da de comer “hasta a 36” niños, en "Una luz para los chicos", que funciona en su vivienda particular.
 
“Cuando vi el patrullero pensé que algo les había pasado a mis nietos y al preguntarme el policía si acá había un merendero pensé que alguien me había denunciado. Me sorprendieron cuando me dijo lo que me traerían. Era comida y ropa. Los chicos se llevaron las camperas”, aseguró la mujer de 75 años, quien asiste a la iglesia evangélica Visión de Dios.
 
Sembrando Amor, luego de funcionar durante tres años en Spurr, hace seis meses que está instalado en el barrio Evita, dando meriendas de lunes a viernes y almuerzo los sábado. Concurren alrededor de 25 chicos “y cuando alcanza también les damos a las mamás”, dice Mónica Carrasco.
 
“La policía nos trajo facturas y un poco de ropa”, explica Antonella Bustos, otra de las diez mujeres que se turnan para trabajar en el lugar, donde también ofrecen apoyo escolar.
 Ellas también se sorprendieron por el gesto solidario de los uniformados. “Cuando llegó el patrullero, los nenes se asustaron”, dijo.